En este diario debemos estar de acuerdo con todas las voces que se quejan en estos días del excesivo revuelo que está causando en el Gobierno regional la llegada de inmigrantes a las Islas o la fuga de los once inmigrantes que estaban ...
En este diario debemos estar de acuerdo con todas las voces que se quejan en estos días del excesivo revuelo que está causando en el Gobierno regional la llegada de inmigrantes a las Islas o la fuga de los once inmigrantes que estaban en el aeropuerto de Guacimeta. Y lo estamos porque durante los años en los que las mafias de la inmigración azotaron con fuerza tanto a Lanzarote como a Fuerteventura la reacción de nuestros representantes públicos fue prácticamente nula, y no digamos nada del Gobierno central y del Partido Popular (PP). Resulta llamativo primero la posición del PP acusando al Partido Socialista (PSOE) de lo que está sucediendo, cuando saben que las cifras de llegada de inmigrantes ha descendido espectacularmente, como resulta llamativo que se lleven las manos a la cabeza ahora en Gran Canaria porque están llegando pateras allí o en Tenerife porque les utilizan como lugar de tránsito para repatriar a los inmigrantes que han intentado entrar en Ceuta y Melilla.
El presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, aseguró este miércoles que le preocupa la "deriva" que toma el presidente del PP canario y del Cabildo de Gran Canaria, José Manuel Soria, quien a su juicio "se está convirtiendo en un fundamentalista". El presidente consideró "deleznable que se intente sacar tajada política" de la tragedia humana que supone la inmigración.
Nada que reprochar a Adán Martín si el Gobierno de Canarias hace lo mismo, es decir, tener en cuenta a todas las islas por igual frente al fenómeno de la inmigración y no volver a bajar la guardia como la bajó en los años en los que a las dos islas orientales no las ayudaba nadie, absolutamente nadie. De hecho, como ejemplo funesto de lo que sucedía, eran nuestros ayuntamientos los que costeaban los entierros de los pobres seres humanos que se ahogaban frente a nuestras costas y que eran rescatados. Muchos otros se quedaron en el mar y no se volvió a saber nada de ellos.
Lo de Soria hasta cierto punto puede ser entendible. Él sólo pretende buscar el rédito político, olvidándose eso sí de medidas tan drásticas y populistas que tomó en su momento como era la de dar billetes de avión gratis a la Península a todos los que llegaban al parque de Santa Catalina.
La inmigración irregular es un problema mucho más serio que todo eso. Es un verdadero drama, que se está padeciendo con crudeza en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. No se trata de exagerar ahora ni de generar alarmas innecesarias, pero lo de Ceuta y Melilla tiene mucho que ver con Canarias. Somos la puerta que abre Europa a todos los subsaharianos. Si ellos no lo saben, lo sabe Marruecos, que se encarga, como decíamos ayer, de hacer de guardia de tráfico para determinar el flujo de la inmigración.
Está bien que la clase política reaccione, aunque sea tarde, y sobre todo que protejan este paraíso que tantos dividendos da en forma de euros procedentes del turismo. Que lo hagan ahora, antes de que sea tarde.