Opinión

PENSANDO EN ANDALUCIA

"Este es el pueblo andaluz ,serio, puro y desgarrado,en las tierras de la luz." Rafael Alberti . Los problemas más difíciles de Andalucía vienen de una ...

"Este es el pueblo andaluz ,

serio, puro y desgarrado,

en las tierras de la luz."

Rafael Alberti .

Los problemas más difíciles de Andalucía vienen de una estructura arcaica que se remonta a la Reconquista: los viejos señoríos han pesado demasiado sobre el pueblo; cuando los aristócratas y los terratenientes se desplazan en alta proporción a Madrid, progresivamente y sobre todo desde el siglo XIX, se acentúa aún más la decadencia de la sociedad andaluza. Esto explica que haya habido una tendencia al abandono, a dejar que las cosas sigan su camino sin ejercer sobre ella una dirección inteligente.

Añádase a esto la dispersión de una región muy grande y relativamente superpoblada : Andalucía no ha actuado unitariamente casi nunca; de cada provincia -sin realidad suficiente- se ha apelado a un Madrid distante y no muy enterado.La recuperación de la personalidad unitaria de Andalucía parece esencial para su prosperidad . Es menester que el andaluz, ante cualquier cuestión perentoria, tienda la mirada alrededor, por toda la extensión de Andalucía, y busque en ella los recursos, la inspiración, la fuerza.

Pero al decir toda la extensión, no hay que pensar sólo en la superficie, sino en todos los niveles. Es esencial, conseguir la movilización no ya de toda Andalucía, sino de todos los andaluces. En una palabra, la condición capital es la integración de Andalucía, región más "invertebrada" que el conjunto de España.

Es esencial que nadie sea desalentado; que no se prescinda de nadie (que nadie sea considerado prescindible). Por ese es esencial evitar todo negativismo.

Si Andalucía quiere tomar su personalidad global y afirmarla, con ello adquiere un compromiso de no pasar por movimiento mal hecho, de no tolerar la corrupción, la chabacanería, la indolencia, el desaliño. Es decir, no bastará con ser andaluz "de hecho" y de cualquier manera, sino de tal modo que la conducta de cada uno sea digna de esa pretensión, de esa afirmación.

Y por supuesto, tal exigencia excluye el aldeanismo, el provincianismo, la desfiguración de la realidad como si Andalucía existiera sola y por sí, sin tener que ver con el resto de España, y a través de su totalidad, con el resto de Europay del mundo. Eso significaría la recaída en el peor de los males de Andalucía, causa principal de sus desigualdades sociales, de su penuria económica, de la pobreza que obliga a todos los andaluces a abandonar su tierra natal. Quiero decir la recaída en el ruralismo.

El ruralismo no es la condición rural. Esta se contrapone a la condición urbana y ambas se integran en una forma superior de vida. Un pueblo rural es en rigor prehistórico, está antes o fuera de la historia. Lo urbano, por su parte, se apoya en el campo, se nutre de él, en él tiene -y la metáfora es inmediata- sus raíces. Andalucía, en los últimos tiempos, ha oscilado entre el ruralismo y el señoritismo -dos formas anacrónicas- que no tienen cabida en el mundo del siglo XXI.

Con el nuevo Estatuto se presenta ante Andalucía una posibilidad atractiva y promisora; pero la vida humana es inseguridad. ¿Cómo estará dentro de seisaños? ¿Habrá vuelto al esplendor que tanto tiempo tuvo, habrá vuelto a irradiar sobre toda España, a ser una de sus facetas esenciales? En otras palabras: el año 2012, ¿será más o menos Andalucía? Deseo y apuesto por lo primero. Y como dijo el poeta: "Es la hermosa Andalucía, / esa que hoy lucha esperando / salga de la noche el día".

Francisco Arias Solis