"Hace dos semanas, cuando ya había terminado el artículo, miro en mi Facebook y tenía un mensaje de Olga Martínez Martínez, que me proponía tratar el, para mí muy importante, tema de la educación, aplicada al respeto a la ...
"Hace dos semanas, cuando ya había terminado el artículo, miro en mi Facebook y tenía un mensaje de Olga Martínez Martínez, que me proponía tratar el, para mí muy importante, tema de la educación, aplicada al respeto a la propiedad pública y privada. Prometí centrar la siguiente semana mi artículo en ello. Para ello necesitaba traer al papel muchas vivencias, de barrio, de seminarios, de viajes, de experiencia de cargo público. Así que no quise hacerlo de inmediato. Me he tomado tiempo para ordenar ideas, reflexionarlas y desarrollarlas. A ello me pongo.
Voy a empezar por el final. Por la conclusión. Por lo que, a mi juicio, hemos de atrevernos a hacer. Yo lo hago, siempre. Les pongo un ejemplo.
En Titerroy, entonces Santa Coloma, a finales de los años 70 del siglo XX pasado, para la gente de "Arrecife", en nuestro barrio había mucho golferío. La "Banda Amarilla", el "DENO",? Bueno. ¡Qué les cuento! Las desgracia de los barrios periféricos de las ciudades. En aquel tiempo, respecto al centro de Arrecife, Titerroy estaba en el quinto pino.
En ese momento estaba emergiendo en Santa Coloma un movimiento social, de jóvenes, chicos y chicas, al que quizás hoy no se le haga demasiada justicia al considerarlo solo un club de cantera. Me refiero al "San José". Entonces, Asociación Juvenil San José Obrero. Entonces, en Santa Coloma, hoy Titerroy, todo el mundo estaba en el "San José", jugando a balonmano, en "Superstar", de delegado de alguno de muchos equipos del club, en la peña. Vamos, que todo los chicos y chicas del barrio eran del "San José", de una u otra manera.
Pues, bien, nuestro cuartel general lo teníamos en las canchas del colegio Sanjurjo Maneje (hoy CEIP Titerroy). Allí, doña Emilia, que era la directora, nos había dejado un cuartito debajo de una escalera al lado de la cancha. Cancha en la que entrenábamos. A veces, cuando, por lo que fuera no se podía, entrenábamos en COLANZA (una explanada de una antigua fábrica de bloques, que estaba donde hoy están las 44 viviendas de las calles Félix Pérez Camacho y Antonio Machado).
Bueno, voy al grano. Yo tenía la llave de ese cuarto. Ahí lo guardábamos todo. Los pocos balones que teníamos. Bueno, y poco más. Solo teníamos eso: unos balones que nosotros mismos remendábamos. Pues, un día, íbamos a jugar, creo que al "Generalísimo" (hoy CEIP La Destila) y se me había olvidado algo. Para no volver atrás, pues llegaría tarde al partido, le dejé la llave a uno de los chiquillos del séquito del equipo. Cuando íbamos a jugar, arrastrábamos por toda la afición del barrio.
Llegamos al "Generalísimo" y alguien me preguntó por, supongamos, la resina (que entonces ni de coña sabíamos ni lo que era). Le respondí. Le dejé la llave a Menganito para que fuera a buscarla, porque se me olvidó. El otro, asombrado, me replica. ¿Tú estás loco? ¡Al golfo ese que se lo lleva todo! Le respondo. Tranquillo, el viene. Y, claro, vino, con el mandado hecho. Y me dio la llave. ¡Gracias, Menganito!, le dije.
Hoy, Menganito tiene todas las llaves de un centro de enseñanza de Arrecife. Trabaja en él. Es él quien abre y cierra. El que lo cuida. El que hace los arreglos. Estoy muy orgullo de que uno de aquellos chiquillos de Titerroy, de los equipos del "San José" hoy sea una persona tan importante.
Esto es solo un ejemplo. Puede que para muchos una simple anécdota. Yo me emociono cada vez que lo cuento. La semana próxima seguiré con las otras experiencias y reflexiones de las que les hable al principio. Prometido".