La manifestación del 20-A titulada “Canarias tiene un límite” ha sido un éxito rotundo, si podemos medir como éxito el que la misma ha hecho el suficiente ruido para que todos los medios nacionales la hayan llevado a sus portadas y que incluso haya aparecido en varios medios británicos como The Guardian o The Sun.
Mucha gente puede andar preocupada, pensando que tal vez las protestas contra el “turismo de masas” podrían percibirse por parte de nuestros clientes como un rechazo a todo tipo de turismo o directamente ser percibido como turismofobia.
Pero la realidad es que eso no tendrá ningún efecto material, por la misma razón que la gente no deja de visitar Venecia a pesar de que los venecianos se manifiestan repetidamente contra el turismo de masas. Casi podría decirse que es incluso un reclamo añadido, porque ahora todo el mundo sabe que Canarias gusta tanto que hasta tienen que hacer manifestaciones para que vengan menos personas. Y cuando a la gente se le dice lo que no tienen que hacer, suelen acabar haciendo lo contrario.
A nivel interno, la manifestación no va a lograr que se solucionen los problemas actuales porque el diagnóstico es erróneo. Y cuando el diagnóstico de partida es equivocado, pasa el tiempo y las cosas no cambian o incluso van a peor.
Si los salarios son bajos, es porque el turismo es una industria de poco valor añadido. La gracia está en el buen tiempo y en la naturaleza, la razón por la que vienen los turistas. Pero los salarios nunca van a ser mejores en términos reales (una vez descontada la inflación) porque servir copas o cambiar camas, por mucho que puedan ser trabajos muy sacrificados a nivel personal, no requieren casi ningún tipo de cualificación, que en definitiva es la razón por la que alguien paga un salario mayor. Traer menos turistas o de mayor poder adquisitivo no va a generar mayores salarios porque nadie paga más por hacer una cama. No es una opinión, es la realidad, guste o no.Ojalá el mundo fuera de otra manera, pero es que es así.
Para solventar esto, Canarias tendría que dar un giro radical en la configuración de su economía, diversificándola e industrializándola, pero obviamente no existen propuestas de ningún tipo en ninguna parte del espectro político. Simplemente se vive en la inercia porque las cosas son como son y es muy difícil cambiarlas. Los convocantes tampoco han hecho ninguna propuesta concreta sobre este aspecto.
Pero el problema principal es el del acceso a la vivienda. Los convocantes de la manifestación, todos en la órbita de la izquierda, achacan el problema de la vivienda al exceso de turistas y al exceso de viviendas vacacionales, pero el diagnóstico también es erróneo en este punto.
El problema, que se da en toda España y en otros países, tiene su raíz principal en la falta de oferta inmobiliaria y esta falta de oferta se da por una serie de factores estructurales y coyunturales. Falta de oferta es sinónimo de dos cosas, de que no se construye lo suficiente desde la Gran Recesión de 2008 y de que no existe la suficiente seguridad jurídica para que los propietarios pongan sus propiedades en alquiler, inseguridad jurídica agravada durante los últimos años del gobierno nacional, el único con capacidad real de mover montañas en temas tan complicados y de naturaleza multifactorial. El siguiente gráfico es el número de nuevas viviendas construidas en España y el dato habla por sí solo. Casi no se crea oferta desde hace 16 años, a pesar de que la población ha crecido y de que cada vez más personas viven solas o con menos miembros en la unidad familiar.
Pero los convocantes de la manifestación obvian esto, entiendo porque no cabe en su mentalidad que la principal solución al problema es construir más vivienda porque se percibe como algo contrario a la preservación de la naturaleza o algo similar.
Sin embargo, guste o no, ante la escasez de vivienda la solución es construir más vivienda, incluyendo vivienda protegida de la cual tampoco se está construyendo casi nada hoy en día. Y cómo básicamente esa es la única solución real, decir que la culpa la tienen los turistas o las viviendas vacacionales, es dar un diagnóstico equivocado que no va a solucionar absolutamente nada.
Por supuesto, algunas propuestas de los convocantes pueden ser interesantes, como aplicar tasas por acceso a los espacios naturales, en mi opinión que sean lo suficientemente altas para evitar aglomeraciones. O también algunas propuestas, que no todas, de las que hay en la que va a ser la nueva ley de vivienda vacacional de Canarias.
Sin embargo, estos son elementos de segundo o tercer calibre y por tanto no van a solucionar el problema principal de los bajos salarios y de la falta de vivienda. Y es que para solucionar estos dos problemas, especialmente el de los bajos salarios, se requeriría de un gran liderazgo y audacia que hoy en día no existe porque vivimos en la más pura de las inercias.
Por ello soy pesimista, creo que nada va a cambiar y que esta manifestación tampoco ayuda porque no va el meollo de la cuestión, sino que apunta a factores equivocados.
Es una pena, porque sufro muchísimo viendo cómo la gente no tiene acceso a una vivienda digna cuando la solución está en la punta de nuestros dedos. Y no ver las cosas con claridad aleja aún más la solución.