Opinión

Que lo regulen los mercados

Por Damián Peña Algunos recordarán todavía esa reivindicación fundamentalista de los sectores más neoliberales de nuestra sociedad reclamando la libre regulación de la economía a través de los mercados. Para ellos la solución era entregar todo ...

Por Damián Peña
Algunos recordarán todavía esa reivindicación fundamentalista de los sectores más neoliberales de nuestra sociedad reclamando la libre regulación de la economía a través de los mercados. Para ellos la solución era entregar todo ...

Algunos recordarán todavía esa reivindicación fundamentalista de los sectores más neoliberales de nuestra sociedad reclamando la libre regulación de la economía a través de los mercados. Para ellos la solución era entregar todo el poder a los mercados, y reducir la intervención del Estado a su más mínima expresión.

Su confianza en la capacidad reguladora de los mercados era infinita. El Estado molestaba y distorsionaba el libre juego de la economía, según ellos. Molestaba especialmente cualquier tipo de regulación del mercado laboral, por mínima que fuera.

Los que defendían la supremacía absoluta del mercado son los primeros ahora en pedir la intervención del Estado para salvar el sistema financiero. Aquí ya no procede, al parecer, dejar en manos de los mercados y de su capacidad autorreguladora a las grandes entidades financieras que, por qué no decirlo, son los verdaderos responsables de la crisis actual.

En España, las primeras en caer han sido las cajas de ahorro. En otros países no ha existido ese debate sobre las cajas. ¿Conclusión? O lo cajas españolas estaban en peores condiciones que las demás o es que la ocasión era demasiado golosa para quedarse la banca privada con ese importante sector económico. El resultado es que de un plumazo se han cargado ese entramado de pequeñas, medianas y grandes cajas de ahorro públicas, convertidas ahora en bancos que no tardarán en ser absorbidos,tarde o temprano, por los grandes grupos financieros.

Otra conclusión. La crisis financiera causada por los grandes bancos les ha servido para aumentar sus cuotas de mercado y aniquilar a esos competidores no deseados, de propiedad pública. Se ha perdido la gran oportunidad de fortalecer un sector financiero público como contrapeso a los grandes grupos y sus intereses.

Ése es uno de los grandes reproches que se le puede hacer al Gobierno de Zapatero. Lo que han hecho con las cajas de ahorro sería comprensible en caso de ser un gobierno de derechas. Pero seguramente nadie ha votado al PSOE para que le haga el trabajo sucio ala derecha ni para que realice políticas de derechas. Incluso cabría decir que quizá el PP no se hubiera atrevido a tanto.

Vemos la mutación realizada ahora por las dos cajas canarias, cada una integrada en una estructura diferente. De ser dos grandes actores en la economía canaria han pasado a ser propietarios del apenas 1,5 por ciento y 5 por ciento de sus respectivos bancos. Esas cuotas disminuirán poco a poco en las sucesivas ampliaciones de capital hasta resultar del todo insignificantes. Y con ello, objetivo conseguido.

No estamos ante una crisis energética, ni de producción o algo similar, estamos ante una situación que es el resultado de la voracidad de un sistema financiero, incapaz de autolimitarse, y para el cual las personas, los ciudadanos, no son más que simples consumidores, cuya finalidad existencial no es más que consumir a fin de producir beneficios a los mercados.

Finalmente, han pagado nuevamente los ciudadanos. Por una parte, a través de recortes sociales y laborales; por otra, con la pérdida de un importante patrimonio público e instrumento para la regulación del mercado financiero. El negocio ha sido redondo para algunos, hay que admitirlo.

*Damián Peña, portavoz de Opción por Lanzarote