La democracia se sustancia en el estado de derecho, que es el conjunto de leyes y normas que regulan nuestras actuaciones. Esas leyes posibilitaron condenar a penas severas a los independentistas catalanes, algunos hasta 13 años de cárcel e inhabilitación absoluta para cargo público. No por sus ideas políticas, pues en un régimen de libertades el pensamiento no es delito, sino por sus actuaciones al margen de la ley. Ese mismo estado de derecho, posibilita como medida de gracia, que es prerrogativa del gobierno, el indulto parcial de las penas.
Este perdón parcial, es de uso común en todos los gobiernos. Así, es frecuente que en los consejos de ministros se aprueban medias de gracia. Son muchos los indultados,algunos por delitos muy graves, entre ellos militares condenados por el intento de golpe de estado del 23F, responsables de la guerra sucia contra el terrorismo o banqueros en prisión por importantes delitos económicos.
Parece ser que el gobierno quiere aplicar esta ley, que en su actual formulación data de 1870, a los independentistas condenados. En primer lugar, y como exige la ley, la medida debe ser de utilidad pública ¿Qué mayor utilidad que contribuir a relajar la tensión en Cataluña?. Estos presos no tienen delitos de sangre. El indulto será parcial, lo justo para que salgan de la cárcel, en la que llevan más de tres años, pero no afectará a su inhabilitación total para cargo público. La ley no exige arrepentimiento, y dudo que puedan volver a intentarlo, pues no tienen cargo publico y están inhabilitados. En Europa no se entiende demasiado la severidad de las penas.
Se ha originado una fuerte reacción política y social contra esta posible medida de gracia. Se organizan concentraciones o se recogen firmas contra ella. Quienes piensan así, tienen todo mi respeto, pero deben promover otra alternativa, algo diferente a lo
presuntamente se piensa hacer, únicamente la negativa no es solución a nada.
Recordemos un movimiento parecido contra el estatuto catalán en 2006, lo único que consiguió fue reforzar al independentismo. Se trata de solucionar problemas, no de echar más leña al fuego. Los independentistas son más peligrosos en la cárcel que
fuera de ella.
A un independentismo, cada vez más débil (ha perdido unos 600000 votos en las últimas elecciones), se le vence con democracia, en las urnas, desplazándolo del poder con los votos. Su arma política es el discurso autovictimista: España nos roba, nos
maltrata y nos quita la libertad. Frente a esta falacia, la generosidad de los indultos conlleva su desarme político. Esta medida de gracia los dejaría con su alegato seriamente tocado y contribuiría a dividirlos.
España es una democracia consolidad y esta medida, si saliera mal, no la va a destruir.
Quizá individualmente los independentistas no merezcan este indulto, pero se trata de un mensaje dirigido a Cataluña, que si lo necesita. El dialogo y el reencuentro se deben abrir paso. Como dijo Winston Churchill “Es mejor hablar, que guerrear”.
PD: Prefiero el universalismo a la estrechez de miras que representa el independentismo. La situación de conflictividad en Cataluña salpica a Lanzarote, pues más de un funcionario de aquellas tierras ha venido a refugiarse entre nosotros.
Eduardo Núñez González.