por MANUELA ARMAS
(Diputada del PSOE por Lanzarote)
La habilidad para ocultar nuestros defectos ylos de nuestros partidos, para pintarnos mejor de lo que somos y para desmontar y descalificar lo que hacen los demás, poco tiene que ver con la política. Sin embargo en Lanzarote, los políticos del pasado y del presente hemos abrazado estas prácticas (que mas tienen que ver con los contravalores humanos) como si fueran la misma esencia de la política y del saber.
Pese a tanto esfuerzo por quedar "magníficos", la reprobación, la desconfianza y el descontento de los ciudadanos de Lanzarote con sus políticos es masivo, la ineptitud y la débil consistencia de nuestros valores y conocimiento han forzado el divorcio de la ciudadanía de sus representantes públicos. No se me ocurre una circunstancia más desdichada para un político que verse rechazado por quienes juró o prometió respetar y cuidar.
El sistema político del que nos valemos está en una situación de crisis crónica que lo conculca y amenaza con deslegitimar a los políticos si no se contiene la abstención y se recupera la confianza de los ciudadanos. Todos nosotros somos responsables de ésto y responsables también de solucionarlo.
Quienes en primera instancia debíamos construir una Democracia y desarrollarla, hemos fracasado.
Quienes debíamos buscar entre todo el Conocimiento Histórico y todas las Ciencias aquello que sea de ideal aplicación aquí y venga a mejorar nuestras condiciones de vida, hemos fracasado y confundido el camino.
Quienes debíamos forjar la Unidad de la gente de Lanzarote, hemos fracasado.
Creo que nuestra primera tarea política, la de todos los políticos de Lanzarote no puede ser otra que la de promover la reconciliación con los ciudadanos. Como en toda circunstancia de agravio lo que inicia el desagravio es el reconocimiento, debemos hacer un largo ejercicio de autocrítica y determinarnos a reponer las condiciones que producen el alejamiento delpueblo de los políticos. Debemos aprender a sentir un profundo respeto por los ciudadanos, a conocer sus necesidades para anticiparnos a ellas, a ser solícitos e interpretar sus deseos, debemos deparar a nuestros ciudadanos un exquisito trato democrático y poner todas las condiciones necesarias de transparencia en la gestión institucional para que sean los propios ciudadanos quienes puedan garantizar que nunca más se volverá en Lanzarote por los foros de la promiscuidad política y del oportunismo.