La prueba de que los colectivos -y partidos políticos de izquierda afines- que apoyaron la manifestación del pasado 20 de abril titulada “Canarias tiene un límite” no contaban con una propuesta de modelo económico, es que aquellos se han transformado ahora en lo que denominan “proceso participativo Canarias Palante” donde por fin buscan un “proceso de recogida de propuestas para el cambio económico y social para mejorar la vida de la gente, que respete el territorio y que ponga la vida en el centro”, según informa La Voz de Lanzarote.
¿Quién puede criticar esto?, ¿quién no quiere mejorar la economía, la sociedad y la vida de la gente que tan difícil se ha puesto en los últimos tiempos con un acceso a la vivienda imposible? Sin embargo, todos estos movimientos adanistas no conseguirán nada. Es decir, nada relevante más allá de parches cosméticos aquí y allá y que los más avispados dentro de esas organizaciones se conviertan en los Pablos Iglesias y Iñigo Errejones del momento, con chalecito a la afueras incluido.
¿Por qué no conseguirán nada relevante? En primer lugar, como he señalado en mis últimas columnas, porque parten de un mal diagnóstico del problema de fondo. Creen que el turismo de masas y la vivienda vacacional son los culpables de que no haya suficientes viviendas y de los bajos sueldos en la economía canaria. Un pensamiento lineal de primer grado que no ahonda en las causas profundas del problema.
La realidad es que el problema de la vivienda es uno clásico de oferta, donde por motivos regulatorios se ha estrangulado artificialmente el mercado hasta tal punto que, como bien señalaba Salud Gil -presidenta de la asociación de promotores y constructores de la provincia de Las Palmas- en una entrevista aquí en La Voz de Lanzarote el pasado día 26 de abril, desde 2007 hasta 2023 “la producción de vivienda libre ha declinado un 88% y se ha reducido la producción de vivienda protegida en un 99%” (sic).
Números graves que la izquierda quedabién se resiste a aceptar porque no cabe en sus molleras que la solución es construir más vivienda que es lo que falta (y arreglar la grave inseguridad jurídica actual). Esto es como la energía nuclear, que siguen sin aceptar que es la mejor alternativa contra el cambio climático antropogénico, ya que incluso la eólica o la solar tiene un grave impacto medioambiental. Con casi todos ellos no cabe la razón y los números.
En segundo lugar, no tendrán éxito porque no tienen un modelo económico alternativo y viable. Ahora lo buscan al vuelo mediante encuestas en formularios para que cualquier “bro” deje su opinión. Ya decía Napoleón Bonaparte que “si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable y si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”. En estas cosas no vale con agregar la opinión de cualquier fulano, mengano o zutano.
Pero es que, además, para cambiar el modelo económico de un país o región, hacen falta 3 elementos fundamentales de los que las izquierdas ecologistas carecen: una clara visión de futuro, un sistema educativo sólido y meritocrático y la paciencia para ejecutarlo durante 30 años.
Lo de proponer ideas para un modelo económico sin una clara visión del futuro al que se aspira, es como poner la carreta por delante del burro o empezar la casa por el tejado. Por supuesto, estos tipos se creen que tienen algún tipo de visión, pero una visión no es que te disgusten algunas cosas del mundo actual, sino tener una idea clara y precisa de donde quieres que esté la sociedad dentro de 30 años, aceptar la realidad de que un cambio de modelo lleva décadas y tener la sabiduría y paciencia para aplicarlo sin desfallecer en el intento. Algo fácil de decir pero extremadamente complicado de hacer.
Además, y verán que no nombrarán nada de esto en sus encuestas-formulario de Gmail, todo cambio de modelo hacia mejor, se debe basar en un profundo cambio del sistema educativo. Porque si se quiere producir una mejor versión de la sociedad, no lo puedes hacer con leyes y decretos, sino mejorando el material mismo del que está conformada la sociedad: las personas.
O cambias a un sistema educativo que busque la excelencia y la meritocracia para que pueda crear perfiles profesionales de mayor nivel, o vas a seguir simplemente produciendo empleos precarios de bajo valor añadido.
Ellos simplemente dicen “queremos cobrar más”, sin darse cuenta de que en el mundo real y por lo general, uno cobra más cuando mayor valor aporta al conjunto económico. Si tu trabajo no requiere de una especialización, no cobrarás mucho porque ese trabajo lo puede hacer cualquiera sin haber invertido absolutamente nada en su educación. Y cuando afrontamos el segundo cuarto del siglo XXI, por cualquiera ya te puedes referir a cualquier persona del planeta que traigas en avión para trabajar en un hotel. La globalización trae retos y consecuencias que muchos en la izquierda no quieren aceptar, pero es imposible ya de frenar. Y hay que adaptarse al mundo real y no al revés, porque en eso consiste una reflexión madura.
Para cobrar más, no ya nosotros porque ya llegamos tarde, sino nuestros hijos y nietos (recordemos, hacen falta 30 años), el sistema educativo tendría que cambiar de forma radical. Con lo que tenemos ahora los niños pasan de curso suspendidos y saliendo de los centros educativos como analfabetos funcionales, sin entender el verdadero significado de las cosas. Es más, es que ni siquiera salen hablando inglés, lo cual ya es ilustrativo de que ni siquiera están preparados para el modelo actual.
Y, en tercer y último lugar, no tendrán éxito porque para cambiar un modelo hace falta soberanía. A nivel regional parcheas, pero para cambiar algo en profundidad tendrías que tener la capacidad de legislar según tu visión y eso hoy en día no ocurre. Es decir, por mucha delegación de competencias que existan en algún tema en favor de las comunidades autónomas, estamos sujetos a las leyes españolas y europeas.
Ejemplo fácil, es imposible cambiar el modelo educativo para ir hacia una sociedad mejor si no cambias esas leyes a nivel nacional y supranacional. No hay forma de generar un sistema educativo de excelencia porque donde se hacen las leyes es en otro lugar. Y en ese otro lugar sus leyes educativas son basura.
Así, con un mal diagnóstico, sin una visión clara, vanguardista e integradora sobre el futuro económico y social de Canarias y sin una educación de primer nivel y no contando con soberanía propia para ejecutar esa hipotética visión, simplemente la inercia seguirá reinando. Es decir, los de “Canarias Palante” no conseguirán nada de interés.
Es lo que hay.