Durante años, Lanzarote Media y en particular La Voz de Lanzarote han venido denunciado aquellos desmanes urbanísticos que se han realizado al margen de la legalidad pero, en los últimos tiempos, este grupo de medios se ha ...
Durante años, Lanzarote Media y en particular La Voz de Lanzarote han venido denunciado aquellos desmanes urbanísticos que se han realizado al margen de la legalidad pero, en los últimos tiempos, este grupo de medios se ha vuelto especialmente incómodo para aquellos que tienen mucho que ocultar. Y es que no sólo se ha adentrado en las irregularidades que están a la vista de todos, sino también en los verdaderos negocios que se gestaban en el terreno de la construcción residencial.
Proyectos como el de las mil viviendas de Playa Blanca, que actualmente se encuentra paralizado por la Justicia, después de que La Voz destapara la licencia y el Cabildo recurriera a los Tribunales, pero también otros incluso más escandalosos, por las personas implicadas, por la relación entre el que concedía y el que recibía los permisos de construcción y porque ponían sobre la mesa evidencias que hasta ahora se habían negado de forma sistemática. Y todo ello fruto de un trabajo de investigación, de documentación y de recopilación de pruebas que demostraban cada extremo de lo que se publicaba. Y que de hecho nunca ha podido ser desmentido.
Sin embargo, realizar esta labor en la isla no sale gratis. Y el precio está llegando en forma de coacciones, que se han recrudecido en los últimos días para intentar acallar a este grupo de medios, y también a aquellos que velan para garantizar el cumplimiento de la legalidad urbanística.
Sin duda, un triste reflejo de un submundo que sigue presente en Lanzarote, más cercano a la vieja mafia itialiana que a la sociedad que de verdad quieren construir hoy los lanzaroteños. Personajes que han exprimido a esta isla y que, creyendo que les ampara una total impunidad, amenazan y persiguen a quienes consideran un obstáculo para conseguir sus propósitos.
Pero afortunadamente, el tiempo y sus acciones sólo les están llevando a retratarse a sí mismos. Y a reforzarnos en nuestro compromiso por destapar y desterrar determinadas prácticas que por suerte ya están en vías de extinción, porque es la Justicia la que lleva tiempo siguiendo sus pasos.
De hecho, precisamente ése será el marco en el que tengan que responder por sus coacciones. Porque aunque se esconden en el anonimato para intentar amedrentar y acallar la libertad de expresión, están más cerca de los Juzgados que de conseguir sus objetivos.
La cobardía de la amenaza, lejos de asustarnos, nos da más fuerzas para seguir luchando por una isla mejor, libre de la corrupción y de los negocios de los que sólo se mueven por la ideología del dinero a cualquier precio. Nos confirma que estamos en el camino correcto, y que hemos conseguido sacar a la luz temas que han puesto muy nerviosos a los que se creían amos y señores de esta isla.
El Quijote, al menos según le atribuye erróneamente la memoria popular, lo dijo antes que nosotros: "Ladran, Sancho. Señal que cabalgamos". Pues nosotros seguiremos cabalgando, le pese a quien le pese, fieles al compromiso con esta isla y con todos aquellos a los que no les asusta la verdad.