La pasada semana las islas fueron azotadas por una borrasca que trajo consigo unos buenos litros de agua y que puso en alerta roja a toda la ciudadanía. El cielo se tiñó de gris y los vientos huracanados, de casi cien kilómetros hora en algunos lugares, hicieron estragos en viviendas, locales, campos y bienes materiales. Una situación meteorológica que muchos compararon con el famoso "Delta". Pero después de la tormenta llega la calma y se pueden observar los daños y desperfectos, sale el sol y consigo un arcoíris que pone el broche al diluvio y da paso a la cuantificación de daños y bienes perdidos. Pues bien, en el ámbito político, también hemos cuantificado los desperfectos y hemos observado algunas cosas que la tormenta se llevó.
Mientras Rajoy intentaba apaciguar los ánimos independentistas catalanes con una estrategia un poco secesionista - se resguardó al calor de la estufa en sede popular-, en Lanzarote los vientos se llevaron las pocas ilusiones de renovación que poseíamos. No lo digo por las ilusiones escépticas que teníamos en las obras pluviales de la capital, obras faraónicas que deberían de haber solucionado el problema histórico que mantiene a una ciudad en vilo durante generaciones, lo digo por las ilusiones regeneracionistas que nos vendían como lo último en política. El domingo tuvo lugar las elecciones primarias al Cabildo y al Ayuntamiento de Arrecife por parte del PSOE, los candidatos elegidos por parte de los militantes en la nueva etapa Sanchísta, fueron el señor José Juan Cruz por el Cabildo y José Montelongo por Arrecife, ¡sin duda la tormenta hizo estragos!
La regeneración política-democrática que lleva un tiempo pululando y que se viste como enfoque de la nueva cúpula socialista, no ha servido para que la vieja "casta" conejera se eche a un lado y abran las ventanas de los comités humedecidos por años y años de cierre a cal y canto. José Juan Cruz ya es un viejo conocido de la caciquería isleña, un político que se desvive por su voluntad pública, da igual un puesto de Alcalde en Tías o un cargo orgánico dentro del partido, que si él tiene que estar representando los intereses insulares a favor de la ciudadanía, también opositara a la presidencia de la primera institución insular. Y que me dicen del señor Montelongo, gran teniente de Alcalde de la capital de todos los lanzaroteños, donde sus actuaciones políticas y sus capacidades profesionales han tenido que convencer a la militancia socialista, porque si no, no me explico cuál es el motivo que hace que la sociedad siga apostando por dirigentes cuestionados políticamente y judicialmente, que reflejan lo contrario de lo que hoy en día reivindica toda la sociedad civil, un cambio de lo añejo por lo nuevo.
Como si de un efecto mariposa se tratara, el arcoíris post-tormenta ha traído unas bajas en la militancia socialista conejera. Mientras la secretaria general del PSOE en Lanzarote, Dolores Corujo, intentaba convencernos de que las primarias acaecidas fundamentaba el proceso de recuperación de la confianza ciudadana –Montelongo y Cruz como pilares de la confianza- , el ex concejal de Arrecife y ex diputado autonómico Andrés Fuentes presentaba su baja, lo que luego, en un afán populista, se le sumó la baja del joven Montelongo declarando discrepancias en las actuaciones que se llevan a cabo en el seno de los socialistas lanzaroteños. A lo mejor me equivoco y mi intuición politológica precoz me engaña, pero estas bajas se corresponden a una desafección con la cúpula dirigente del PSOE en Lanzarote, donde Dolores Corujo se ha encargado de atraer todas las miradas hacia su persona, todas las políticas influyentes de la isla pasan por el filtro de la Alcaldesa batatera y eso, aunque se niegue, no es a fin a otros cargos que se ven aislados del escenario mediático.
Las tormentas pueden traer el agua necesaria para que aflore la vida y nutran los campos, pero en ocasiones son fenómenos que causan estragos irremediables. La que calló en la isla no es de borraja, es de un auténtico temporal de desánimo que se ha adentrado en la población. ¡Esto sigue igual, de mierda hasta las orejas! se grita por las calles, los conejeros ya no creen ni quieren creer más, los caciques políticos no se suman al cambio y así es muy difícil que una hipotética regeneración fuerce una transformación. Las ventanas son cerradas y apuntaladas en una isla donde el cambio es sinónimo de ataque a la élite, donde las diligencias judiciales hacen malabares para investigar, la corrupción es tapada por medios de comunicación comprados por los que delinquen y partidos políticos que actúan como núcleos cerrados, todo esto a pesar de las exigencias constantes de una población que está harta de que se les tome como los medianeros de los antiguos terratenientes. El viento se llevó árboles, fachadas y tablillas, pero también se llevó la ilusión del cambio.
*Ayoze Corujo Hernández es estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Autónoma de Madrid.