Lanzarote ha conseguido una nueva promesa. Ya es algo. Sin embargo, ha hecho falta que saliera a "pegar cuatro gritos" el consejero de Obras Públicas del Cabildo, José Antonio Gutiérrez, para que el Gobierno de Canarias se detuviera un momento a mirar hacia esta isla, y en particular hacia el auténtico desastre en el que se ha convertido la Circunvalación de Arrecife.
Y una vez más, queda claro que el problema es que, habitualmente, esta isla grita demasiado poco. De hecho, los políticos sólo parecen dispuestos a plantar cara de verdad a sus "jefes" en Canarias o en Madrid cuando se trata de batallas internas de los partidos; de pelear por cuotas de poder, carguitos o puestos en las listas. Cuando hablamos de defender la isla, eso ya es otro cantar.
Lo que el consejero de Obras Públicas del Cabildo ha dicho esta semana es, simplemente, lo que los lanzaroteños están viendo y sufriendo desde hace meses (incluso desde hace años, si contamos el tiempo que lleva siendo anunciada esta obra). Sin embargo, hasta ahora, como en tantos otros temas, se había tenido una paciencia extrema por parte de la máxima institución de la isla.
Después de años de espera, el Gobierno canario por fin adjudicó la obra en noviembre de 2010. Y en vísperas de las elecciones de 2011, representantes del Ejecutivo regional, con el presidente a la cabeza, vinieron sonrientes a poner la primera piedra. Después, nada. Ni un obrero, ni una máquina en la zona durante meses. Pero claro, ellos ya se habían hecho su foto. Ellos, y los representantes públicos lanzaroteños que también acudieron a ese acto y posaron con sus mejores sonrisas, mientras quizá pensaban más en la cita con las urnas que en la mejora de la carretera.
Cuando la resaca electoral pasó y empezaron a escucharse críticas porque la obra no empezaba, llegó el gran avance: ¡la pintura amarilla! Y es que claro, todo el mundo sabe que las líneas amarillas en el suelo, significan que una carretera está en obras. Salvo en Lanzarote, claro. Aquí, durante unos meses, nos consiguieron callar sólo con la pintura, pero sin las obras.
El siguiente gesto fue empezar a mover palmeras, que también tuvo lo suyo. Porque invertir tanto tiempo y dinero en trasplantarlas para que estén todas medio muertas, sería motivo hasta de otro editorial completo.
A partir de ahí, por fin, aparecieron las máquinas. Bueno, algún día sólo una, y muchos ninguna, pero así estamos también desde hace meses. Pero claro, qué le va a pedir el Gobierno a la empresa adjudicataria de esta obra, si no le está pagando por lo ya realizado y, además, hasta ahora no había sido capaz de confirmarle qué presupuesto va a destinar este año a la obra.
Ahora, el director de Infraestructuras Viarias del Gobierno regional afirma, quizá como si nos fuera a pillar por sorpresa, que la obra "no se terminará este año". Dice que habrá que esperar al siguiente, aunque, eso sí, "siempre que no falle la financiación". ¿Pero no estamos hablando de eso todo el tiempo? ¿De que el poco dinero que hay, siempre hay algún lugar mejor donde invertirlo que en Lanzarote?
En realidad, igual se deberían poner a mirar en los cajones de la Consejería de Obras Públicas del Gobierno canario, porque en algún lado tiene que estar el dinero que se le lleva años prometiendo a esta isla. Con suerte, si rebuscan, a lo mejor encuentran alguno de los millones que llevan presupuestando desde hace un lustro para esta obra, y que no llegaron a ejecutarse. Sólo sumando las partidas que el Gobierno de Canarias incluyó entre 2008 y 2011 para la Circunvalación, no sólo se habría pagado la obra completa de la carretera, sino que se habría empezado a hacer otra.
Pero bueno, ahora, tenemos una nueva promesa: taparán los baches (pequeño eufemismo para definir los auténticos socavones que existen, y que hacen que sea una curiosa aventura circular por ahí), y el próximo día 25 se habilitarán los desvíos, para empezar a trabajar en el "tronco" de la carretera.
Menos da una piedra. O, mejor dicho, menos da una "primera piedra" puesta en Lanzarote, que está claro que sirven de bien poco. Lo hemos comprobado en muchas otras obras, como la que inició Cruz Blanca para construir una residencia en Arrecife. Un montón de políticos sonrientes acudieron también a poner aquella primera piedra, en el inicio de las obras. Sin embargo, después de aquella bonita foto de abril de 2009, el Gobierno de Canarias también se olvidó de esa obra y no aportó el dinero que había apalabrado. Así, donde hoy debería haber una residencia para mayores dependientes y personas en emergencia social, lo que hay es una obra parada y en cimientos, que se ha convertido en lugar de encuentro para jóvenes que se reúnen a consumir drogas y alcohol.
Sencillamente, la imagen del abandono de Lanzarote en estado puro. Y para combatirlo, de nada sirve con levantar la voz una vez al año. El Cabildo, que al parecer está muy ocupado contratando nuevos asesores (para eso siempre hay dinero, ¡faltaría más!), debería empezar a hacer realmente un seguimiento constante y a gritar a diario si es preciso. Porque con la promesa del Gobierno canario de abrir los desvíos de la Circunvalación el 25 de junio, no basta. De hecho, son capaces de habilitar un nuevo camino para los coches, y seguir sin trabajar en la carretera. O incluso de volver con una brocha de pintura amarilla, si creen que alguien se ha dado cuenta de la trampa.