Opinión

Yo estuve allí

Miles de lanzaroteños pueden decir con orgullo "Yo estuve allí". Una frase que seguirán recordando dentro de muchos años, porque será imposible olvidar una manifestación que ha sido histórica para la isla. Jamás Lanzarote se había echado de esa forma a la calle, y eso se notaba no sólo en la marea humana que llenó la avenida marítima de Arrecife, sino también en los rostros de los participantes.

No sólo había más de 25.000 personas protestando unidas contra el petróleo. Había sentimientos, había emociones. Había esperanza. Algo que sólo pueden entender en toda su dimensión los que estuvieron ahí, porque no hay imagen que refleje completamente lo que se vivió el 24-M.

Ciudadanos de ideologías distintas y hasta enfrentadas, familias enteras, niños, ancianos e incluso algunas personas en sillas de ruedas se echaron a la calle con una causa común: defender su isla de algo que consideran que puede comprometer su futuro. Que puede poner en peligro "su paraíso", como decía la pancarta que portaba una niña.

Todos ellos dieron una auténtica lección el pasado sábado. Una lección de democracia, de civismo y de compromiso. Y es que juntos, demostraron que el pueblo no tiene por qué hablar sólo cada cuatro años, y que vale la pena luchar por una causa en la que se cree. Y además, lo hicieron con un comportamiento ejemplar durante toda la marcha.

Por eso, el Partido Popular no sabe hasta qué punto se está equivocando con sus declaraciones sobre esta protesta. Había demasiada gente en la calle, que sabe exactamente lo que se vivió, como para que le vengan a dar su versión las personas que no estuvieron allí.

Ni siquiera se trata ya de las cifras de participación. De hecho, que el Gobierno central reconozca que había 9.000 manifestantes, ya da una idea de la magnitud de esta marcha. Y es que aunque esa cifra fuera cierta, la protesta ya hubiera sido un éxito. Pero la realidad es que ese dato es, simple y llanamente, una mentira. Y lo saben.

Hay hechos objetivos que permiten hacer un cálculo, si no exacto, al menos aproximado. Lo hizo la Policía Local, contando los metros que ocupaban los manifestantes, desde la calle Real hasta El Reducto, y lo hicieron todos los periodistas y medios de comunicación que cubrieron esta cita. Y todos coinciden en cifras que superan con creces los 20.000 participantes.

En cualquier caso, por más que esto haya sido motivo de indignación para los que participaron en la protesta, no es ni de lejos lo más grave que se ha escuchado por parte de los representantes del Partido Popular en los últimos días. La palma, sin duda, se la lleva el ministro José Manuel Soria, que ha faltado al respeto a todos los manifestantes.

"Si te convocan a una fiesta, vas. La gente participa si hay batucada y bocadillos, como hicieron en Lanzarote". Eso fue lo que declaró Soria al diario La Provincia después de la manifestación. Sencillamente, bochornoso. Indigno de un representante público.

Por más que el PP se empeñe, no, no hubo barra libre de bocadillos durante la manifestación. Tampoco un "refrigerio", como dijo después en Radio Lanzarote el senador Óscar Luzardo. Y tampoco eran una panda de ignorantes "atemorizados", "engañados" y "manipulados", como ha seguido repitiendo después el coro de los populares, con su presidenta Astrid Pérez a la cabeza. Igual, si hubieran estado, lo sabrían.

La inmensa mayoría de los que salieron a la calle eran, simplemente, gente que quiere a su tierra. Igual que los miembros del PP en Valencia y en Baleares, por cierto, quieren a la suya. De hecho, por más que Soria y otros dirigentes del partido parezcan perderlo de vista, entre los manifestantes de Lanzarote también había votantes del Partido Popular.

Por eso, en lugar de desacreditar a los que están en contra, igual tendrían que esforzarse un poco más en explicar por qué ellos están a favor. En aclarar por qué lo que es peligroso para Valencia y Baleares, donde el PP se opone a las prospecciones, en Canarias es beneficioso y hasta "una oportunidad de oro", según Soria. ¿Y ellos hablan de demagogia?

Desde luego, las miles de personas que salieron a la calle en Lanzarote, no quieren saber nada de esa supuesta "oportunidad de oro". Y no porque sean unos pobres ignorantes que se dejan manipular y corren detrás de un bocadillo, sino porque llevan semanas escuchando a unos y a otros, incluyendo a portavoces de Repsol y al propio ministro de Industria, y siguen sin ver los beneficios, pero sí muchos riesgos.

Todos ellos, que son muchísimos más de los que votan a cualquier partido político en una cita electoral en la isla, pueden decir con orgullo: "Yo estuve allí". Y pueden contárselo y trasmitírselo a los que quisieron haber estado, pero no pudieron hacerlo por diferentes causas, incluyendo que para muchos era horario laboral. Ahora, la lucha continúa. Pero de momento, Lanzarote ya ha demostrado que puede dar con creces la talla en defensa de su isla. A todos los ciudadanos que lo hicieron posible, felicidades.