Al visitar Lanzarote es imposible no toparse con un espacio pensado, creado o inspirado en la obra del artista conejero con repercusión internacional: César Manrique. El día del fallecimiento de César Manrique murió un artista multidisciplinar, activista ecologista y nació una leyenda que "nos enseñó a ver el valor de la belleza”, del arte o de la naturaleza.
Bien conoce su historia el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna (ULL) Francisco Galante, que también es profesor y consultor académico de la Khatolieke Universiteit Leuven en Bélgica y nos atiende con motivo de la publicación de su última obra: ‘César Manrique y Haría. El artista y la belleza del lugar'.
Francisco Galante y César Manrique fueron grandes amigos a partir de los años 70, y estuvieron muy vinculados. La trayectoria profesional del profesor Galante lo ha convertido en uno de los grandes expertos en la figura del artífice y de su obra, con una vida dedicada a divulgar la figura de Manrique en los ámbitos locales y en el continente europeo. Fue el propio artista quien lo designó como miembro del comité asesor de la Fundación que lleva su nombre. Además, en la actualidad es director de la Cátedra César Manrique en honor al artista que se creó en la Universidad de La Laguna a petición expresa de la Fundación César Manrique.
Aunque Manrique se autodenominaba pintor, su obra trascendió las barreras de la pintura. “Supone mucho más el concepto de artista que el de pintor. El artista sabe ver y mirar mejor que los demás. Posee cualidades singulares. Tiene la posibilidad de cambiar el mundo a través de sus estructuras mentales. De esta manera, su arte alcanza una dimensión social”, relata Galante.
César Manrique es el artista internacional que situó a Lanzarote en el debate de la cultura. “Tras viajar a París, una de las ciudades que monopolizaba la vanguardia artística, y vivir en Madrid durante algunos años, su arte experimentó giros actualizados a sus tiempos, hacia el valor de la forma de la sustancia matérica, hacia la abstracción”, manifiesta el catedrático.
Esos viajes ayudaron al artífice a conocer la cuna del movimiento artístico mundial, pero quizá mucho más importante, a reconocerse a sí mismo en sus añoranzas.
César residió en Madrid desde 1952. Desde la capital aprovechó para viajar y conocer otros rincones del mundo. Curiosamente, también pudo allí reencontrarse en la distancia con sus raíces isleñas, el paso del tiempo y la memoria cultural del pasado lanzaroteño. Este crecimiento personal se vio reflejado en su arte. "No niega el mundo visible, lo que hace es revelar sus formas esenciales. Lo que pone de manifiesto las dudosas fronteras entre figuración y abstracción. En todo caso, la pintura constituye el argumento de su proceso indentitario en sus vínculos con la contemporaneidad", explica el profesor Galante.
Tras su viaje a Nueva York en 1964, en el que conoció el Pop Art y a su mayor representante Andy Warhol, entre otros artistas de la vanguardia americana, Manrique regresó a Lanzarote en 1966 y comenzó su obra espacial en Haría. Al aterrizar, encontró una isla que sufría una situación de marginalidad, de pobreza. “Los lanzaroteños emigraban a Gran Canaria o Tenerife en busca de un presente mejor. Desde entonces, su arte fue de una gran proyección, social y económica, y un ejemplo de intervención en el territorio”, cuenta Galante.
Fue entonces cuando Manrique impulsó un "nuevo modelo de desarrollo económico, asociado a una utopía posibilista. Una creencia basada en la íntima relación con la naturaleza y el garante de la cultura, como lo evidencia con la fundación de El Almacén (1974) –un centro transgresor y de librepensamiento y el Museo Internacional del Arte Contemporáneo (1976)”, indica Galante Gómez. En esta creencia apostaba por la cultura, por el cuidado del entorno y por una relación sana con la naturaleza.
César Manrique y la naturaleza
Los paisajes volcánicos fueron testigos naturales e inspiración de la obra de César Manrique, pero también la falta del agua, la labranza de la tierra o las formas de vida de los campesinos y marineros. “Sus primeras composiciones de los años 50, como los murales del antiguo Parador de Turismo o el Mural Lanzarote concebido para el antiguo aeropuerto de Guacimeta, así lo relata”, dice Galante.
“La obra de Haría no se explica sin la erupción del volcán de La Corona, es el testigo geológico de su obra”, narra Galante. Muestra de ello son los trabajos realizados por el artista en los Jameos del Agua o en la Cueva de los Verdes, espacios pertenecientes al tubo volcánico Atlántida creado durante la erupción de este volcán.
Para estas obras, Manrique acondiciona el espacio a través de una relación de diálogo entre el artista y la naturaleza. De este diálogo surgen obras arquitectónicas extrapoladas de los pensamientos de Manrique y elaboradas por un equipo de trabajo.
"Manrique recuperó los espacios desahuciados y denostados, los embelleció para el disfrute público, para el goce de la vida", añade el profesor. En este sentido, “han tratado de encasillar a César muchas veces en el movimiento artístico del Land Art”, comienza el catedrático. El propio artista, según recoge el libro de Galante, durante su viaje por Estados Unidos vio las obras de los precursores de esta forma de expresión y manifestó “esto lo llevo haciendo yo muchos años”.
En este sentido, Galante expresa que “Manrique no es un artista del Land Art, aunque su material de trabajo sea la tierra, el entorno, pues el movimiento anglosajón y americano origina un impacto en la naturaleza, se sobrepone a ella, y las obras tienen un carácter efímero. Las obras de César, muy al contrario, son duraderas, perennes, no solo constituye una experiencia estética, sino, además, social y humanista. En este sentido, la obra de César Manrique es única y ejemplar en el mundo, no tiene parangón”, expresa con vehemencia el profesor Galante.
El valor de los elementos de la naturaleza: agua, tierra, sol y aire
Así pues Manrique es un pintor, escultor de tiempos verbales: bebía del pasado, creaba en presente y pensaba en el futuro. César tuvo la oportunidad de tomar a la isla de Lanzarote como un lienzo en blanco y pintar sobre ella. Para hacerlo, homenajeó su historia, recordó los bancales, maretas, aljibes o alcogidas, utilizados por los campesinos preocupados por la sequía para retener el agua; se inspiró en las zonas de cultivo de La Geria, creada por el ser humano para mantener las parras de la viña hidratadas; recuperó el litoral de la isla; homenajeó a los labradores del campo; y reformuló los espacios para poder mirar el paisaje de la Isla de los Volcanes. Ideas que son formuladas en el libro 'César Manrique y Haría. El artista y la belleza del lugar'.
Además de los volcanes, el artista daba especial valor a los elementos de la naturaleza: el agua, el sol, la tierra y el aire estaban constantemente presentes en su obra. Algo que, por ejemplo, se puede observar en la serie de esculturas móviles llevadas por el viento o en las referencias a los elementos de la cultura tradicional para capturar el agua.
Su capacidad creativa se vio reforzada por el apoyo institucional que recibió en ese momento. Galante destaca que “los actores políticos no hubiesen desarrollado esta obra sin la presencia de César, que es el único autor de la idea de un plan —que va tomando cuerpo a medida que se desarrolla— ordenado en su imaginación para transformar un territorio”.
"Pepín Ramírez fue un gestor público de la justicia social. Un político singular e insuperable"
Una buena parte de la obra de César Manrique que ha trascendido hasta nuestro tiempo, tuvo lugar durante el periodo en el que José Ramírez Cerdá, conocido como Pepín Ramírez, fue alcalde de Arrecife o presidente del Cabildo de Lanzarote. Pepín fue un amigo de la infancia de Manrique. Galante lo describe como "un gestor público de la justicia social. Un político singular e insuperable".
Mientras estuvo al frente de la institución insular, Pepín inauguró la Cueva de los Verdes, los Jameos del Agua, la escultura de la Fecundidad, las Montañas del Fuego o el Mirador del Río. También participó en la construcción de la ermita de Máguez y la plaza que la acompaña.
Pepín no solo apostó por estas obras, sino que elaboró un plan para adecuar el Charco Verde o para reformar el Hospital Insular. Este último proyecto fue llevado a cabo por el arquitecto Eduardo Cáceres, antes de ser director del Plan Insular de Ordenación del Territorio (PIOT) de Lanzarote. La figura de César Manrique luchó “contra la realidad de la corrupción”. Fue la postura de un "disidente reflexivo. Creó un espacio de reunión de diálogo entre artífices de diferentes disciplinas".
“Ahora, esa utopía se ha desavenido, se ha convertido en una distopía, una contrautopía”. En Haría quiso vivir y morir. “Ese es el ciclo cósmico vital que une a Manrique con el municipio de Haría: la vida, la obra y la muerte”, recala el profesor.
"César Manrique es el primer artista español que practicó el activismo”, apunta el catedrático en Historia del Arte, Francisco Galante
César Manrique, el activista social
Francisco Galante describe en su obra a César Manrique como “el primer artista español que practicó el activismo”. El artista multidisciplinar no solo se concibe como una figura vinculada al arte, sino que su papel ha trascendido más allá del valor plástico. Manrique es un referente del movimiento ecologista en el Archipiélago. Aún a día de hoy, su discurso sigue resonando en las luchas ambientales de Canarias.
"Después de su fallecimiento han sucedido, con mayor fuerza, embarazosos dislates que han lastimado gravemente al territorio: algunas de las heridas abiertas han cicatrizado, son ya irreparables", dice Galante. El catedrático no duda en hablar de algunos casos de corrupción política, de los intereses empresariales, de la masificación turística y en recordar el valor del mensaje de Manrique cuando hablaba de decrecer turísticamente.
Su relación con el movimiento activista surgió en la década de los 70 y los 80. En ese periodo, una empresa inmobiliaria francesa planteó la construcción de un centro comercial con habitaciones en 1.800.000 metros cuadrados en el malpaís de Haría. La localización correspondía a parte de las coladas del volcán de La Corona, cerca de la playa del Caletón Blanco, llegando a Órzola.
Manrique se opuso al proyecto, se enfrentó a las instituciones públicas que estaban a favor de la venta de ese malpaís. “No siempre tuvo apoyo institucional”, relata Galante, quien narra en su obra que el artista fue expulsado de un pleno en el que se debatía esta cuestión.
Sin ir más lejos, el catedrático cita en su obra una manifestación que tuvo lugar en Santa Cruz de Tenerife contra el crecimiento turístico de masas y por la preservación del medioambiente. En esa protesta, a la que asistieron miles de personas, se proyectó un mensaje de audio donde César Manrique repetía: “Es tiempo de parar. No a la especulación del territorio. No a la venta de las Islas”.
En la actualidad, la relectura del mensaje de César Manrique sigue vigente. Tras 30 años de su muerte, su enseñanza ha sido rescatada por personas que luchan contra el status quo desde los espacios de la cultura alternativa. “En el caos actual civilizatorio, en la globalización, ante la decrepitud del planeta, se alza la voz de los contracorrientes del poder, de los jóvenes que alientan un futuro mejor: tenemos que creer en César Manrique”, asegura Galante.
Y expone como ejemplo, que un grupo de alumnos de la Universidad de La Laguna propuso el cambio del nombre del Aulario del Campus de Guajara para denominarlo “Aulario César Manrique”. Además, desde la institución universitaria se ha reconocido, con extrema sensibilidad, la extraordinaria labor social desarrollada por César Manrique al concederle la “Medalla de Honor a título póstumo”, máxima distinción de la Universidad, que fue recogida por la Fundación César Manrique, con la que el profesor Galante está muy vinculado compartiendo intereses comunes: la preservación del inmenso legado y mensaje de César Manrique, un artista de todos los tiempos.
La obra: ‘César Manrique y Haría. El artista y la belleza del lugar. Una publicación que constituye un referente en los estudios del creador universal, publicada por el Cabildo de Lanzarote, el Ayuntamiento de Haría, la Universidad de La Laguna, a través de su Cátedra Cultural César Manrique, y con el patrocinio de los Centros de Arte, Cultura y Turismo.
El libro fue presentado en los Jameos del Agua y en Berlín, en este caso promovido por la SPEL (Sociedad de Promoción Exterior de Lanzarote). El ciclo de presentaciones se clausurará en breve, en el Aula Magna del “Aulario César Manrique, en el Campus de Guajara de la Universidad de La Laguna.