Opinión

Julián Rodríguez se jubila del Ayuntamiento de Tías

No se encuentran muchas personas como Julián en cada uno de los municipios de la isla. Su rigor para documentarse en cada una de las facetas a las que se ha dedicado, su nivel de compromiso social, su carácter crítico, su generosidad, su curiosidad, su facilidad para aprender y su carácter polifacético en defensa de la conservación y recuperación de la identidad cultural le han distinguido como un ciudadano ejemplar.

Ahora que ha llegado a su jubilación como trabajador del Ayuntamiento de Tías, después de más de cuarenta años de servicio, repasamos su trayectoria dentro y fuera de dicha institución, donde sus contribuciones al conocimiento de la cultura local le distinguen como un lanzaroteño digno de un especial reconocimiento.

Julián Vicente Rodríguez Rodríguez nace en Las Cuestas de Tías en 1959 en una familia de 10 hermanos y hermanas. Toda la numerosa familia colabora en el entorno agrario de su casa, atención a las cabras y otros animales domésticos. Desde corta edad se interesa por aprender de las personas mayores de todo su entorno, abuelos, vecinos. Cantares, dichos populares, cuentos, refranes, aberruntos, cabañuelas, señas del tiempo. Desde su etapa infantil su curiosidad e inquietud es infinita. El Rancho de Pascua de Tías lo va a vincular con todas las tradiciones, pregunta a los mayores, lee bastante, anota y comienza a recopilar datos, se interesa por todas las tradiciones y también por lo divino:

“La virgen y San José emprendieron el camino/y en el vientre de María/ lleva el verbo divino.”

Vivió una adolescencia complicada por los últimos coletazos del régimen franquista y sus restricciones para reunirse y adquirir compromisos. Su espíritu combativo y social le lanza al rescate patrimonial. Su trabajo incansable para revivir costumbres le lleva a investigar en el entorno y a relacionarse con los mayores. Participa en los preparativos de los eventos sociales y en las comisiones de fiestas populares. Prematuramente participa en los grupos de jóvenes que ensayan teatro con Candelaria Borges. La parroquia y los curas progresistas que llegan a Tías ayudan al “aperturismo” y facilitan la creación de nuevas asociaciones. Julián nunca fue monaguillo pero se mueve en todos los movimientos asociativos cercanos a la iglesia. Participa en la creación del Club Nueva Juventud que promueve el teatro y la poesía. Mediante este colectivo consiguen crear la primera biblioteca pública de Tías instalada en los salones parroquiales de la iglesia.

Participa activamente en el denominado Movimiento Junior promoviendo actividades sociales: caminatas a la virgen de Las Nieves, Los Dolores y a San Marcial; pasear en taxis a todos los mayores del municipio; ayudar a la creación de la primera asociación de vecinos; promover primeras charlas.

Tras su paso por el Instituto de Arrecife, Julián se incorpora como trabajador del Ayuntamiento de Tías en 1982, en tiempos de la primera corporación democrática con el alcalde Juan Calero. Su primera tarea fue la de poner en marcha la Oficina Técnica junto con el arquitecto técnico Javier Pérez. Aperturas y licencias de obras fueron sus primeras funciones. Luego vendría la propuesta para crear la oficina de patrimonio púbico y patrimonio histórico. En este último apartado, y de forma altruista, con la ayuda de Nona Perera, elaboran un pormenorizado catálogo de patrimonio histórico artístico, el primero sobre el municipio de Tías. Este catálogo incluye viviendas, aljibes, patrimonio arqueológico, etnográfico, arquitectura eclesiástica, arquitectura funeraria, arquitectura económica, arquitectura de gestión educativa, cultural y política. Todo el catálogo contiene la definición de cada elemento, ficha, foto y croquis.

Julián desde la “atalaya” de la Oficina Técnica del ayuntamiento de Tías ha sido testigo directo de la evolución y transformación de todo el municipio, del cambio agrario al sector turístico, el aumento demográfico, la construcción de toda la zona de costa y toda la transformación morfológica de los pueblos, así como, también, de la pérdida de identidad cultural. Por todo ello, Julián ha mantenido una dura batalla contra el olvido y la pérdida de valores. Ese empeño le ha llevado durante muchos años a aprender diferentes técnicas y habilidades de la artesanía tradicional que muestra y comparte en su propia casa. No ha escatimado tiempo ni recursos, su generosidad es ilimitada y ha luchado incansablemente en todos los frentes, comenzando por poner su propia casa, en el Camino de Cho Pilas, a disposición de todos los interesados en conocer el patrimonio, ya sean usuarios de talleres, consultas bibliográficas o simplemente contemplar elementos tradicionales como un taro, aperos de labranza, tiestos,etc.

En “Cho Pilas”, la artesanía se ha convertido en elemento fundamental en el rescate del patrimonio histórico: El trabajo tradicional de la cestería de pírgano en Lanzarote; la artesanía en espiral en el trabajo de junco de Fuerteventura, ensayo comparativo con Lanzarote; rescate de talleres de herrería, con fragua y herramientas de cómo se creaban los aperos de labranza (sachos, plantones, etc.); talleres de tambores:herreño y gomero; talleres de juguetes y figuras realizadas en tunera; figuras para el belén con motivo de las fechas navideñas: mulos, vírgenes, camellos, burros…; talleres de truchas para rescatar la Navidad (truchas de garbanzos, batatas, arroz, calabaza y dulce); rescate de las mistelas y talleres para aprender a elaborarlas (recetas de limón, naranja, moras y hoja de higuera); elaboración del pan de forma tradicional, pan de tiesto plano y sin levadura; proceso para hacer gofio (tostamos con jable, pasar por cedaso y se termina la degustación, sin sal azúcares o conservantes).

“La Casa de Cho Pilas” es una especie de laboratorio de rescate de la artesanía y de centro de recursos para la investigación. Cuenta con un gran fondo documental sobre canarismos. Asimismo, en esta casa están depositados también los fondos documentales aportados por el investigador local Carmelo Marín Díaz, con más de 40 carpetas con contenidos del siglo XIX referidos a los apellidos Fajardo, Díaz y Monfort. La casa, además de lugar de ilustración, ha sido fonda y pensión de restauradores, investigadores, doctorados y arqueólogos de todos los confines.

Julián Rodríguez, dentro de su amplio catálogo de compromisos, ha recorrido en múltiples ocasiones todos los rincones comunales, veriles, barrancos, llanos y montañas, jables y malpaíses. En ellos ha descubierto canales, pilones, grabados, cucharas de lapa y una larga muestra de elementos significativos del rico patrimonio. Años de caminatas de fin de semana, de tardes con grupos de amigos para descubrir y rescatar las veredas sobre el volcán. Muchas horas de dedicación con chinijos y mayores para poner en valor veredas, caminos y barrancos como patrimonio público. Es un firme defensor de la idea que para asegurar la conservación de la diversidad hay que empezar dando a conocer el patrimonio insular, descubriendo y valorando la relación hombre-naturaleza a lo largo del tiempo.

Incalculable ha sido el trabajo de Julián rescatando todos los valores culturales de las tradiciones como señas de identidad cultural. Julián sabe el alto riesgo que se corre de perder la idiosincrasia de la población canaria ante el desarrollismo desenfrenado, cree necesario actuar firmemente y fomentar los valores de confianza, el respeto y la cooperación. Una de sus
primeras publicaciones recopiló el contenido de la Fiesta Popular de la Santa, juegos y cantares, editado por el Ayuntamiento de Tías. Julián dispone de una amplia base de datos sobre coplas populares sobre el rancho de Pascua a través de una recogida oral, mentideros y cuentos populares; los cuentos del viejo Lucas, libreta de Pepe el de Julio y la de Benigno.

El compromiso de Julián con la arqueología, incansable afán de conocimientos y su deseo de transmitir lo que nuestra gente realizó en el pasado, le ha llevado a dedicar mucho tiempo de su vida a la recogida de información, entrevistas a personas mayores, recopilación de saberes populares, visitas a yacimientos y colaboraciones en prospecciones. Un dato importante en ese sentido es su intervención en el yacimiento de Fiquinineo, evitando primero el saqueo y, posteriormente, que se pudiera comenzar un calendario de excavaciones.

Larga es la lista de ponencias, pregones, artículos, prólogos y publicaciones de toda índole que han llevado su firma, siendo un participante habitual en las Jornadas de Estudio de Lanzarote-Fuerteventura, con aportaciones que aparecen recogidas en los servicios de publicaciones de los Cabildos de Lanzarote y de Fuerteventura. Julián Rodríguez ha participado en multitud de colectivos, siempre totalmente entregado a acciones que benefician al conjunto de la sociedad insular, repartiendo valores que permitan el desarrollo de las relaciones humanas. Ha tenido muchos reconocimientos, no los suficientes para su valía y, a veces su modestia no se lo permite. En base a lo relatado en este apresurado artículo, como consecuencia de haber finalizado su etapa profesional, hay que recordar que la Asociación Mercedes Medina Díaz con la colaboración de Tías Foro por la Identidad, en la convocatoria de 2019, registró ante el Cabildo Insular un dossier con el objeto de que se le propusiera al Premio Referente de la Biosfera de Lanzarote, acontecimiento que no se ha llevado a efecto. Es de justicia reconocer a quien tanto ha batallado por la cultura popular y el rescate de los saberes populares, la arqueología, la historia aborigen, las cabañuelas, la música tradicional, las fuentes documentales, la cultura del agua, el paisaje, el deterioro del territorio y sobre todo por enseñarnos y comunicarnos toda su sapiencia.

Por todo ello y más. ¡Gracias Julián por tanto!