Opinión

¡Oh!, ¿qué pasó?

Por Lorenzo Lemaur Santana Elguinaguaria, nido del cisne (etapa I¡Oh!, ¿qué pasó?¡Ya ves, aquí! Nos pones unos "piscos", una de "tollos" y otra de "gueldes"Era domingo, 31 de mayo, y la gente del Partido Popular habíamos ...

Por Lorenzo Lemaur Santana
Elguinaguaria, nido del cisne (etapa I¡Oh!, ¿qué pasó?¡Ya ves, aquí! Nos pones unos "piscos", una de "tollos" y otra de "gueldes"Era domingo, 31 de mayo, y la gente del Partido Popular habíamos ...

Elguinaguaria, nido del cisne (etapa I

¡Oh!, ¿qué pasó?

¡Ya ves, aquí! Nos pones unos "piscos", una de "tollos" y otra de "gueldes"

Era domingo, 31 de mayo, y la gente del Partido Popular habíamos salido de caravana electoral por toda la isla. Ya en las últimas, a los que habíamos quedado nos entró ganas de merendar así buscamos dónde y pa'lla fuimos. No era el día de Canarias pero, es igual, los de aquí o los que llevan tiempo por aquí, hablamos a nuestra manera todos los días. Faltaría más.

Éramos unos cuantos. Fermín, de la Villa, Roberto, el gallego, Polo, de los "aguarecidos" del Charco, Bartolo Pérez, que procede de San Bartolomé aunque vive en Arrecife, Cándido, Juan Rivera, que procede de Soo, Eugenio Hernández, de los salineros de Arrecife, y unos cuantos más. Bueno, yo también estaba, pues esto no me lo contó nadie.

Llegamos, armamos una mesa pa'todos y nos sentamos. Con fundamento, claro. Llega el camarero, que era conocido de algunos. ¡Oh¡ ¿qué pasó?, nos saluda. Bartolo responde por todos: "Ya ves, aquí. Nos pones unos "piscos", una de "tollos", otra de "gueldes" y mira a ver si esta gente quiere algo más". Fermín, que como yo venía con más hambre, completa: "Nos pones también una tortilla, a la paisana". El camarero le replica: "no trabajamos el chorizo". "Pues, le pones unos cachitos de solomillo, o de beicon", le completa Fermín.

Dicho y hecho. De tortilla al final pedimos otra. Estaba buena y la parte de acá, donde estábamos Fermín, Polo, Bartolo y yo, teníamos ganitas de comer. Ya saciados hablamos de muchas cosas. De política menos pues ya habríamos hablado bastante durante toda la caravana. No sé cómo, Fermín entra en polémica con todos los demás sobre que si el "tollo" esto o el "tollo" aquello. De eso no les voy a hablar, pero sí les digo que me comprometí con Fermín que me enteraría de dónde venía esa palabra.

Ya había escrito de otras lenguas que han influido en el hablar canario pero, miren por dónde, también el vasco ha dejado palabras en nuestro vocabulario más genuino.

A pesar de que pocas cosas hay más típicas en Canarias, después de las "papas arrugadas" o el "sancocho", que los "tollos", "sancochados" y en "mojo", buscando en Internet la procedencia de la palabra "tollo", la encontré en la página web de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (www.cervantesvirtual.com). En la misma se hace dos referencias que sitúan el término como procedente del vasco que lo define como "cazón salado y seco". Aquí todos lo sabemos. "Tollos" son tiras de cazón secas. También sabemos que sancochados y en mojo son riquísimos.

Miren por dónde, en la misma referencia, también descubrí que el término "guelde", quizás menos conocido pero muy utilizado en Lanzarote, procede del vasco. Como sabemos llamamos "gueldes" a unos pescaditos pequeños que, por lo que yo sé, nos los comemos mayormente fritos.

En una "omepaje" alojada en la página web oficial del Instituto Astrofísico de Canarias, encontré una "Guia Guanye ? Godo", en su diccionario define a los "tollos" como "tiras de marrajo (tiburón) secas".

Empieza esta guía con el "¡Oh!, ¿qué pasó?", exclamación más que típica que la explica de la siguiente manera: "Oh, usado para expresar sorpresa, o como exclamación", y "qué pasó, clásica expresión Canaria, a la cual no hay que responder contando toda tu vida (craso error), si no con un "qué tal" u "hola". En un bar, responder con lo que quieras tomar". Vamos, canario total.

Por cierto, lo pasamos muy bien. Salimos de allí más tarde de las 10 de la noche y, total, cada uno pusimos 12 euros. Bueno, yo 10 euros y 20 céntimos pues había oído mal al que hizo las cuentas y, como no me puse las gafas, confundí una moneda de 20 céntimos con un euro. La diferencia la puso Juan Rivera, que estaba sentado a mi lado y se empeño en ponerlo él, pues yo me había despistado alegando con Bartolo y la gente que tenía por mi otro lado, que andábamos contando chistes.