"En las siguientes líneas voy a relatarles lo sucedido en la tarde-noche del día 15 de diciembre en la Calle Real, entre las 19:30 y las 20:00 horas, y lo hago ante la indignación y vergüenza que sentí ante tales hechos.
Me encontraba paseando por la Calle Real, a la altura de una conocida zapatería, cuando observé a una pareja de Policía Local de Arrecife, de esos que van de negro, conocidos popularmente como los "hombres de Harrison".
En un principio pensé que no pasaba nada, que estaban paseando y haciendo nada, como es costumbre, pero cuál fue mi sorpresa que al llegar a su altura observé que estaban hablando con un señor que, habitualmente, se encuentra en esta calle tocando tranquilamente el acordeón.
Esta pareja de buenos trabajadores y funcionarios recriminaban a este señor "que aquí no se puede pedir", y además le amenazaban diciéndole, de una manera chulesca y prepotente: "Y la próxima vez te quito el acordeón".
Y digo yo: Esos buenos funcionarios, trabajadores ellos del Ayuntamiento de Arrecife muy preocupados por nuestra seguridad, ¿no tienen otra cosita que hacer ni de qué preocuparse, cuando en las principales calles de la ciudad cada uno aparca donde quiere (vado, paradas de guagua, aparcamientos para minusválidos, Gran Hotel, sobre la acera...) por no mencionar otros problemas mayores, ante la pasividad de los agentes municipales?
Y tras mucho pensar, de vuelta a mi casa, llegué a una conclusión: Señores, el principal y gran problema de Arrecife ese día, entre las 19:30 y 20:00 horas, era el pobre señor del acordeón, que no molesta y que no obliga a nadie a que le de dinero. ¡Hay que tener poca vergüenza!"