"Éste es mi testimonio. Soy una persona, mujer de 44 años, madre, ama de casa, y maestra de infantil de profesión. Hoy, día 24 de agosto, me entraron ganas de contar mi enfermedad y de cómo me siento desde el fondo de mi corazón.
Todo empezó a raíz de un sobreesfuerzo muy grande. Con los niños muy pequeños aprobé las oposiciones de magisterio. Como maestra dedicada que soy, fue una gran alegría y satisfacción, además de una estabilidad para mi y mi familia. Fue un año muy complicado, trabajé ese curso con 22 niños de 3 años. Además, había un niño con muchos problemas de integración y agresividad.
Lo cierto es que trabajé duramente para cubrir todas las necesidades educativas y afectivas de mis niños, pero no tardó mucho en encendérseme la primera alarma de mi enfermedad. En abril del 2006 me dio una infección bacteriana en los ojos que casi afecta a la córnea. A partir de ahí empecé a sentirme muy cansada y con muchos dolores en todo mi cuerpo; había días que me dolía el alma, no lo pudo explicar con palabras.
Para seguir el ritmo de mi vida diaria hice un esfuerzo sobrehumano y me enfermé. Primero acudí a un traumatólogo, después a un psiquiatra, a un psicólogo, a un maxilofacial, porque me dolían muchísimo las mandíbulas, a un reumatólogo, a un neurólogo?A lo largo de este vía crucis me detectaron una artrosis degenerativa, una cerbicobralquialgia con varias hernias en la columna espinal y en las lumbares sin posibilidad de operación para aliviarme, así como una fibromialgia.
El otro día en una revista que me dejó la madre de una alumna, un médico de Estados Unidos decía que la fibromialgia era una enfermedad psicosomática y relacionada con problemas psiquiátricos. La verdad es que cuando leo estas barbaridades sobre mi enfermedad me entra una gran tristeza y llego a sentir mucha pena por ello, ya que en muchas ocasiones he leído que la llaman "la enfermedad invisible".
Yo, como experiencia personal, sólo puedo añadir que es una enfermedad muy sigilosa y dolorosa, que sólo lo sabemos las personas que la padecemos. Al escribir mi testimonio siento un gran alivio pero no puedo evitar llorar, llorar y llorar, porque me emociono. Una cosa quiero dejar clara: me emociono y lloro porque el dolor es tan intenso que en muchas ocasiones oprime mi alma, no porque tenga problemas psiquiátricos o psicológicos, sino porque es verdad lo que cuento.
Es una dura vida la que me espera llena de dolor sin esperanza de momento. Pero no me voy a rendir, voy a seguir luchando para tener una vida digna y mientras haya una luz en el camino que tengo que recorrer yo no me voy a rendir, no me voy a rendir.
Para poder escribir estas palabras he recibido mucha terapia y he pasado verdaderamente por un duelo muy doloroso, porque he tenido que cambiar y renunciar a muchas cosas que me encantaban hacer. Pero si algo he aprendido de esta experiencia, que apenas acaba de comenzar, es que la vida es bella y que las pequeñas cosas alegran los largos caminos.
Sin más no quiero despedirme sin agradecer a mi madre, mi marido, mi hermana, mis familiares y mis amigas por creerme, escucharme y apoyarme desde el primer momento y, por supuesto, mi gran gratitud y agradecimiento a los profesionales que me tratan: el doctor Balsalobre, la doctora Pulido, el doctor Adelto, la psicóloga María del Carmen García y la doctora Pilar Casaseca.
Hoy, gracias a todos ellos, alivio mi dolor y afronto mi enfermedad con mucha entereza. Espero con mis palabras haber aportado un granito de ilusión y esperanza a las personas que tienen esta enfermedad tan dolorosa e incomprendida".