El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote-Onda Cero, dedicado en su úndécima edición a los Centros Turísticos, continúa recibiendo historias.
El plazo para participar en el certamen estará abierto hasta el 31 de agosto. Hasta ese día, los interesados pueden enviar sus sus relatos al email concursorelatos@lanzarotemedia.net, con una extensión máxima de 100 palabras, incluido el título en el caso de que lo lleve.
En esta ocasión, los participantes deberán contar una vivencia propia o imaginada ocurrida en algún rincón de los Centros Turísticos que para ellos esté lleno de magia. Cada autor podrá enviar un máximo de cinco relatos, que podrá firmar con pseudónimo, aunque deberá indicar siempre un nombre y un teléfono de contacto.
Los relatos serán leídos en el espacio de "Lectura en la Radio" de Radio Lanzarote (90.7), y publicados en La Voz de Lanzarote. Tanto la publicación como la lectura estarán supeditadas a las disponibilidades de espacio y tiempo de ambos medios.
Del fallo del certamen, que se hará público en la segunda quincena de septiembre, se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote, que elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas.
El ganador se llevará un premio de un fin de semana para dos personas con alojamiento y desayuno en el Hotel Natura Palace, establecimiento de 4 estrellas plus. El segundo premio será una cena para dos personas en el Castillo de San José y el tercer premio una de las experiencias insólitas para dos personas de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo. Todos los premios son para personas adultas.
Mágico clicos
Año 2011, despierto frente una mirada que conjuga el sol, la luna y las estrellas.
Unos ojos verdes tan claros Como una hermosa, colorida y cálida primavera al amanecer.
Un amanecer mágico dentro del cráter antiguo de un volcán que esconde una hermosa laguna de agua verde.
El viento norte riza el océano, un océano que despilfarra nieve con sus olas y que rompen con furia sobre las rocas volcánicas de la playa.
Todo este mágico entorno sellado en tus ojos, donde se posan y detienen un mar calmo en el que me gusta nadar cuando los miro.
Sin Título
Entre en los Jameos del Agua, un grupito de muchachas me observaban.
Eres a quien buscaba.
- ¿Qué te trae por aquí? – pregunta.
- Estoy enamorado – respondo.
Ella me observa al tiempo que noto su leve sonrisa.
- ¡Que complicado! – exclama.
- ¿Estabas escribiendo? – pregunto.
- No por ahora. No tengo motivos.
- Háblame de ella –me dice.
- La conocí y lo sentí, me quemaba. Ese poder invisible que te atrapa enredándote. Es tan simple, te necesito para no enloquecer.
- Pero ella no siente lo mismo.
Quedamos en silencio.
¿Cuándo terminará el castigo de tu recuerdo?
En el jardin de cactus
Yo voy con mi príncipe azul al Jardín de Cactus.
Desde el amanecer, auroras boreales dan colorido al cielo.
Arde la tierra, un calor sofocante alberga todo el jardín .
Vamos paseando e infinidad de plantas y cactus
Invaden nuestra mirada.
Almorzamos, yéndose la tarde, pajarillos e insectos
se guardan para el día siguiente ; bajamos hasta la
laguna y observamos el rostro de César Manrique
reflejado junto a pececillos que nadan en la zona
al igual que se apaga el sol tras el molino,
las estrellas y luces resplandecen en la noche.
Sin Título
Y así, a la manera de los sueños, puede ser que lo que les cuente no sea estrictamente en el orden correcto y, a lo mejor, ni tan siquiera lo que sucedió. Mientras, las hojas seguirán cayendo, como las horas que se nos perdieron sentados, esperando por una mesa que no se ocupó.
21:00, Los Jameos del Agua, tarde tranquila.
Después de dos horas sentados contemplando el vacío restaurante, no pudiendo soportar más el hambre y ante la nueva negativa de darnos de cenar, abandonamos aquel ahora lúgubre lugar, antaño orgullo lucero del norte, a las hordas del turismo invasor…
Aire
Diana está atrapada. La gente abarrota el museo y las voces espesan el aire. Diana se asfixia y pega la espalda a la pared de piedra. Alguien se aprieta contra su brazo. Entonces, ella empuja y corre. Perdida, sube por unas escaleras que se estrechan. Se oscurecen hasta que no es posible retroceder. No le queda aliento. De pronto, se acaban los escalones y ahí está la luna sobre el arrecife. Diana se acerca al borde de la azotea. El viento marino alborota su pelo. Levanta los brazos, va a alzar el vuelo… y respira.
Sin Título
Hay lugares con magia, con ese encanto especial que hace que cada visita parezca la primera vez… Pasan los años y vuelvo a adentrarme hacia las profundidades de la tierra, donde la lava congelada en el tiempo me acompaña a cada paso. Palabras que cuentan la historia, susurros de quienes descubren esta maravilla bajo tierra, risas de niños, flashes queriendo capturar el momento y el silencio invitándonos a disfrutar de ese instante… Nada de eso me distrae del momento presente. Nos detenemos, y de repente una piedra se lanza al vacío y… me transporto en el tiempo, vuelvo a 1998.
La belleza en los ojos del que mira
Pasaban desapercibidos. Su belleza era ignorada por los humanos. La falta de hojas, la escases de flores y el exceso de púas no se entendía. Hasta que un día alguien supo valorar esa vegetación como parte de un contexto, donde la vida se abrió paso entre lava y ceniza volcánica. ¿Cómo hacer para que puedan ser apreciados?, pensó él. “Crearé un lugar donde puedan ser admirados, visibles, comprendidos”, se dijo a sí mismo. Un jardín donde puedan ser ellos, sin expectativas, sin juicios, tan solo ser… ser cactus. Allí voy a celebrarlo.
La vida dormida
No son unas montañas cualquiera, de su interior emanó lava y cenizas durante años. En su transcurso lento, pausado, fue diseñando un paisaje único, sobrecogedor, un entorno que por momentos te hace olvidar dónde estás, y te transporta a otro planeta o incluso a la luna. No has estado allí, pero intuyes que la estampa allá arriba se debe parecer mucho a esto. Y cada vez que vuelves a adentrarte en esta postal dibujada por el fuego, comprendes cuán pequeñitos somos ante la inmensidad de la propia naturaleza. Debajo de tus pies aún duerme la vida.
Leyenda Ma
Lugar de amor verdadero surcan las oscuras planicies de Timanfaya bajo el abrazo violento de los alisios que parecen querer mantener las verdades en secreto. Antiguamente marineros decían que transitando senderos ocultos cerca del volcán pensando en quien se amaba, si se sentía la necesidad de amar, Timanfaya, el hombre, se mostraba.
Montañas Rojizas en silencio y llamas, sencillez misteriosa que al corazón atrapa, sensaciones ancestrales que la historia guarda, paisajes lunares muriendo en costas cercanas. Timanfaya, llorando por su amada caminando hacia abrasadoras llamas. Andrés pensaba, en la leyenda de los marineros mientras a Sonia esperaba.
Reencuentro
Ella caminaba por el pasillo del instituto cuando recibió la llamada. Hacía muchos años que no hablaba con él. Tras varias conversaciones pudo constatar que algo seguía latiendo en sus corazones. Ella regresa a su isla a la que siempre se prometió volver. Aquella noche, sentados a la mesa del restaurante de Los Jameos del Agua, pudieron contemplar en sus ojos cómo seguía viva la llama del amor que ambos sintieron siendo jóvenes. Es, en ese momento cuando deciden que éste es su lugar y que a partir de ahora vivirán juntos el resto de sus vidas.
Te amo…
Quedaba solo, su compañera había partido.
Condujo hasta Los Hervideros, caminó pretendiendo llenar sus pulmones con el aire marino.
En eso ve una mujer que intenta sin éxito hacerse una selfie.
Sin pensarlo, él capta una foto espectacular.
Ella observa sorprendida. Él avergonzado se acerca a pedir disculpas.
La sonrisa de la chica le ilumina su corazón herido, le pide que le envíe la foto.
Pasan los meses y no olvida a la desconocida por la que siente amor.
La conoció el día que perdió a su madre, a la que nunca le dijo "te amo".
Carpe Diem.
"Descalzo en la arena
Acabábamos de desembarcar en La Graciosa. No habíamos hecho más que poner los pies en el muelle cuando nuestro hijo, vestido solo con el bañador, cuerpo enjuto y tostado al sol, de las playas de Lanzarote días previos a esta excursión, caminaba descalzo y descamisado por las calles de arena de la villa.
Aparentaba ser nativo del lugar, con apenas tres años, parecía llevar siglos paseando por esos callejones.
Solo era el comienzo de nuestra visita y ya respirábamos un aire lleno de aventuras. Siendo conscientes que no lo olvidaríamos jamás, pasaran las vidas que pasaran."
Sin Título
El diablo ardía de enojo. ¿Cómo era posible? Había dedicado mucho esfuerzo creando para su destino vacacional, un paraje inhóspito erupcionando el Timanfaya en el año 1730, con sus lenguas de fuego arrasando pueblos enteros, sus cielos cubiertos de ceniza y consiguientes hambrunas para que ahora fuera un paraíso de obligada visita en Lanzarote. Nada menos que un parque natural queridísimo en toda Canarias. Con casi dos millones de visitas anuales...arggg. ¿Los puntos de calor y la persistente actividad volcánica? Pues son los ataques de rabia de nuestro "pobre" diablo... Arggg.
Sin Título
“Tu traición no puede quedar impune. No te mataré. Me has deshonrado a mi reina y a tu rey. Quedarás exiliado y vivirás hasta el fin de tus días como un ermitaño en una remota isla que se llamará al igual que tú. Ese es mi castigo. " sentenció el rey Arturo. Y así sucedió. Caprichos del destino, de Camelot y del rey Arturo ya no queda más que una leyenda, y de Lanzarote, en cambio, una isla entera.
El mirlo
El mirlo entonaba sus últimos cantos de verano posado sobre un ciruelo, observando el colorido del tomillo y de la flor de Jara, cuando se adentró, sin querer, en la cueva del viento, una cavidad formada hace 27.000 años, en el volcán Pico Viejo, situado junto al Teide en Tenerife.
Curioso, quiso descubrir nuevos territorios donde construir un nido pero los gritos del viento le aturdieron y, al devolverle el eco su canto, se enamoró de sus propios trinos, y nunca más salió de la cueva, buscándose a sí mismo.
Mirador.
Volví como cada año al mismo lugar de siempre, y allí, respirando profundamente y dejando que el fuerte viento me enredara el pelo vinieron los recuerdos de aquellos tiempos.
Me caían las lágrimas de emoción mirando para la isla de La Graciosa, tan pequeña pero tan viva mecida por las olas....y brindé con una copa de vino por los amigos que ya no están. Esos que una vez al año íbamos al Mirador del Río y nos quedábamos observando en silencio la grandeza imperturbable del risco.
¡Qué buen sitio para cargarse de energía!
Por ustedes amigos, levanto mi copa.
"Pobre Diablo (de Timanfaya)
Naciste de la desgracia, con la furia de la tierra. Tu amada sepultada bajo la roca, hizo que tu locura aflorara.
Debió ser un día feliz, el mayor de tu vida. Tu novia, radiante en blanco, miraba a tus ojos. Los suyos vidriosos de alegría, los tuyos acompañaban su dicha.
No querías esperar más para besarla, pero la desgracia hizo presencia. Ella desapareció para siempre, tú quedaste marcado para la eternidad.
Tu rabia y desesperación alimentaron tu inmortalidad, para no parar de buscar venganza, forja de cinco puntas en mano, en las entrañas de la tierra."
Postales de telas.
Ondean las cortinas blancas como la arena y dibujan el camino de siluetas entre figuras oscuras buscando su final. Olas de arena que rompen en sus orillas de piedra como gigantes escondidos entre sombras y luces de colores sugerentes. Y sobre sus generosas sonrisas, pequeños destellos azules parpadeantes, iluminan el ambiente de felicidad. Una música serena, inunda de melancolía sus ausencias en el inmenso tubo encantado.
Sigue el oleaje, siguen las corrientes y siguen los caminos. Y las luces van y vienen y los gigantes inmóviles y perpetuos, son testigo del devenir de los tiempos.
Sin Título
Por supuesto, bajamos la deliciosa, ancha, sinuosa y sugerente escalera de caracol, convencidos de que al hablar con el metre todo se aclararía, solo habría sido un error. Además, solo son las siete de la tarde y hasta las nueve no llegaría la mayoría de la gente a cenar a Los Jameos.
–Solo será una cena rápida, antes de una hora dejaremos la mesa libre –le dijimos a un camarero.
Al poco nos llegó la voz distante del metre –Bueno, veré que puedo hacer, siéntense por allí (señalando un banco lejano) –fueron sus palabras antes de acomodarnos… en la espera…
Inocencia
El siempre me dice que soy demasiado inocente, que no pillo una; digamos que él es de los que va siempre por delante, abriendo camino, mientras yo me quedo rezagada, observo y medito: se podría decir que mis ideas se cocinan a fuego lento. Y así es como sucedió en aquel pasadizo subterráneo llamado "Cueva De Los Verdes", él se adelantó al grupo y esos segundos de ventaja le impidieron contemplar la maravilla del abismo de la cueva: el agua todavía ondeaba. Yo llegué con el grupo, nos quedamos boquiabiertos y maravillados al descubrir el engaño: ¡Bendita inocencia!.
Timanfaya
Un paisaje bello ¿cuál es la imagen?, en la mayor parte de los casos un verde valle rodeado por majestuosas montañas y atravesado por un río de aguas cristalinas; o tal vez una larguísima playa flanqueada de palmeras, nada que ver con este ondear de colinas y cráteres cenicientos; sin embargo miramos hechizados la cambiante paleta de colores que el viento, el sol y las nubes van dibujando a su antojo: verde níquel, rojo cobrizo, gris amarillento y el negro intenso de la lava fría. El narrador con voz sobrecogedora nos cuenta el nacimiento de esta bella criatura: ¡Timanfaya!.
Timanfaya
Un paisaje bello ¿cuál es la imagen?, en la mayor parte de los casos un verde valle rodeado por majestuosas montañas y atravesado por un río de aguas cristalinas; o tal vez una larguísima playa flanqueada de palmeras, nada que ver con este ondear de colinas y cráteres cenicientos; sin embargo miramos hechizados la cambiante paleta de colores que el viento, el sol y las nubes van dibujando a su antojo: verde níquel, rojo cobrizo, gris amarillento y el negro intenso de la lava fría. El narrador con voz sobrecogedora nos cuenta el nacimiento de esta bella criatura: ¡Timanfaya!.
De Nadia para nadie, en una papelera
Después de disfrutar de las preciosas vistas del Mirador y con los helados en las manos, ella no sabía dónde esconder los cientos euros del aprobado, en toalla y sin bolsillos, metió el billete entre el cono de papel y el cucurucho porque nunca se lo comía.
Subimos al coche con destino a los Jameos. Canciones de verano, emotivos tarareos y la felicidad del ambiente hicieron que al bajarnos, dejará aquel botín en aquella papelera. En este barrio de Berlín, es un centro turístico más, la papelera de los 100 euros.
Timanfaya
-Abuela, ¿por qué nos paramos?
-Porque vamos a sentarnos un rato al pie de la montaña.
¿Estás cansada?
-No, sólo quiero sentir la magia que nos rodea. Cierra los ojos y deleita tu alma.
Y eso hice. Siempre le hacía caso a mi abuela, por muy disparatadas que pudieran parecer sus ideas. Cerré los ojos, tomé su mano y, poco a poco, mi cuerpo se fue relajando. Comencé a sentir el calor de la tierra y la fresca brisa en mi piel; a escuchar el graznido de los cuervos; a fundirme con el paisaje; a ser parte de Timanfaya.
***