"Como otros ciudadanos me quejo de la cabalgata. Estuvimos esperando hora y media y, al final, para que los niños no se sintieran mal, tuvimos que comprar a escondidas un paquete de caramelos y decirles que nosotros sí habíamos cogido algunos.
¿Por qué no aprenden un poco de fuera?En algunos sitios los caramelos no los llevan las carrozas, sino que hay un camión aparte y se van reponiendo, para que no se gasten en los primeros 200 metros de recorrido.
Nosotros estábamos pegados al Gran Hotel con cuatro niños, y ni un caramelo. De vergüenza".