Gerardo con su sonrisa y fortaleza me ha dado una lección de vida. Escucho a diario quejas, lamentos y todo tipo de negatividades en personas que lo tienen todo y ya no me refiero a lo material, sino a la salud.
El camino era angosto y el calor nos acompañó en todo momento en ese día, esquivando las piedras, para no caerme, solo tenía en mi pensamiento al héroe que iba delante de mí, sin mediar queja alguna. Su enfermedad no le impedía avanzar , todo lo contrario.
Su fuerza y tesón era admirable, nos miraba con esa sonrisa que hablaba por si sola. Vive en Guatiza en su casa, rodeado de encajes e hilos, porque aún saca más fuerzas para coser, verdaderas maravillas recicladas. Me mostró aquellas costuras tan bien hechas, me explicaba su técnica de teñir la ropa y mi mente a mil revoluciones, intentando ordenar lo que allí estaba pasando, me sentí ínfima ante tanta grandeza de persona.
Al igual que me pasó al salir del orfanato de mi hijo, hoy volví a sentir ese dejá vu, donde prometí no volver a lamentarme más por frivolidades. Una vez más bajo la cabeza y sigo el camino humildemente.
Querer es poder pero con Gerardo, se borda la frase. Sus piernas y sus manos frágiles, se convierten en un ejército armado en la batalla de su día a día.
La fuerza de la voluntad nos dice que nada es imposible cuando la determinación es indomable; entrenar nuestro cerebro. Según Goleman, se calcula que el 80% del éxito en la vida se debe gracias a la inteligencia emocional pero el otro 20% también lo tienes Gerardo. Más que fuerza de voluntad, es un esfuerzo motivado.
Leyendo el libro de Seligman, el cual hace un estudio sobre las fortalezas del ser humano, hoy ví personificada LA VALENTÍA.
No eres rara Juani, eres diferente, me dijo al escuchar la conversación que teníamos. Un manual de Psicología se queda obsoleto si lo conocen. Sus ojos brillan porque es feliz con lo que hace; le reconforta tener una máquina de coser con remalladora. Los hilos de sus costuras llevan amor del bueno, Guatiza no solo debe de sentirse orgullosa de ese maravilloso Jardín de Cactus, sino también de ese gran ser humano que vive en ese pueblo. Aprendamos de ellos, de los anónimos que son verdaderos jabatos, dejemos el egoísmo y seamos más humildes, disfrutemos de las pequeñas cosas, porque nunca sabremos cuando se acabarán.
Para mí es un regalo muy grande y una gran dosis de humildad haber conocido, a este luchador. Doy gracias a esa persona que nos puso en el mismo camino.
Es cierto que me tachan de rara porque prefiero estar cerca de los más vulnerables; que de personas que no aportan, cada uno elige con quien y como se siente mejor. No me vale no hay edad o con tu edad, no puedes, eso es una disculpa para justificar lo que nos cuesta hacer. Vamos a querernos más y tengamos presente esa apuesta por la vida, ese gran don que nos regalaron nuestros padres.
Gracias a los dos por hacerme sentir tan feliz y plena. Ese Universo confluyó para que te conociera de la mano de ese gran compañero de camino. Es de admirar a las personas que luchan y siguen el camino menos transitado.
Juani Alemán Hernández.