Opinión

San Ginés, fiestas de cultura y tradición marinera

Por Antonio Leal Aguilar Nuestro organismo y los diferentes colectivos que lo componen, desde una posición crítica y reflexiva, pensamos que las fiestas de San Ginés requieren de un giro con urgencia, abriendo nuevos cauces que la integren totalmente en sus ...

Por Antonio Leal Aguilar
Nuestro organismo y los diferentes colectivos que lo componen, desde una posición crítica y reflexiva, pensamos que las fiestas de San Ginés requieren de un giro con urgencia, abriendo nuevos cauces que la integren totalmente en sus ...

Nuestro organismo y los diferentes colectivos que lo componen, desde una posición crítica y reflexiva, pensamos que las fiestas de San Ginés requieren de un giro con urgencia, abriendo nuevos cauces que la integren totalmente en sus orígenes marineros. Hay muchas cosas que cambiar en la celebración de la fiesta grande de la isla, una nueva filosofía se precisa en la programación de los actos.

Se ha perdido sus auténticas raíces y se ha convertido en los últimos años en una mera imposición televisiva donde lo único que prevalece es la presunta espectacularidad y majestuosidad y determinados intereses empresariales. San Ginés dejó de ser una fiesta participativa, para disfrute del pueblo, convirtiéndose en un simple escaparate, con celebraciones consumistas de elevado coste económico.

Hoy en día, a cualquier padre de familia, llevar a disfrutar a su hijo o hijos de la fiestas de San Ginés, le llega a costar en algunos casos la mitad del sueldo de su trabajo mensual, produciendo en las familias verdaderos problemas económicos caseros. Ante esta situación, el propio Ayuntamiento debería de poner una solución que de alguna manera proteja al ciudadano para que éste pueda disfrutar de dichas fiestas. Debe hacer un control riguroso y real sobre los costes de los ventorrillos y de algunas atracciones y diversiones, que el pueblo suele usar para su disfrute.

Con respecto a los chiringuitos y casetas habría que intentar guardar una armonía en cuanto al decorado, para que se mantenga una misma línea de estética. En algunos casos, ciertos individuos hacen realmente lo que les viene en gana, realizando verdaderas cuadras. Se debe tener en cuenta que estos ventorrillos van servir al ciudadano residente, al ciudadano de los interiores de la isla y a los turistas que en esta fechas del mes de agosto nos visitan y acercan su curiosidad a las fiestas más representativas de nuestra isla. Por ello, se debe llevar a cabo un seguimiento y una inspección sanitaria exhaustiva y muy meticulosa.

La fiesta de una capital como Arrecife, debe ser el espejo ejemplarizador donde se mire y trate de superar el resto de los municipios. Esto hoy no ocurre. En la actualidad, cualquier pueblo o barrio muy poco tiene que envidiar a las fiestas de San Ginés.

Y todo esto se lo debemos a que desde hace años se está llevando una política poco imaginativa, que no ha aportado nada nuevo a nuestras fiestas capitalinas. En algunos casos los políticos han llevado la propia gestión del festival con el asesoramiento de algunos empresarios económicamente interesados, sin contar con el equipo de trabajo que supuestamente debe de tener por fuerza un Ayuntamiento. Al mismo tiempo, la mayoría de las veces, no se ha contado con el pensar de los grupos y asociaciones que en la actualidad están censados en Arrecife.

San Ginés, en el dique seco

Con el personal que posee en la actualidad el Ayuntamiento de Arrecife, se puede plantear una programación de las fiestas que realmente tenga el sabor porteño y marinero que antaño tuvo. Debemos reconocer que este departamento necesita mucho más personal para hacer un trabajo perfecto.

La tarea no es tan difícil ni complicada. Todo pasa por pasar por el cribo, por la cesnidera. Todo aquello que de alguna manera nos rompe con nuestra historia alejándonos cada día más de nuestra identidad como pueblo marinero. Se tienen que realizar nuevas técnicas capaces de crear un nuevo programa que, de alguna manera, vincule a nuestro pueblo y haga que se sienta identificado con todo aquello que le rodea durante las fiestas, y no crear experimentos de todo tipo.

Tanto paganos como religiosos, lo que hacen es atrofiar y envolver en una telaraña todas nuestras costumbres que desde siempre nos han definido como un pueblo mirando al mar.

Desde hace mucho tiempo las fiestas de San Ginés se está viendo invadidas por expresiones físicas del interior de otros pueblos y, en algunos casos, desde otros rincones de nuestro archipiélago o de otras naciones y costumbres que nada tiene que ver con nosotros ni con el mar, ni con el auténtico sabor a costa, acordeones y parrandas marineras. Las fiestas han ido evolucionando condicionadas por lo que se ve en la televisión, lo que se oye en la radio, lo que se lee en la prensa o por los económicos intereses de tres empresarios.

Las innovaciones presuntamente modernistas, y esas nuevas creaciones que de alguna forma se quieren vender al pueblo como algo ya tradicional o necesario, no tienen ni pies ni cabeza porque al final lo único que nos produce son perjuicios. Ya nada nos pertenece, todo es de fuera, se pierde nuestra historia, costumbres, nuestra identidad como pueblo.

La fiesta de San Ginés son un barco que si no lo timoneamos bien irá caóticamente a la deriva, sin rumbo y con una brecha abierta a punto de hundirse, por lo que, o se toman medidas a tiempo o lo perderemos definitivamente. Pero antes de proseguir, dejar muy claro que nosotros entendemos y tenemos muy claro que toda fiesta tiene que evolucionar con el paso del tiempo, avanzar, adaptarse a las nuevas generaciones y costumbres, pero sin perder sus raíces, su identidad, su particularidad y ese sello especial que la diferencia del resto.

Tenemos que impedir que ciertos personajes introduzcan copias de otras fiestas o lugares que en la mayoría de los casos son negativas para nuestro pueblo. El nuevo concejal de Festejos debe comenzar una nueva andadura con estas fiestas, y encaminarlas hacia su auténticas raíces y orígenes, rescatando sus tradiciones marineras (sus juegos, actuaciones, y su espontaneidad musical, festiva y social).

Tenemos que unir nuestras costumbres con el tiempo que nos toca vivir, pero evitando que estas fiestas se sigan convirtiendo en una mera imposición televisiva, del concepto contemporáneo, nada participativa y al mismo tiempo pasiva. La fiesta ha de seguir siendo nuestra imagen clara como pueblo, combinándolas en algunos casos con la modernización.

San Ginés se tiene que volver a convertir en esas fiestas, que todos esperábamos con ilusión, tanto niños como adultos. Donde disfrutábamos, participábamos y era algo nuestro, diferente a las demás fiestas. "San Ginés" por su belleza y por su particularidad, se convirtió en una fiesta de interés turístico, ese interés hoy es sólo ciencia ficción. Se ha perdido la imaginación y la participación del ciudadano.

Estas fiestas se han estado salvando gracias a la increíble experiencia, profesionalidad y esfuerzo de algunos funcionarios, que año tras año los vemos trabajando en la calle, en las oficinas, como verdaderos profesionales. Es por lo que proponemos la inmediata creación del Patronato de Festejos, en el cual participen los colectivos sociales para, entre todos, luchar por la mejora de las fiestas de San Ginés.

*Antonio Leal Aguilar, presidente de Titeroygakat