Opinión

Poemas en pandemia

Hace cinco años que llegó la pandemia del coronavirus a trastocar nuestras vidas y Ediciones Remotas ha tenido el acierto de publicar el último poemario de Alexis de la Cruz Otero Pandemia a corazón abierto una suerte de diario en verso sobre los primeros dos meses y medio del confinamiento (marzo-mayo 2020) hasta que en Lanzarote se decretó el paso a la Fase 1 de la desescalada.

Alexis de la Cruz estudió Filosofía en la Universidad de La Laguna y en 2015 publicó su primer libro de poesía Eclipse de Girasol, que en la actualidad es difícil de conseguir y convendría reeditar. También ha colaborado en publicaciones sobre los escritores Leandro Perdomo y Benito Pérez Armas pero es conocido, especialmente, por regentar la librería de segunda mano La Madriguera, en la calle Porlier 6 de Arrecife. 

Seguimos al conejo blanco. Un hombre joven abre las puertas verdes de su madriguera, de su librería. Desempolva los libros en los estantes. Saca fuera el jolatero con los libros canarios y el baúl y las cajas de fruta llenas de cuentos y novelas de saldo. Esa es su rutina. Pero Alexis de la Cruz es mucho más que un librero. Es uno de los lectores más sagaces que conozco. Del mismo modo, La Madriguera es mucho más que una librería de lance. Es un lugar para encontrarse con la literatura y la buena conversación. Allí nunca se puede ir buscando ningún libro, debe uno dejarse encontrar por ellos o seguir las recomendaciones adecuadas de Alexis. Decía Novalis, en una de las tantas referencias cultas que tiene Pandemia a corazón abierto, que hay que romantizar el mundo. Eso hace nuestro librero con La Madriguera por una de las calles más noveleras de Arrecife: hacer más hermosa nuestra ciudad y demostrar que los libros son un artículo de primera necesidad -y no solo en pandemia-. 

Todo empieza con un viaje no realizado a Japón. Con una alusión a los idus de marzo. Con referencias a La Peste de Camus y, sobre todo, a las inquietudes de una persona que debe convivir con lo incierto y lo terrible. Así comienza Pandemia a corazón abierto, donde Alexis de la Cruz realiza un notable esfuerzo literario y un ejercicio de desnudez, de despojamiento. El amor y el virus. La inspiración no deja de ser un virus. Todas las inquietudes que surgieron aquellos días, aquellos meses hasta que entramos en la Fase 1 y de nuevo pudo abrir su librería se abordan, de algún modo, en este libro que comienza con un verso limpio, depurado y va creciendo y se estira, atrapando al lector.

La poesía, como sugería Jean Genet, es una visión del mundo que se obtiene con esfuerzo, a veces agotador, de la voluntad tensa como un arbotante. La poesía es voluntaria. No es una blandura, una entrada libre y gratuita por los sentidos; no se confunde con la sensualidad, sino que, oponiéndose a ella, nace de los lugares más cotidianos que se han vuelto extraños. ¿Qué hay más extraño que una pandemia que nunca imaginamos perturbando el ánimo, alterando las rutinas, trastocando la visión del lugar amable en el que vivimos?

También decía Jean Genet que todo acontecimiento de nuestra vida no tiene más importancia que la resonancia que ha tenido en nosotros. La pandemia del coronavirus será un recuerdo -aunque el paso del tiempo aligere la memoria- que nos acompañará durante el resto de nuestras existencias a aquellos que la vivimos y al leer este poemario recordaremos muchos detalles o evocará en nosotros algunos de los difíciles momentos de ese tiempo. El confinamiento. La ansiedad. Los entretenimientos para tantas horas en la casa. Las noticias desasosegantes. Los pequeños instantes de libertad: los paseos con los perros (la inolvidable Duna en el caso de Alexis) por un Arrecife solitario y descrito, especialmente en el caso del Charco de San Ginés y sus barcas, de forma muy bella.

Uno de los aspectos que me ha resultado más interesante de la lectura de este libro es que Alexis de la Cruz aporta en su propia lección sobre la poesía: La verdadera esencia de la poesía no reside / en mirar la Luna, sino en saber ver su cara oculta./ Solo así es posible descifrar el misterio. Continúa: Escribir un poema es traducir a la naturaleza./ Y eso es el poeta: un traductor de la naturaleza. Mientras las palabras no emocionen no serán poesía. Grácil / Espontánea / Libre de impurezas  / Cuanto más despojado esté de figuras literarias / más depurado será el lenguaje. Y más poderoso. / sencillo, directo al corazón de las personas. (4/4/2020)

Así es. Los versos de Alexis emocionan, llegan directamente al corazón en su aparente sencillez y remueven algo por dentro. Probablemente nos evocarán recuerdos propios sus confesiones personales a través unos poemas que se explican a sí mismos.

Quizás resulte demasiado sencillo resumir un ideario estético diciendo que la poesía se explica por sí misma, pero también puede resultar peligroso aceptar que la poesía nos la expliquen los demás según unas particulares teorías interpretativas… Como explica a través del personaje de Carlos de Los Puercos de Circe en un supuesto artículo para el diario La Tarde, Luis Alemany, recientemente fallecido. Pero en este libro ese ideal parece confirmarse.

Alexis de la Cruz, nuestro librero-poeta encuentra durante la pandemia un momento para escribir, para la reflexión, el recuerdo y el recuento de las pérdidas. El silencio de los muertos nos obliga a inventar respuestas, como sugiere la poeta canadiense Anne Carson en su libro Nox, que dedica a la muerte de su hermano. Eso hace Alexis en cierto modo, buscar respuestas a una ausencia que lo ha marcado desde la infancia. Lo que nos hace más humanos es nuestra capacidad de convivir con los muertos señala Cristina Rivera Garza aludiendo a John Berger en su inolvidable Autobiografía del algodón. ¿Cómo logramos convivir esos meses con la incertidumbre de la enfermedad y la cercanía de la muerte? La muerte sobrevuela todo el poemario como un sustrato sobre el que desarrollar nuestras vidas.

En definitiva, Alexis de la Cruz nos ofrece un testimonio de un tiempo, pero también un alegato político, ambiental, poético... En una defensa de la poesía como una salvación del tedio, del riesgo y la incertidumbre que siempre implica vivir.