El pasado 21 de julio se inauguró una exposición muy especial y necesaria en el Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote titulada El Traspatio. Era la primera vez desde 1976 que se realizaba algo nuevo y disruptivo en la Sala de la Colección y, a pesar del calor, casi trecientas personas acudimos esa tarde para disfrutar y apoyar este ilusionante evento.
La exposición estaba comisariada con gran acierto y sensibilidad por la antropológa y escritora Marianna Amorim y en ella intervenían algunos de los más destacados jóvenes artistas de la isla menores de treinta años: Lana Corujo, Mariela García, Cintia Machín, Darío Machín y Marina Speer, dentro de un proyecto denominado El Museo Diverso. El Museo Diverso, por su parte, es un programa por el cual el MIAC se plantea tener una mediación directa con la escena artística joven de Lanzarote. No podemos olvidar que apoyar la creación de los jóvenes es garantía de tener buenos profesionales para el futuro, en este caso, en el ámbito de las artes plásticas.
El Traspatio, por lo tanto, es el resultado de un programa de apoyo al arte emergente en la isla y ayuda a crear sinergias entre diferentes artistas. Este y otros proyectos educativos hacen, además, que el MIAC pueda cumplir con su función de responsabilidad social y mejore así su misión de servicio público. Por otro lado, con esta exposición, bajo mi punto de vista, se huye del elitismo y se promueve una honestidad ética y profesional que contribuye a que los Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT) de la isla redirijan su rumbo y tengan en cuenta la cultura como motor de desarrollo.
La casa, el hogar, un lugar donde permanecer es el hilo conductor de la exposición. Cada uno de los artistas, incluida la comisaria, lo aborda desde su perspectiva, pero de forma armónica en cuanto al conjunto. La comisaria Marianna Amorim realiza una obra interactiva en un espacio recogido, interior, compuesta de una serie de fotografías que se proyectan en una pantalla y se relacionan con un sistema de audio donde, con su propia voz podemos disfrutar de los textos titulados El Principio, El Casamiento y El Divorcio. Un espacio para las emociones.
La escritora y artista Lana Corujo, influida poderosamente por la lectura del Lancelot 28º-7º de Agustín Espinosa llevó a cabo una instalación donde destacan dos cuadros con una simbología sugerente: el caballo, la joven y dos montañas muy especiales para ella: Guatisea y Montaña Blanca, abordando la isla como el propio hogar en relación con la memoria y la literatura. En cuanto a Mariela García, encuentra en la cama (lugar de nacimiento, lugar de la muerte) la inspiración para su instalación. En su caso trabaja la relación que vive una persona que sufre la depresión con la cama y la habitación proporcionándonos un ámbito para la reflexión más íntima. La escultora Cintia Machín, por su parte, realiza una serie de máscaras familiares, a la manera de las máscaras mortuorias romanas que conmemoraban a los antepasados, dispuestas sobre una mesa. En su obra están presentes el diálogo y el conflicto, lo que se hereda y lo que se pierde, lo que se habla y se silencia, todo lo que se comparte en ese ámbito tan conflictivo como importante para los afectos que es la familia. Darío Machín mezcla en sus piezas la tela, la cerámica y el metal a partir de la inspiración que supone para él un lugar significativo de su vida: El Golfo, la costa oscura, rocosa, las zonas intermareales, los charcos recreando con gran originalidad su brillo, color y textura. Su obra, quizás la más conceptual, parece servir de vínculo entre las diferentes intervenciones de sus compañeras. Finalmente Marina Speer, con unos orígenes familiares diversos y una vida un tanto nómada, seducida por la arquitectura local realiza unos cuadros de gran frescura donde retrata fachadas de casas actuales de Lanzarote. También aborda en dos grandes lienzos, desde una mirada infantil, la inquietud por la falta de un hogar permanente. Para mi era inevitable sentirme reconocido en su obra.
La exposición se clausura el 28 de agosto pero, en mi opinión, creo que debería durar más, al menos durante todo el mes de septiembre para apoyar adecuadamente el arte producido y generado en la isla. Además podría convivir y dialogar de forma muy interesante con la Bienal y así se daría la oportunidad a los centros educativos de realizar visitas guiadas con el alumnado para que disfrutaran de la experiencia de visitar este emocionante traspatio. Sería una visita diferente donde, dialogando con la colección, los visitantes y, en especial, lo más jóvenes podrían disfrutar de una mirada cercana, respetuosa a la memoria histórica, tejiendo un paralelismo con la Sala Lasso, corazón del Museo. Por último quiero felicitar a la comisaria y a los artistas participantes, a la directora del MIAC María José Alcántara y al técnico David Machado, además de todo el personal de los museos que ha trabajado para sacar adelante esta iniciativa. Gracias por el esfuerzo de ir construyendo una casa donde podemos encontrar un tiempo y un lugar para soñar.