Opinión

Medias verdades

Consiguió movilizar a Lanzarote en una manifestación histórica y es el principal eje de debate y de confrontación política, pero los vericuetos de la política territorial aburren. Es decir, aburren a la gran masa ciudadana. Hay ...


Consiguió movilizar a Lanzarote en una manifestación histórica y es el principal eje de debate y de confrontación política, pero los vericuetos de la política territorial aburren. Es decir, aburren a la gran masa ciudadana. Hay ...

Consiguió movilizar a Lanzarote en una manifestación histórica y es el principal eje de debate y de confrontación política, pero los vericuetos de la política territorial aburren. Es decir, aburren a la gran masa ciudadana. Hay una marcada conciencia de que hay que parar el crecimiento, y de que la isla debe cambiar de rumbo y conservar su identidad, pero al hablar de planes, planeamientos, PTEs, PGOUs, PIOTs, PEPAs y PUPAs, el común de los mortales se acaba hartando. Y se harta porque son documentos complejos y arduos, pero también porque los políticos consiguen que sean textos aún más incomprensibles de lo que lo son ya de por sí.

Los intereses partidistas, la demagogia y en muchos casos hasta el desconocimiento o la ignorancia llevan a muchos representantes públicos a confundir aún más a la opinión pública, que al final se acaba aburriendo, porque cuanto más escucha a unos y a otros, menos entiende.

Sobre todo, no entiende por qué se sigue hablando de desclasificación de camas, o del riesgo de que se "cuelen" nuevas licencias, cuando hace años les contaron que se había decidido parar, y que para ello se había aprobado una gran moratoria insular. Y ahí empieza el primer problema: en que se intentó vender como la panacea algo que sólo era una medida temporal, de emergencia y, como el tiempo ha demostrado, con muchas debilidades jurídicas. Y de aquellos vientos se recogen estas tempestades.

Unas tempestades que hacen que el futuro de Lanzarote aún sea una incógnita. Por un lado, porque la moratoria no resolvía el problema, sino que se limitaba a aplazarlo, abriendo un paréntesis hasta el 2010. Por otro, porque encima es un documento que corre el riesgo de ser "tumbado" en los Tribunales, porque dejó importantes lagunas. Y es que no basta con que haya un consenso político y social de parar el crecimiento, porque por encima de cualquier consenso está la ley, y los posibles derechos adquiridos de los promotores. Y por más que sean vistos como el "enemigo", y por más que incluso algunos puedan haber hecho méritos para ganarse ese título, a otros la ley les ampara, tanto como cualquiera desearía que le amparara si compra y paga un terreno para edificar su casa, y luego resulta que una nueva normativa le impide edificar en ese suelo, y le dice que allí sólo puede plantar repollos.

En algunos casos, los promotores se tendrán que quedar con los repollos, porque las licencias para construir sus hoteles no se ajustaban a la legalidad, pero en otros casos, puede que los repollos se los tenga que quedar el Cabildo. Es decir, que o indemniza para evitar que se construya, o habrá que aceptar las camas. Y la gran pregunta es: ¿estamos dispuestos a indemnizar? Y más aún: ¿tenemos dinero como para indemnizar?

Ésas, que son las principales preguntas, son las únicas que no se están poniendo ahora sobre la mesa. Y como ya es costumbre, se empezarán a abordar deprisa y corriendo cuando el 2010 se eche encima, cuando termine el paraguas de la moratoria insular y de las Directrices del Gobierno de Canarias, y cuando licencias que ahora están durmiendo, o que se han recurrido sólo por incumplimientos menores, vuelvan a ser un peligro real para la isla. En definitiva, cuando llegue el lobo.

Y es que por más que muchos quieran negarlo, el lobo existe. Es muy fácil colgarse medallas intentando vender logros que sólo lo han sido a medias, pero también es muy fácil cerrarse en el discurso de que a los promotores ni agua. Sobre todo cuando no se está gobernando. Pero para entender las decisiones de los que gobiernan, se necesita que estos den explicaciones claras, transparentes y cristalinas. Y no un Grupo de Gobierno donde según quien hable, transmita un mensaje o justo el contrario.

La política territorial es complicada, sí, pero no tanto. Desde luego no tanto como se empeñan en complicarla unos y otros. De hecho, y centrándonos en el documento que ha abierto ahora la caja de los truenos, el famoso Plan Territorial Especial, es tan poco complicado que lo que viene a aportar es poquísimo. Casi no tiene competencias, no puede clasificar suelo, y se limita a aportar un compendio de lo que hay, y lo que se ha acordado que haya en el futuro a corto plazo. Es decir, tal y como exigían las Directrices del Gobierno de Canarias, establece ritmos de crecimiento anuales, dentro de los topes de camas que éstas fijan. ¿Que es necesario abordar cuanto antes el debate sobre el ocio complementario que necesita la isla? Sin duda. Pero ése es otro objetivo y otro consenso, al margen del de las camas, que sin duda será mucho más difícil de alcanzar. Y la primera muestra se está dando ahora, cuando el PTE sigue guardado en un cajón, mientras las posturas se tensan y las medias verdades hacen que el mensaje que llega a la ciudadanía sea confuso y contradictorio. Y que ésta, por cansancio, se termine aburriendo y lo que es peor, desconfiando.