Opinión

Sí es el momento

El SIVE falla. Se puede disfrazar, suavizar o relativizar, pero lo concreto es que el Sistema Integral de Vigilancia Exterior no es lo suficientemente efectivo. Y desgraciadamente, ha quedado plenamente de manifiesto de la mano de una ...


El SIVE falla. Se puede disfrazar, suavizar o relativizar, pero lo concreto es que el Sistema Integral de Vigilancia Exterior no es lo suficientemente efectivo. Y desgraciadamente, ha quedado plenamente de manifiesto de la mano de una ...

El SIVE falla. Se puede disfrazar, suavizar o relativizar, pero lo concreto es que el Sistema Integral de Vigilancia Exterior no es lo suficientemente efectivo. Y desgraciadamente, ha quedado plenamente de manifiesto de la mano de una tragedia sin precedentes en la isla. Han hecho falta al menos 25 cadáveres, la mayoría de niños y adolescentes, para que el Gobierno de España reconozca que "ante determinadas circunstancias", los radares pueden no ser efectivos.

El problema es que cuando el Ministerio del Interior habla de las dificultades para detectar embarcaciones pequeñas en días con fuerte oleaje, pierde de vista que esos dos requisitos se dan de forma habitual en casi todas las llegadas de pateras a Lanzarote. Por el tipo de viaje que realizan las embarcaciones que arriban a esta isla, las barcas suele ser de menores dimensiones que en otros casos. Y en cuanto a las olas, tal como han confirmado desde la Agencia Nacional de Meteorología a La Voz de Lanzarote, lo cierto es que las condiciones del mar en aquella trágica noche no eran ni mucho menos extremas.

El viento y el mar de fondo complicaron las labores de rescate, y efectivamente había olas, pero éstas eran de entre dos y tres metros. En definitiva, las mismas que puede haber durante muchísimos días del año en el norte de la isla. De hecho, ni siquiera se había decretado ningún tipo de alerta, como las que sí se han registrado en los últimos meses.

Por eso, achacar el fallo del SIVE al mal estado del mar es como decir que no funciona para detectar embarcaciones en el agua. Porque el mar, por obvio que parezca, tiene olas. Y si un sistema de vigilancia sólo sirve cuando el mar está como un plato, la conclusión es que no sirve, pese a que en su día lo vendieran a bombo y platillo.

Desde el partido que gobierna en el Estado, el Partido Socialista, no han perdido oportunidad de cargar contra los políticos que en los últimos días han cuestionado el funcionamiento del SIVE o la política de inmigración del gobierno, acusándoles incluso de intentar sacar "rédito político de esta tragedia". Pero independientemente de la motivación que haya estado detrás de cada una de las declaraciones que se han realizado, lo cierto es que es tan legítimo como necesario analizar qué ha fallado para que cuatro niños y más de una quincena de adolescentes, además de otros adultos que viajaban en esa patera, hayan terminado su vida de esta manera.

En estos días, cualquier persona de bien ha tenido, al menos su corazón, un poco cerca de este drama. De esa niña de ocho años, cuyo cuerpo fue el primero en aparecer. De ese chico que no había cumplido los diez años, y se fue hundiendo poco a poco, sin fuerzas para ofrecer resistencia, y sin que nadie pudiera evitarlo. Pero lo cierto es que, más allá de la consternación compartida, cada cual ha tenido que tener su misión ante esta tragedia.

Y para cualquier político, pensar o hablar estos días de qué ha fallado es incluso una obligación, entre otras cosas para evitar que algo así vuelva a repetirse. Probablemente, incluso cualquiera de esos buzos que se ha pasado varios días de inmersión en inmersión, teniendo que arrancar del mar cuerpos de niños que tenían toda la vida por delante, afrontando una situación inimaginable para la mayoría, se haya parado en algún momento a preguntarse "¿por qué?"

Sin duda, las respuestas a esa pregunta son muchas. Y desde luego, algunas no están en manos del Gobierno de España. La desigualdad de un mundo que obliga a niños a dejar su continente y jugarse la vida, precisamente para intentar sobrevivir. La crueldad de unas mafias sin escrúpulos. Unos países de origen que sin duda no ponen los medios necesarios para evitar esta situación... Pero además de todos esos temas, que sin duda también tendrán que ser motivo de reflexión y sobre todo de búsqueda de soluciones, también hay otros factores que sí pueden estar bajo el control de este país, como tener sistemas que de verdad funcionen en cualquier circunstancia, o al menos en unas circunstancias habituales, como las que se dieron el pasado domingo.

Lo sucedido no puede dejar indiferente a nadie. Y ni se puede aprovechar como arma para desgastar a un partido político, ni se puede intentar mirar para otro lado, aferrándose a excusas inaceptables. Está claro que terminar con estos viajes que pueden acabar en muerte será un objetivo difícil, pero todo lo que se pueda hacer para evitar que algo así vuelva a repetirse, habrá que hacerlo. Y cuanto antes.