Opinión

Un millón de razones

Por Víctor Sanginés La práctica política, participar en la toma de decisiones de la gestión pública tiene sus riesgos, la opción de acertar o fallar, según quien juzga tu labor es un hecho. Pero, sobre todo, esta participación te facilita la ...

Por Víctor Sanginés
Lapráctica política, participar en la toma de decisiones de la gestión pública tiene sus riesgos, la opción de acertar o fallar, según quien juzga tu labor es un hecho. Pero, sobre todo, esta participación te facilita la ...

Lapráctica política, participar en la toma de decisiones de la gestión pública tiene sus riesgos, la opción de acertar o fallar, según quien juzga tu labor es un hecho. Pero, sobre todo, esta participación te facilita la posibilidad de trabajar por los vecinos de tu comunidad, te brinda la oportunidad de hacer tanto para quienes te han elegido como para quienes no. Eso es gratificante. Yo tengo esa suerte, tal vez no me ha tocado el momento apropiado, debido a la inestabilidad política de la institución en la que gobierna mi partido, pero trabajo con la certeza de intentar atender todas las demandas que se me plantean.

Los festejos capitalinos son una de estas peticiones y mi obligación como cargo público es conseguir cada año unas celebraciones dignas de los arrecifeños. No soy quien, ni tampoco estoy aquí para privar a mis vecinos de diversión. Es cierto que la situación económica del Ayuntamiento es más bien precaria. La crisis todavía golpea duro. Sin embargo, entiendo, creo que la gente corriente, los ciudadanos de a pie tienen derecho a ser protagonistas. Tienen derecho al ocio y el esparcimiento que muchas veces no pueden costear y que es mi deber brindar como gestor de la cosa pública.

La emoción y la algarabía tienen un precio sí, pero al mismo tiempo sirven como dinamizadores de nuestra frágil economía. En torno a unas fiestas, sean patronales, navideñas, temáticas... se genera una importante actividad comercial, industrial y cultural, máxime cuando de la capital insular se trata. Favorecer el desarrollo de estos sectores también forma parte de mi labor, más allá de las críticas y las acusaciones. Estoy en la obligación de cumplir con mis vecinos y estimular, a través de mi pequeña aportación, el funcionamiento de toda una red de diversos agentes que inciden en la economía local, tales como artistas, feriantes, mercados y otras redes existentes.

Lanzarote se convirtió en días pasados en sede para la creación de un circuito cultural, integrado por distintas regiones del país. El objetivo no fue otro que potenciar el intercambio y la movilidad de los grupos teatrales y las compañías culturales. Aplaudo la iniciativa. Creo en la necesidad de favorecer este trabajo y está entre mis funciones aportar mi granito de arena para ofrecer una salida a todas esas personas dedicadas a entretenernos. Es evidente que Arrecife tiene grandes necesidades pero también ha quedado demostrado que tiene grandes posibilidades. Debemos actuar con prudencia, sin pausa pero sin precipitaciones, conscientes de cada paso si queremos construir un futuro sólido. Las criticas pueden ser enriquecedoras pero la demagogia sale sobrando y personalmente tengo un millón de razones para seguir adelante con el trabajo iniciado.