LA VOZ abre su edición de este viernes con una información clara, concisa y precisa en la que se detalla la precaria situación en la que se encuentra el puerto de Los Mármoles, la puerta de entrada a la Isla no sólo de las ...
LA VOZ abre su edición de este viernes con una información clara, concisa y precisa en la que se detalla la precaria situación en la que se encuentra el puerto de Los Mármoles, la puerta de entrada a la Isla no sólo de las mercancías de las que nos abastecemos sino de los turistas que llegan en cruceros y de los pasajeros que llegan a través de cualquiera de las líneas regulares actualmente en funcionamiento.
Sin caer en la exageración gratuita, hay que subrayar el hecho indudable y objetivo de que el puerto está absolutamente abandonado en todos los sentidos. No parece lógico ni normal que no se haya resuelto ya algo tan básico como es el poder ofrecer a los barcos que atracan en el estrecho muelle todo el agua que necesitan; que no se hayan arreglado los muchos desperfectos ocasionados por el Delta; que no funcione la báscula para pesar las mercancías y los empresarios tengan que acudir a los centros donde se hace la ITV; que opere una segunda grúa que no ganó el concurso público que sí ganó otra que todavía no se ha instalado; que no funcione la oficina del Patronato de Turismo para recibir a los turistas como se merecen; que no se ejecute una sola de las obras previstas y presupuestadas...
Sería casi imposible recoger en un solo artículo editorial todas las cosas que se están haciendo mal en el puerto. Desde luego, lo primero que hay que hacer es apoyar a los sufridos profesionales que tienen que batallar cada día con todas estas deficiencias. Son ellos los más perjudicados por lo que sucede y los que tienen que buscar soluciones alternativas, algunas de ellas, como la de trasladar en camiones la mercancía a los centros de la ITV, realmente imaginativas y costosas.
Con razón, han planteado a esta redacción muchos de estos profesionales que allí operan la necesidad de que los políticos de la Isla se impliquen de una vez por todas en darle solución y salida a todos estos problemas. No entienden por qué hay tanta dejadez, por qué no se actúa para presionar de algún modo a los responsables de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, ese organismo para el que sólo parece existir un puerto en la parte oriental del Archipiélago, el de la Luz.
Nos consta también que se ha pedido un poco de calma al sector. La calma que en teoría llega cuando se produce un cambio como el que ha seguido a la destitución de José Manuel Arnáiz al frente de los puertos del Estado en esta parte del globo. Sin embargo, todo tiene un límite, y la paciencia no es infinita, más bien al contrario. Es finita, y aquí se ha agotado hace tiempo el crédito que se le podía dar a la clase política.
Va siendo hora ya de que se exijan responsabilidades, que no se carguen todas las culpas en los hombros de los de fuera para escurrir el bulto. Los cambios que se han anunciado se tienen que notar, pero ya, porque la imagen que se está dando es realmente lamentable, vergonzosa.