Opinión

Juntos, pero no revueltos

El posible pacto regional entre Coalición Canaria y el Partido Popular parece ir a la deriva. Las formaciones son incapaces de llegar a puntos de acuerdo, vetando cada iniciativa a ambos lados de la mesa.  Y es que hay mucho en juego. No sólo porque el contexto político-institucional esté en el ecuador de la legislatura, lo que provoca que los partidos sean escépticos a la hora de coaligarse, sino porque hay mucho que ganar (y perder) dependiendo de cómo se formule la ecuación.  

Desde la ciencia política se ha constatado que los periodos legislativos son importantes a la hora de analizar los pactos electorales. Los partidos políticos son propensos a diferenciarse al principio y al final de legislatura, puesto que son los dos periodos donde la atención ciudadana es más relevante. En cambio, la estabilidad se concentra en la mitad del mandato, dado que los partidos que conforman el gobierno se cohesionan y dejan (o hacen) ver sus fortalezas como ejecutivo. ¿Qué le ocurre al pacto de CC y PP? Pues que nos encontramos en ese periodo de estabilidad legislativa, es decir, a medio mandato y, paradójicamente, el futurible pacto se lo saltaría, provocando que se empiece con una diferenciación entre los partidos. Esto se puede evidenciar en las propuestas del PP que se alejan, en cierta medida, de CC (como la bajada del IGIC del 7 al 5). Los de Antona necesitan diferenciarse para no ser etiquetados de "muleta" o "subordinado" de la siempre colosal fuerza nacionalista. Esa obsesión por escenificar su autonomía hace que la conciliabilidad entre los objetivos de los partidos, sumado a las circunstancias contextuales, se aleje de un proyecto de gobierno común.

A la variable "periodo" se le debe de añadir el reparto de carteras que reivindica los populares. Estos no quieren consejerías de segundo orden en las cuales no puedan ejercer sus dotes de gestión y control. Es por ello, y de nuevo por el miedo de ser vistos como segundones, que sus objetivos principales son las áreas que recibirán los previsibles fondos económicos prometidos por el Estado central, por ende, Hacienda, Economía y Obras Públicas. En todo gobierno de coalición el reparto de consejerías va aparejado al porcentaje de escaños de los partidos que forman el gobierno, siendo en Canarias, en todos los gobiernos de coalición ganadora, repartidos de forma que CC ostentara el mayor número de consejerías (tabla 1). En todos esos casos, los nacionalistas han sido muy recelosos de ceder áreas con un marcado perfil inversor, más Economía y Hacienda, aunque estas últimas las dejó en manos del PP en la legislatura que comenzó en el año 2007. Las premisas nos hacen pensar que los negociadores del partido conservador deben de ser cautos a la hora de fijar máximas, puesto que CC no estaría dispuesta a desvincularse de departamentos que controlan la acción y gestión de las principales políticas públicas del archipiélago. ¿Qué beneficio extraería los de Clavijo cediéndoles estas consejerías tan importantes? Ninguno. Para esto, mejor seguir en la línea que se ha estado llevando desde diciembre, un gobierno minoritario monocolor sustantivo, es decir, un ejecutivo de un solo partido con un acuerdo puntual de coalición parlamentaria con el PP, a sabiendas de que les deja en una situación débil y minoritaria.

Si bien cierto que esta última opción puede dejar a CC desamparada parlamentaria y políticamente, la baza de Ana Oramas en el Congreso de los Diputados es determinante para llegar vivitos y coleando a las próximas autonómicas de 2019. Y es que los contextos de gobiernos multinivel propician este tipo de situaciones, apoyar en niveles mayores, puede generar que te apoyen en un nivel menor. CC sabe lo que es jugar en este campo, puesto que desde el año 1996 se ha favorecido de la aritmética parlamentaria que se ha venido desarrollando en el Congreso de los Diputados, dando su apoyo a los gobiernos minoritarios, tanto del PP como del PSOE, a cambio de estabilidad a nivel regional. Esta dinámica multinivel puede generar escenarios en donde un partido pequeño sea crucial para la estabilidad del ejecutivo a nivel nacional, pero a cambio este último debe andar con pies de plomo en el nivel donde el partido pequeño sea importante. A Mariano Rajoy no le sobran los apoyos en el parlamento, lo que supondrá que valore más las relaciones con los nacionalistas canarios, que con su propio partido a nivel regional. Aunque los conservadores canarios aleguen autonomía, lo cierto es que el PP ha sido un partido con una fuerte cohesión interna, donde la jerarquía y el control de Madrid siempre han imperado.  

Consecuentemente, ¿cuál es la mejor opción para las dos formaciones? La respuesta, a mi entender, es que, en primer lugar,  Antona deje su obcecación por entrar a formar para del ejecutivo autonómico. No siempre la mejor opción es la entrada en el gobierno, puesto que el desgaste de los ejecutivos incide de forma negativa en las valoraciones de los votantes. Por otro lado, optar por quedarse fuera puede ser, incluso, beneficioso a la hora de proponer políticas a fines desde el parlamento, en lo que se ha venido a denominar "partidos busca-políticas" (policy-seeking). Como ha señalado Strom, y recoge Bonnie N. Field en su libro "Por qué funcionan los gobiernos minoritarios", "en la medida en que la motivación de conseguir políticas constituya un determinante importante del comportamiento del partido, la participación en el gobierno no será una condición necesaria de compensación. No hace falta ocupar un puesto en el gobierno para obtener influencia sobre las políticas, y mucho menos resultados sobre políticas satisfactorias". Perfectamente los populares pueden ejercer un rol sustantivo en la proyección de políticas que les genere réditos electorales, en tanto tienen a un ejecutivo necesitado de apoyos parlamentarios. En segundo lugar, y desde la perspectiva nacionalista, una lógica razonable sería la búsqueda de un acuerdo parlamentario entre estos, los populares y los gomeros. Esto les dejaría en una situación de gobierno monocolor minoritario formal, con un fuerte apoyo de formaciones parlamentarias bajo un programa de gobierno consensuado. Por un lado, CC gobernaría en solitario, sin injerencias en la gestión de las acciones gubernativas, pero supeditado a un pacto de mutuo acuerdo; por otro, el PP lograría que sus políticas entrasen en la agenda y se postularan como los valedores de la estabilidad y la coherencia, aspectos que no abundan por este lado del Atlántico. @ayoze_uam

 

Tabla 1. Reparto de consejerías en los distintos gobiernos de coalición ganadora en Canarias.

 

Legislatura

Partidos en el gobierno y reparto de consejerías

1996-1999

CC (6) + PP (4)

1999-2001

CC (8) + PP (2)

2003-2005

CC (7) + PP (3)

2007-2010

                        CC (6) +  PP (4)

2011-2015

  CC (6) + PSC (4)

2015-2016

  CC (6) + PSC (4)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: elaboración  propia a partir de los datos de García-Rojas y Báez (2014)

 

Nota: nos referimos a los gobiernos de coalición ganadora como aquellos gobiernos de coalición donde los dos partidos, conjuntamente, tienen la mayoría parlamentaria, es decir, que no necesitan apoyo de otras formaciones.