"La fuente de las mariposas"Me parece sano reflexionar. Es más, me parece necesario. Y, cuando ostentas una responsabilidad pública, considero una obligación reflexionar, con visión de futuro y con altura de miras. Porque ...
"La fuente de las mariposas"
Me parece sano reflexionar. Es más, me parece necesario. Y, cuando ostentas una responsabilidad pública, considero una obligación reflexionar, con visión de futuro y con altura de miras. Porque así pienso, eso hago cada vez que me viene la inspiración. En cada momento según el estado de ánimo que me pueda y, generalmente, en el contexto de los debates candentes en Arrecife y en Lanzarote, donde, como es obvio vivo, actúo y por tanto más palpo, más me duelo e, indiscutiblemente, más responsabilidad tengo. Vamos, así pienso.
Me gustan las letras de Joaquín Sabina, aunque algunas no las acabo de entender y con otras no me identifico. Pero, con muchas sí. "Noche de bodas", sobre todo cuando la canta junto a Chavela Vargas, es una de las que más me cautivan. Casi todos los versos de esa canción me parecen un canto al derecho a vivir libre.
Para vivir en sociedad, que es lo que hace la raza humana desde hace siglos, me parece muy sano "Que el corazón no se pase de moda". Pero, además, para seguir siendo personas y no meros números, vecinos anónimos, secundo, proclamo, reivindico: "Que ser valiente no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena. Que no te compren por menos de nada. Que no te vendan amor sin espinas. Que no te duerman con cuentos de hadas. Que no te cierren el bar de la esquina."
Parece que en nuestra sociedad no todos pensamos así. La generalidad tiene asumido que para llegar, para permanecer, es mejor callar. Parece que la vecindad asume que todos tenemos precio. Nos cuesta asumir que todo amor tiene espinas, que todo lo que vale cuesta. Nos hemos acostumbrado en exceso a los cuentos de hadas, a los cantos de sirena. Afortunadamente, va lento lo de cerrar el bar de la esquina y en él alegamos. Pero, no me resigno a que sea solo, en los bares, en las esquinas, donde podamos hablar.
Ojalá que el corazón nunca se pase de moda. Ojalá no nos cierren el bar de la esquina, ni el teleclub del barrio, ni la tiendita de la calle de atrás. Y que en esos sitios sigan existiendo los cabildos de los barrios. Ojalá.
Pero, igualmente, ojalá sigamos conviviendo con gente que reflexiona en voz alta, ojalá, de verdad, practiquemos y no solo pregonemos que nos gusta que la gente pueda opinar libremente. Ojalá que seamos capaces de respetar a quienes opinan aunque no nos guste lo que digan. Ojalá que ser valiente no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena.
Por Lorenzo Lemaur Santana