Se cree el ladrón que todos son de su condición; esto es lo que le pasa a la clase política con La Graciosa y más aún si hablamos del Consejo de Gobierno de Canarias con su presidente actual al frente, el socialista Ángel Víctor Torres.
Intentar controlar mi ira como vecina de esta isla está siendo más complicado que saber quién será el alcalde de Haría. El pueblo de La Graciosa no puede más. El señor Valbuena, que en
cuatro años aún nadie le ha explicado dónde quedamos en el mapa, lleva a uno de los últimos consejos de gobierno de esta legislatura la aprobación del tan ansiado Plan Rector de Uso y
Gestión del Archipiélago Chinijo. Con nocturnidad y alevosía además de la connivencia de sus súper coleguis, los floreros han decido el futuro de un pueblo.
Miren, no estoy en contra de la aprobación en sí porque se lleva hablando de la necesidad de ordenar el territorio natural de este Archipiélago desde antes de yo nacer y por desgracia ya
no soy una niña. Pero, las cosas no se hacen así. Condicionar la vida de una isla y de los pueblos de Caleta de Famara y Soo necesita al menos de una reunión vecinal. La aprobación de
este documento hay que trasladarla al día a día y se traduce en cosas tan básicas como saber si se podrá construir un tanatorio, si al fin tenemos espacio para un punto limpio, si el muelle de Pedro Barba se convierte en refugio, si en algún momento podremos tener viviendas de protección oficial, qué pasará finalmente con nuestra ganadería o quizás para ustedes más importante, en qué situación queda su amigo Zapatero y vecinos.
Los ciudadanos no sabemos nada. Aunque se cumpla con la ley haya plazo de alegaciones, es también una responsabilidad moral de la política hacerse cargo de que un documento tan técnico de más de 600 páginas se someta al menos a un proceso de participación ciudadana.
Ni siquiera se reunieron con las asociaciones o pidieron al Ayuntamiento de Teguise convocar el Consejo de la Ciudadanía de La Graciosa que ya en época del concejal Domingo Cejas hizo
una labor extraordinaria elaborando un documento donde todos los agentes implicados dijeron cómo querían que fuese su futuro. Como se van ahora, se lavarán las manos. No te queda nada, Lady.
Deleznable que se juegue así con generaciones y generaciones que se partieron el lomo para que La Graciosa sea hoy el paraíso de Canarias. Qué bueno tuvo que estar ese almuerzo en
Madrid después de aprobar en el Senado el Estatuto de Autonomía de Canarias y aplaudir todos con felicidad la inclusión de La Graciosa como octava isla. Hoy ya nadie se acuerda de esa pequeña isla que no tiene ni representación política y mientras saquen la foto en FITUR se piensan que se soluciona el mundo. Aquí vivimos personas con necesidades, con vida, con hijos
y sobre todo que no tienen culpa de vivir en una isla no capitalina.
El único objetivo de este artículo es que nos respeten y que por supuesto los políticos de Canarias no se piensen que se pueden reír de nosotros.