Que esta pandemia es una situación sin precedentes, compleja de gestionar, y que nos ha dejado a todos fuera de juego es una realidad que comprendemos y aceptamos. Lo que no es aceptable es que a punto de cumplir un año del confinamiento aún estemos dando tumbos sin haber fijado un rumbo y sin planificación en el horizonte.
Nuestra Isla, Lanzarote, es dependiente totalmente, directa o indirectamente del sector servicios, concretamente del turismo.
Con un sector primario en decadencia, sin visos de tener sucesores que se encarguen de seguir conservando lo que, por otra parte, hace que nuestro paisaje sea singular y nos identifique, y con una industria inexistente.
Con este escenario, es incomprensible que habiéndose parado en seco la entrada de turistas a la isla, llevando a la paralización de la mayoría de la actividad comercial y del flujo de negocio, hasta el día de la fecha, no se haya desarrollado una línea de trabajo y/o un plan de apoyo a las pequeñas y medianas empresas que ayuden a restar incertidumbre y alivie un la crisis en la que nos hemos sumergido de un día a otro y lo peor sin fecha de salida.
Es inconcebible que con una actividad comercial totalmente paralizada las empresas sigan soportando costes fijos como alquiler, seguros sociales, autónomos, impuestos, entre otros. Algo inasumible para muchos empresarios que se han ido descapitalizando en este año por tener que asumir estos gastos con una merma de los ingresos de entre un 50 y un 70 por ciento.
Las ayudas estatales se han limitado a financiar la deuda, con meses de carencia, avalados por el estado, a ERTES con condiciones inasumibles que obligan a las empresas a conservar a los empleados a toda costa, aunque tengas que recurrir a la financiación ajena para asumir los gastos, o de lo contrario deberás devolver las exoneraciones de todos estos meses. Todo ello condicionado al cumplimiento de multitud de requisitos, entre ellos no tener deudas con la administración lo que hace aún más difícil mantenerse a flote.
Sumamos los costes administrativos por tener que tramitar un sinfín de documentación y añadimos la actitud recaudatoria de las administraciones que no paran de hacer inspecciones, enviar requerimientos, revisar autoliquidaciones, inspecciones de trabajo que por supuesto que hay que realizar pero quizás hay que buscar más allá de los que declaran, de los que intentan hacer las cosas bien, porque no es lo mismo defraudar que errar en cualquier trámite , sancionar por esto último es lo sencillo, y supone castigar al que intenta cumplir con sus obligaciones. En definitiva la ayuda efectiva no llega, ni se la espera, al menos en la isla de Lanzarote.
Al margen de esto está la clase política de esta Isla, que brilla por su ausencia, por la falta de soluciones, y por estar cada vez más lejos de todas aquellas personas que les votaron, y los que no, porque son dirigentes de todos los conejeros y están obligados a aportar soluciones. De vergüenza ha sido el anuncio de la Ayuda a los autónomos por parte del Cabildo, a bombo y platillo, con una cantidad totalmente insuficiente ante la magnitud del problema.
No se puede paralizar la actividad de una isla sin tomar decisiones económicas paralelas de envergadura que den seguridad a todos esos titulares de negocios que se han visto afectados.
Si el objetivo es acabar con la actividad comercial de la isla, lo están consiguiendo. Miremos hacia La Gomera, una isla con muchos menos recursos que la nuestra, el 14 de Mayo del 2020 publicaron la convocatoria de ayudas a Pymes y autónomos, por un total de 3,3 millones de euros, solo 2 meses después de decretarse el confinamiento. ¿Qué ocurre en Lanzarote? Nos hemos convertido en simples espectadores del cero turístico, abandonándonos a nuestra suerte, sin una planificación que deje dormir a todas esas familias que dan trabajo y viven con su pequeño negocio.
En una situación en que la mayoría de los negocios han tenido que aplicar un ERTE a sus empleados, total o parcial, nuestros políticos, sin ideas ni planificación para paliar la gran crisis que nos azota, siguen disfrutando de sus `privilegios y sus sueldos íntegros, y lo mismo con los empleados de los diferentes Ayuntamientos y Cabildos, porque ahí no hay necesidad de aplicar recortes, ya siguen los autónomos pagando su cuota y sus impuestos sin perdón. Ni tan siquiera en los Centros Turísticos, que siguen con su plantilla sin haber turistas que los visite, un sin sentido.
Muchísimas personas se han quedado sin trabajo y sin ingresos, teniendo que recurrir a la ayuda social, escasa, por cierto pero al parecer nuestros políticos son intocables no necesitan rentabilizar su puesto de trabajo para cobrar un sueldo, ellos se encuentran en otra realidad.
Necesitamos en estos momentos menos políticos y funcionarios apalancados en sus puestos, y más expertos, en economía, educación, sanitaria, que aporten soluciones y un plan de acción. Deberíamos invertir recursos en formar a nuestros trabajadores en estos tiempos en que a la mayoría le sobra tiempo, cambiar el modelo, reinventarnos porque hemos visto que el nuestro hace aguas.
Muy poca calidad ha demostrado nuestra clase política, o ninguna.
Debemos como ciudadanos exigir a nuestros dirigentes que rentabilicen el sueldo que todos les pagamos, que se acerquen al pueblo que les ha colocado donde están, y que no se endiosen más porque el resto de los mortales estamos en la tierra, pasándolo muy mal.
Por Noemí Ramírez, Agrupación Socialista por Lanzarote