Vamos a ver, Mark, cariño, que una cosa es perder la cabeza un martes cualquiera y otra muy distinta es decidir, porque sí, que insultar y discriminar a seres humanos sea legal en tus plataformas. Porque eso es lo que estás haciendo, querido: abrir la puerta al odio, con un lacito y todo. Y yo, sinceramente, no sé si es que te has caído de la cama o si de verdad te han dado cuerda.
Resulta que ahora, según tú, es perfectamente válido llamar "enfermos mentales" a personas gays o trans. ¡En pleno 2025! Que yo pensaba que ya estábamos en otra galaxia en cuanto a derechos, respeto y empatía, pero no, parece que tú has decidido quedarte en la Edad Media. Y, por si fuera poco, ahora vas de la mano con Elon Musk y Donald Trump. ¡Claro, el trío perfecto del despropósito! Entre el uno, que juega a ser el dueño del espacio mientras despide empleados como si fueran folios usados y financia partidos de ultraderecha con ideologías nazis, y el otro, que lleva años haciendo de la intolerancia su bandera, has encontrado a tus mejores aliados.
Mark, Elon, Donald… ¡El club de los chicos que no entienden el siglo XXI! Es que me los imagino en una reunión secreta, fumando puros y decidiendo que el mundo necesita un poco más de caos. “Eh, Mark, ¿por qué no legalizas el odio en tus plataformas?”, diría Trump mientras da una palmada en la mesa. “¡Sí! Y yo, en X, antes conocido como Twitter, voy a dejar que la gente diga lo que le dé la gana sin ninguna consecuencia”, añadiría Musk con una sonrisa irónica mientras firma otro cheque a grupos extremistas. Y tú, Mark, vas y dices: “¡Me encanta! Vamos a normalizar la discriminación, total, ¿qué podría salir mal?”.
Pero os digo una cosa, chicos: el odio que fomentas no los hace más fuertes, los hace más pequeños. Porque si para ganar seguidores, clics y dinero tenéis que pisar los derechos de las personas, es que habéis perdido completamente el norte. Y esto no va solo de gays o trans, esto va de humanidad, de decencia, de saber que el respeto no es una opción, es un deber.
Mark, querido, déjame decírtelo claro, porque igual estás un poco confundido entre tanto algoritmo y tanto “metaverso”: el respeto no se negocia. No puedes decir "ay, pero es libertad de expresión". No, bonita, no. Libertad de expresión no significa carta blanca para insultar a las personas por ser quienes son. Eso no es libertad, es crueldad.
Y aquí estamos, en un mundo donde tres de los hombres más poderosos del planeta deciden que el odio puede tener espacio en nuestras vidas. Elon Musk, que en su afán por “liberar la humanidad” se saca de la manga apoyo económico a partidos que promueven ideologías que deberían haberse quedado enterradas en los libros de historia. ¡Partidos nazis, Elon! ¿En serio? ¿Es que no te llega con tus cohetes y tus robots que ahora quieres jugar a mover el tablero político hacia el lado más oscuro? Porque ya no se trata solo de dinero, se trata de que estás financiando un discurso que normaliza el miedo, la persecución, el odio.
Así que, Mark, Elon, Donald, escuchad bien: el mundo no os necesita a vosotros jugando con nuestras vidas y nuestros derechos. No os necesitamos normalizando el odio ni promoviendo un discurso que divide. Lo que necesitamos es empatía, respeto y un poquito de sentido común. Pero claro, eso no viene en vuestros manuales de cómo ser multimillonarios sin corazón, ¿verdad?
Pues nada, a seguir jugando al Monopoly mientras el resto luchamos por hacer del mundo un lugar mejor. Porque, al final, os diré una cosa: la historia no os va a recordar como los genios que cambiaron el mundo. Os va a recordar como los que no entendieron lo que de verdad importaba. Y eso, querido Mark, es una pena que ni tus gafas de realidad aumentada podrán arreglar.