Después de haber formado parte del gobierno del Cabildo de Lanzarote, con San Ginés al frente, he de confesar que no me ha sorprendido en absoluto la crisis creada por el presidente.
San Ginés tiene una concepción patrimonial del poder, le cuesta entender una autoridad compartida y su ideal del diálogo consiste en tener alrededor oyentes que no le interrumpan y, mucho menos, que no osen llevarle la contraria.
Tan solo desde ese convencimiento de encontrarse muy por encima de sus propios compañeros y compañeras de corporación, se puede entender su falta de respeto, su prepotencia y soberbia al cesar al máximo responsable de un área que el pacto atribuía al PSOE.
Falta de respeto, prepotencia y soberbia a la que se le suma la actitud chulesca de y ahora entren, que aquí no ha pasado nada.
El PSOE no puede tolerar esa actitud de San Ginés. Mal comienzo es éste para un pacto. Un pacto exige lealtad, respeto y confianza y San Ginés ha dejado claro que desconoce esas exigencias.
Comenzó con un discurso de investidura impropio, desagradable y un punto malencarado, manifestando públicamente su desconfianza inicial hacia el PSOE que no le ríe las gracias y añorando a algunos consejeros que con su actitud pusilánime, y su falta de respeto a las decisiones del partido, le entregaron un cheque en blanco el pasado mandato.
Continuó con el cese que ha disparado el conflicto y, en el colmo del cinismo, responsabiliza al PSOE de la crisis generada por su incapacidad para comprender lo que significa un pacto.
Creo, sinceramente, que mi partido ha acertado en la respuesta que ha dado: mantenemos vivo el pacto, no buscaremos mayorías alternativas pero no nos incorporaremos al gobierno hasta que San Ginés rectifique.
Lo contrario sería cambiar nuestra dignidad por sueldos y sillones y El PSOE está muy por encima de eso.
Rocío Arredondo, Secretaria Local de Teguise