La Ley contra la violencia de género o la Ley de Igualdad, constituyen auténticos hitos de los que las mujeres y los hombres socialistas podemos sentir un legítimo orgullo.
Sin embargo, no podemos contentarnos y menos aún caer en la autocomplacencia. La historia demuestra que los cambios sociales son mucho más lentos, y más complejos, que los cambios legislativos.
En especial, después del auténtico cuatrienio negro que ha supuesto el mandato de Mariano Rajoy, la desigualdad sigue haciendo estragos.
Las mujeres cobramos casi un tercio menos que nuestros compañeros. La pobreza, cada vez más, tiene cara de mujer. La violencia de género y su odiosa cohorte de muertas sigue campando entre nosotras.
Queda mucho por hacer. Queda conseguir que lo dispuesto por las leyes se traslade a los principios y valores que orientan nuestra vida cotidiana.
Todavía hoy el sexismo impregna la educación, la convivencia e, incluso, la educación que reciben nuestras niñas y nuestros niños.
Por eso sigue siendo necesaria la celebración del ocho de marzo.
Porque las mujeres seguimos constituyendo esa mitad de la población que es diferente en oportunidades y en derechos a la otra mitad.
Como mujer, como política, siento una rabia enorme cuando me paro y pienso que en pleno siglo XXI el reto sigue siendo el mismo: ser iguales, rabiosa y profundamente iguales.
Sé que hemos avanzado. Sé que es mucho lo que se ha hecho. Pero por momentos se antoja escaso. Cada vez que se produce una nueva muerte nos damos cuenta de lo insuficiente de nuestro trabajo. Cada vez que nos golpea un dato estadístico sobre diferencias salariales cobramos conciencia de todo lo que queda por hacer.
Tengo que hacer un esfuerzo. Tengo que empeñarme en ser objetiva y mirar el Boletín Oficial del Estado y reconocer que el trabajo legislativo esté hecho. Pero luego me paro y pienso en la enorme cantidad de trabajo que nos queda por hacer en nuestras casas, en las instituciones, en las empresas.
Por eso, porque queda aún mucho por hacer, sigue siendo necesario conmemorar el ocho de marzo.
María Dolores Corujo Berriel, Secretaria Insular del PSOE de Lanzarote