Opinión

Tahíche: Crónica de una tragedia anunciada

Los últimos meses han sido testigos de un aumento exponencial de la violencia dentro de los muros del Centro Penitenciario de Tahíche. Arrecife, un centro penitenciario tranquilo, que es lo que debería de ser por su condición de prisión provincial, que acogiera reclusos con condenas escasas y con delitos no muy importantes en los límites de Fuerteventura y Lanzarote.

La realidad es muy distinta. En éstos últimos meses, la conflictividad que sufrimos en el Centro Penitenciario ha aumentado de forma exponencial, los problemas de hacinamiento, los reclusos de extrema peligrosidad llegados de Las Palmas de Gran Canaria y Tenerife, han desatado en esta prisión un infierno de malestar y violencia que los Funcionarios están padeciendo día a día. Si observamos con detenimiento la calificación de los Centros Penitenciarios de Las Palmas de Gran Canaria, Salto del Negro y San Bartolomé de Tirajana, así como del Centro penitenciario de Santa Cruz de Tenerife, veremos que tienen una calificación de 1.1, siendo la calificación del C.P. Tahíche de 2.2 Insular.

Son prisiones denominadas “tipo”, con departamentos especializados en reclusos de alta peligrosidad, con unas plantillas de Funcionarios mayores en número a la de Tahíche y con unos departamentos de aislamiento o régimen cerrado, con unas dotaciones de Funcionarios muy superiores a las que tenemos en Tahíche. Por una razón que no sabemos a qué obedece, reclusos de alta peligrosidad, como el que le cortó la cara a otro aquí en Tahíche, son trasladados a una prisión de categoría 2.2 insular. Y no lo hizo con un cuchillo, un destornillador o cualquier útil que podamos imaginar, una simple lata de mejillones fue suficiente para agredir a su compañero. Tal es la peligrosidad de estos hombres que no deberían de estar aquí. Si un preso no es capaz de adaptarse, de aceptar el tratamiento o el régimen penitenciario en una prisión 1.1, cómo va a adaptarse en una prisión 2.2 insular, mucho más pequeña, con menos medios y con menos Funcionarios, con un departamento de aislamiento más reducido y sin embargo, tratando con reclusos de peligrosidad extrema. Desde la ampliación en 2015 ha ido poco a poco empeorando.

El tráfico de drogas también es preocupante en Tahíche, al igual que en la mayoría de los Centros de España, debido a las desastrosas consecuencias que puede tener para la salud de los reclusos y la integridad física de los trabajadores penitenciarios. En Tahíche gracias a la profesionalidad de los Funcionarios, de un trabajo desagradable y poco agradecido, del elevado número de placas radiológicas, y del trabajo de los Magistrados que apoyan a los Funcionarios permitiendo dar validez legal a las medidas de control para la prevención del tráfico de sustancias psicotrópicas o estupefacientes, se intenta evitar la entrada de estas sustancias que podrían poner en peligro la vida de los presos. Pero esto tiene un coste terrible, genera a la población reclusa una ansiedad tremenda y desencadena unos conflictos en los módulos donde al final y como siempre, son los Funcionarios de interior los encargados de calmar, aplacar y mitigar unas situaciones dantescas provocadas por la elevada demanda de narcóticos.

Además de todo lo anteriormente citado, constatamos una innegable realidad; Estamos perdiendo efectivos. En los últimos concursos la plantilla se reduce, más funcionarios se jubilan, algunos pendientes de la segunda actividad y en interior, funcionarios tremendamente válidos se pasan a oficinas hartos ya de soportar unas condiciones de conflictividad y riesgo, que ya no pueden asumir. Los Jefes de Servicios, pilar fundamental del orden y la disciplina interior, cansados ya de guerrear en todos los frentes y de llevar sobre sus hombros todo el peso del interior de la prisión cual cruz del Nazareno, acaban desilusionados al absorber parte de los latigazos y sinsabores de tomar decisiones en caliente. Al final, acaban renunciando a su puesto para desempeñar otro de nivel inferior cansados de tanto estrés. Este trabajo quema, y condiciona tu comportamiento con tu pareja, amigos familia…En la calle. Son sustituidos por personal más joven, con ganas e ilusión, pero perder a los veteranos redunda en falta de seguridad y control en la prisión. El funcionario veterano se adapta a un mundo que no es el suyo y con su aguda mirada entrenada por años de observación, es capaz de prevenir antes que lamentar, sólo con su presencia o una palabra a tiempo consigue respeto y desescalar situaciones que harían temblar al más osado y temerario de los hombres. Posee el inconmensurable don de la experiencia, su mirada crítica ve lo que otros ni imaginan. Antes al veterano le ponían en el centro y le preguntaban, '¿cómo lo hiciste?', y el neófito aprendía del veterano, pero ahora se apartan los veteranos, hastiados ya de tantas guerras pérdidas, privando a los jóvenes de su experiencia.

Esto no es desconocido para la Administración, recientemente el grupo Parlamentario de Ciudadanos formuló una pregunta al Sr Marlaska, de cómo era posible que esto sucediera y que reclusos no adaptados al régimen penitenciario en prisiones de categoría 1.1 fueran trasladados a prisiones 2.2 insulares, Lanzarote, donde los medios humanos y materiales son menores. La respuesta que habla sobre la reubicación de los reclusos en Canarias antes que enviarlos a la península es absurda de por sí. Tahíche se ha convertido en un cajón de sastre, en el que cualquier recluso sin importar su peligrosidad es bienvenido siempre y cuando libere la presión de sus hermanas mayores de Tenerife y Las Palmas. Al final, los acontecimientos hablan por sí solos y un recluso casi pierde la vida por tener en la prisión un individuo de alta peligrosidad, del que se informó en numerosas ocasiones, con un número infinito de partes e informes de los Sres. Funcionarios, tan sufridos, que aparte de las funciones atribuidas por el Reglamento desempeñan otras de psicólogos, asesores, consejeros, policías, escribientes, cuidadores y paños de lágrimas para muchos presos, sabían que este señor no debería de estar en Tahíche. Un centímetro más y un preso hubiera pagado con su vida por tener enfrente a otro recluso que no debería de estar aquí por su extrema peligrosidad.

El Sr. Marlaska tilda de “Débiles” a estos individuos. Individuos que son capaces de asesinar sin miramientos a otro ser humano con una lata de mejillones. Ni siquiera se molestan en conseguir un arma, no hace falta. Individuos que nos traen a Lanzarote de otras islas sin pensar en las consecuencias que puedan ocasionar. Individuos que a diario retan a los Funcionarios de Tahíche, que se sienten arropados por esta administración y por este gobierno, que no temen a las consecuencias porque realmente…no las hay. El “buenismo penitenciario” no tiene límites. Esta Administración, teniendo que contentar a sus socios de Gobierno, pacta con amparadores del terrorismo e independentistas, son capaces de promulgar una ley de Seguridad ciudadana que mutila a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y ampara la anarquía y a los violentos. Por supuesto, son capaces de trasladar a los presos de ETA sin importar sus 

consecuencias, de pasar por encima de las víctimas del terrorismo, (Recordemos que las víctimas del terrorismo no tienen un partido político que apoye los presupuestos en el congreso, como los que apoyan al terrorismo y a terroristas tienen a EH BILDU y son necesarios para que el Sr, Sánchez siga sentado en la poltrona presidencial a cualquier coste) Aquí vale todo. No importan las consecuencias. En nuestra isla de Lanzarote vemos cómo la población penitenciaria está llevando a los límites a una prisión que está en su máxima capacidad de actual ocupación. Pero no pasa nada. Los presos que trafican con seres humanos, que viene en indignas pateras elevan los números en la prisión, pero no pasa nada, porque el Sr. Marlaska dice que está bien y que es así como deben de ser las cosas. Los ciudadanos magrebíes que vienen en patera están alojados en hoteles de 4 y 5 estrellas y los ciudadanos españoles de la isla de la Palma en colegios o en naves industriales, pero repito, no pasa nada. A niveles de nuestro sufrido trabajo, ése que la sociedad desconoce, en la que el Funcionario se enfrenta sólo y desarmado a un número que puede llegar a más de 150 reclusos, siendo dos trabajadores en el departamento, los que deben de lidiar con todos los problemas, no pasa nada, los “débiles” del Sr. Marlaska están por encima de todo.

Las agresiones a Funcionarios van subiendo, pero de nuevo no importa! Sólo importan los “débiles”, esos que han dejado hace unos días en coma a un compañero, los que hace poco seccionaron una falange de un dedo a otro de un mordisco, o le propinaron una brutal paliza a un Jefe de Servicios en Melilla, propiciando que casi pierda la visión de un ojo. Repito, no pasa nada, lo importante es que el defensor del pueblo nos criminaliza y presenta a los Sres. Funcionarios como criminales, maltratadores, torturadores, cuando si realmente contrastamos el número de condenas o delitos podemos presumir de ser uno de los cuerpos más limpios de la Administración pública.

Para nuestra desgracia, seguimos sin tener el carácter de Agentes de la Autoridad. Es cierto! El lector no lo podrá creer pero unos señores que tienen que hacer cumplir las órdenes de los Señores Magistrados, los Jueces, que tienen que bregar con individuos altamente peligrosos y que custodian a los presos… no son Agentes de la Autoridad.

Es verdad, quizás es más entendible que un Maestro, un celador o un conductor del autobús sean Agentes de la Autoridad, pero que un Funcionario de Prisiones que trabaja con personas peligrosas no lo sea es algo irracional, incoherente e incomprensible. Las agresiones a los Funcionarios les salen gratis puesto que no tienen el carácter de “atentado a la autoridad” Algo indigno y a su vez, increíble. Yo no digo que los anteriores profesionales citados no lo merezcan, pero por lógica o sentido común, que en este caso es el menos común de los sentidos, no es muy entendible que aquellos que han de usar medios coercitivos y que tienen que enfrentarse con presos de alta peligrosidad, no lo sean. Quizás por que como son los “débiles” para el Sr. Ministro del interior no es necesario, o porque en este gobierno no estamos bien vistos, pero lo cierto es que los Funcionarios de prisiones nos sentimos indefensos. Buena prueba de ello es que el defensor del pueblo no para de ofrecer medidas y protecciones para los reclusos, mientras a su vez, criminaliza a los Funcionarios que sólo intentan realizar sus labores, de la forma más profesional posible.

Para terminar me gustaría compartir una reflexión simple, relativa al Defensor del pueblo. Los Funcionarios de prisiones, también somos el pueblo, y un pueblo que hace vida honrada en libertad y que jamás ha infringido daño a otras personas. También merecemos que nos defiendan y apoyen y no nos criminalicen de forma gratuita.

Saludos desde el Centro Penitenciario de Tahíche donde seguimos trabajando con ilusión en un trabajo desconocido para la gran mayoría, pero del que todos los hombres y mujeres que formamos parte del colectivo de Funcionarios de Instituciones Penitenciarias tanto en Tahíche como en toda España, nos sentimos orgullosos de nuestro buen hacer, profesionalidad y trabajo diario.

José Luis Cubillo Peralta, Vicepresidente de la Asociación Nacional de Jefes de Servicio de IIPP.

Representante Sindical de la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones en Lanzarote.