Opinión

IRRITACIÓN Y RESIGNACION

"Hoy como ayer, mañana como hoy,¡ y siempre igual!" Gustavo Adolfo Bécquer. A partir de junio de 1977 sentimos que en España se respiraba mejor y tuvimos la impresión de que el horizonte parecía, si ...

"Hoy como ayer, mañana como hoy,

¡ y siempre igual!"

Gustavo Adolfo Bécquer.

A partir de junio de 1977 sentimos que en España se respiraba mejor y tuvimos la impresión de que el horizonte parecía, si bien no totalmente despejado, abierto; los nubarrones grises formaban parte de él, había que enfrentarse con ellos, pero de manera activa, según quisiera cada uno. La vida era entre nosotros más vida. La riqueza de la vida consiste en sus posibilidades y España se había súbitamente enriquecido, a pesar de todas las crisis simultáneas.

Sería ciego el que no viese que esa situación se ha alterado profundamente. El clima social español vuelve a recordar el de hace tres decenios, el que por un momento pareció pertenecer a un pasado que definitivamente había quedado atrás, y ya muy lejos. Hay en nuestra sociedad dosis muy altas de dos actitudes que, combinadas, pueden ser peligrosas: irritación y resignación.

A los partidos españoles, débiles y de escaso arraigo, les ha producido desde el principio irritacióntodo lo que significase verdadera libertad de elección. La capacidad de imaginar, ensayar, equivocarse, rectificar, buscar,ha sido mirada con hostilidad por los partidos deseosos de afianzarse, de ahormar la sociedad según sus conveniencias particulares.

De esta manera, se han reducido las opciones que se ofrecen a los españoles. Y hay manifiesto interés en que no haya otras. La insufiencia de los recursos para proponer algo nuevo es tan extremada, que la inmensa mayoría de los ciudadanos ha llegado a convencerse de que las cosas son así. Pero como lo que ven en torno suyo no es muy alentador, encuentran que su vida se ha estrechado, ha menguado en calidad, en posibilidades, en estímulos y esperanzas, empiezan a irritarse, Y además, esa irritación se ha aliado con la resignación, lo que implica que no se puede hacer nada, al menos, nada nuevo.

Dicho con otras palabras, se ha perdido la iniciativa. Lo característico de lo humano es la iniciativa, la posibilidad de iniciar conductas que van más allá de todos los datos, teniéndolos en cuenta pero sin que limiten la capacidad de imaginar, de plantear de manera nueva y original las cuestiones.

Si los españoles nos resignamos a recibir las fórmulas ya hechas, como en botica, todos habremos de lamentarlo, no habremos quedado nuevamente sin la capacidad de imaginar y hasta equivocarnos, veremos que nuestro horizonte es más estrecho, menos incitante, menos prometedor. Estaremos más "cómodos" -en el sentido en que viven cómodamente los rebaños- cuanto más reguladas estén nuestras vidas desde fuera. Pero esto acaba por provocar irritación; simplemente, porque va contra la condición del hombre.

Me parece esencial que cada uno de nosotros y la sociedad en su conjunto recobremos la iniciativa y no renunciemos a ella por nada que se nos pueda ofrecer. Cuando pienso en la calidad de muchas cosas españolas, cuando mido las posibilidades que, en muchos campos, son nuestras, me parece inaceptable que nos resignemos, aunque sea sobre un fondo de irritación, a ser lo que nos propongan los que ofrecen recetas ensayadas mil veces, casi siempre fracasadas, y que en todo caso no suscitan nuestro deseo ni encienden nuestra imaginación. Y como dijo el poeta: "No hay esperanzas sin sueño; / ni sueños sin esperanzas. / El esperar siempre empieza. / El soñar nunca se acaba".

Francisco Arias Solis