Entre salvar las fiestas navideñas o proteger vidas de personas, indiscutiblemente prefiero esto último. Es lo sensato y es lo humano. Es el sentido mismo de esta celebración anual en la que participa buena parte de la humanidad y en la que ensalzamos la congregación, particularmente con nuestros seres más queridos y cercanos.
Todas las precauciones que adoptemos son pocas a la hora del acercamiento familiar, del encuentro con los amigos o del agasajo con los compañeros de trabajo. Dadas las circunstancias, la mejor celebración que podemos tener es actuar con responsabilidad y posponer para mejores fechas las numerosas citas que habitualmente llenan nuestras agendas en esta época el año.
Otras culturas no tienen este problema porque sus celebraciones acontecen en otros momentos del calendario y responden a otras motivaciones, aunque con una espiritualidad tan profunda y sentida como la nuestra. No obstante, al cuidarnos con responsabilidad, a la vez manifestamos nuestro respeto hacia quienes nada tienen que festejar en estos días.
Así que no nos confundamos. El espíritu navideño no consiste en echarse a la calle buscando aglomeraciones y lugares muy iluminados para consumir objetos como si no hubiera un mañana e intentar huir de la soledad. No consiste en eso, aunque no puedo más que mostrar mi más sincera solidaridad con los empresarios y los trabajadores que depositan en las ventas de estas jornadas su esperanza en el futuro inmediato de sus empresas y sus familias.
Vivimos tiempos extraños, desconocidos, que nos invitan a discernir entre lo que es verdaderamente importante en nuestras vidas, y nada más valioso que nuestros seres queridos, sobre todo padres, madres, abuelos y abuelas, que son los más vulnerables. Disfrutémoslos y cuidémoslos con todas las prevenciones.
Tengamos un recuerdo para la ciencia y las y los científicos, y hagamos votos por una convivencia mejor que nos libere del ambiente grotesco e irrespirable al que algunos quieren reducir nuestro proyecto común de país. Recojámonos en la intimidad y brindemos por la salud y la vida, y encendamos una vela por los ausentes.
Fco. Manuel Fajardo Palarea, senador del PSOE por Lanzarote y La Graciosa.