Bueno...¡Más de lo mismo!. En esta isla la sombra de la "incertidumbre" siempre está presente como las dudas se aferran al sosiego de la ausencia de conciencia. No es casualidad que este proceso se repita una y otra vez... Algo en las entrañas de los partidos políticos no funciona, o quizá el problema radica en la estructura pública que consolida sin remedio (aunque con lavados de imagen en forma de transparencia absurda) las mismas mañas de gestión arcaicas.
La imagen insular en cuanto a su dinámica política no puede empeorar, hace tiempo que superamos los umbrales mínimos soportables. Y lo más triste es que los ciudadanos hemos interiorizado sin más este tipo de situaciones que aceptamos dentro de una normalidad afianzada a golpe de conflictos (apelando a la responsabilidad y a otra manera de hacer política) carentes de escrúpulos éticos.
Es tal la callada resignación comunitaria que todo este contexto sociopolítico se ha convertido en un esperpento sin rumbo, sin posibilidad de variaciones.No se concibe esperanza en las intenciones porque las acciones contradicen los postulados formulados inicialmente. No importa renunciar a la esencia ideológica, a las promesas electorales, a las direcciones marcadas por las necesidades de los ciudadanos...
Es tan fácil pactar y romper después los acuerdos, no hay consecuencias sancionadoras ante el incumplimiento de estos compromisos públicos que convierte a sus protagonistas en personajes poco fiables, alejados de la realidad del ciudadano y perdidos en la disciplina de partido y en directrices exteriores.No cuesta nada desvincularse de lo que antaño se defendió con uñas y dientes, anteponiendo los intereses particulares a la esencia implícita de los servicios públicos. Se infantilizan en su comportamiento cotidiano, incapaces de despojarse de egos, han olvidado, absortos en estrategias partidistas y de marketing social, la generosidad y la puesta común en sus labores cotidianas.
La burocracia, el acomodo genérico y la falta de responsabilidad por parte de la mayoría de los gestores públicos (no sería justo incluirlos a todos), reflejada claramente en su incapacidad permanente para solventar las verdaderas demandas sociales, nos ofrece un futuro que huele a desierto en cuanto a solvencia se refiere.
Pero mañana volverán a consolidar nuevas e interesadas alianzas en pro de nuestro bienestar, claro... Volveremos irremediablemente a la casilla de inicio.
Nadie se sorprenderá...otra vez. Hay que intentar no desfallecer ante tanto ruido de sillones.
Agustín Enrique García Acosta, Trabajador Social