Reflexionar.
Este 2018 que está pasando ha sido un año duro, difícil y muy extraño para mi, tanto en lo personal como político. En lo personal las cosas afortunadamente se han ido reconduciendo en algunos casos y en otros ha terminado con el peor final posible, como nos ocurre a todos. Y en lo político también ha sido un año muy complejo, donde la ruindad y la maldad han campado a sus anchas. Cuando me preguntan si el mal existe, mi respuesta es clara: "SÍ, el mal existe y además se manifiesta de múltiples formas", porque a pesar de tener 32 años lo he visto muy cerca y muchas veces. Lo vi en directo en el fallecimiento de mi compañero de trabajo un 24 de diciembre, lo vi y lo sentí muy cerca cuando familiares y amigos cayeron gravemente enfermos o no superaron alguna enfermedad, y lo he visto y vivido exponencialmente en la política con actitudes que buscaban la destrucción personal con mentiras y con el hostigamiento inquisitorial en la plaza pública ante los ciudadanos sin haber estado imputado, ni condenado.
La última que sirve de ejemplo de este modo de actuar ha sido la ocurrencia de Carlos Espino de meterse con mi supuesta orientación sexual y reproducida por sus amigos los agitadores podemitas... que viniendo de la izquierda suena muy "tolerante";, ¿verdad?.
Creo que esta actitud de Carlos Espino y su círculo de influencias es una flagrante equivocación por parte de la izquierda. Está claro que todos nos equivocamos. Es cierto que he cometidos errores y los seguiré cometiendo porque soy un ser humano, es cierto que he fallado y que no he estado acertado en algunas decisiones, eso también es cierto, pero nunca me han dolido prendas en pedir disculpas. Pero aún así una parte de la progresia mediática y política insular se sobrepasó conmigo más allá de los límites de lo razonable y, a mi juicio, se siguieron cruzando todas las líneas rojas al ser objeto de una campaña brutal de desprestigio personal en la que no dudaron en usar aspectos personales y familiares de mi vida privada sin estar ni imputado ni condenado y esto lo repetiré una y mil veces.
Ayudar.
Ahora, con el tiempo sosegado, cuando todo se termina colocando en su sitio, con ese tiempo que actúa a modo de juez y sumando también el apoyo espontáneo de todas las personas que se me han acercado, que me han animado, que me han escrito para que siga ayudando en la medida de mis posibilidades a cambiar las cosas que están mal, que son mejorables y solucionables, en nuestra ciudad de Arrecife, comprendo y sé que debo estar mano a mano y codo a codo trabajando intensamente por esta cuidad, formando parte de un equipo fuerte, sólido, de gente normal y trabajadora, que sea reflejo de nuestra sociedad arrecifeña. Y es ahora cuando veo con claridad que los ataques que sufrí y seguiré sufriendo, lejos de abandonar y de que provoquen en mí una desmoralización, deber servirme como impulso y acicate para seguir presente en la política local y ayudar a mejorar esta gran ciudad que ellos, los mismos que me critican, no son capaces de mejorar.
Creer.
Me he dado cuenta de la importancia de la reflexión y en este tiempo también he sido plenamente consciente de la gran influencia que ejerció en mi el político que más ilusión creo en Arrecife en los últimos años como fue Cándido Reguera. El único líder que fue capaz de ilusionar a toda una cuidad sumida durante décadas en la decadencia del PSOE, el mismo partido que no le dejó terminar el proceso del cambio que se había iniciado en Arrecife.
Él creyó y pudo devolver la esperanza a esta ciudad. Nos contagió y de ahí su resultado electoral de 2011. Él, mi jefe (como me gustaba llamar al Alcalde), Cándido Reguera, me dejó manuscrito y elaborado un 27 de diciembre de 2014, apenas 20 días antes de que nos dejara, un plan para Arrecife; un plan de las actuaciones básicas en la ciudad que pondré a disposición del equipo que se conforme. Y créanme que es realmente "ilusionante", tal y como sentía y decía al coger los mandos de la ciudad. Por eso no dejo de creer, creer que esta ciudad tiene solución, tiene remedio, tiene esperanzas y tiene salida. Estamos a 200 días de cambiar el rumbo de las cosas, de canalizar todo aquello que durante estos últimos 4 años no se ha realizado. Va llegando el momento de darle la vuelta a la situación y yo estoy dispuesto a recoger el testigo de Cándido Reguera y volver a apostar por esta ciudad. Ya solo haría falta que entre todos lo hagamos.
Joel Delgado, senador por Lanzarote y secretario general del PP de Lanzarote