Seguimos discutiendo sobre las mismas cuestiones, como si el tiempo se hubiera detenido en esta isla de la saturación. Saturación de promesas repetidas, promesas incumplidas sin pudor, promesas con sabor a negligencia y desfachatez. Los contenidos de los programas electorales en la mayoría de las formaciones políticas son similares a los que presentaron en las últimas elecciones, en las de hace ocho años, ...
Y lo más gracioso de todo... Estos mismos propósitos los plantean partidos que han tenido responsabilidades directas en labores de gestión pública y no han sabido o no han querido desarrollarlas.
¿Compromiso con los ciudadanos y en la gestión eficaz de los recursos públicos, avanzar hacia un modelo comunitario y de proximidad de los servicios sociales, planes de igualdad locales, la ordenación y protección del territorio, la apuesta decidida por la sostenibilidad y energías limpias, la participación activa de los ciudadanos en la gestión pública, apaciguar la brecha digital, preservar el patrimonio, la atención a nuestros mayores, promocionar programas de conciliación familiar, dinamizar los centros socioculturales, planes de modernización, asentar nueva movilidad, establecer criterios de contratación pública justos y transparentes…? ¡Y así muchas cuestiones más! En su mayoría propuestas esenciales que trascienden los ámbitos ideológicos, por lo que se encuentran, sin distinción, en los objetivos de actuación que plantean las diferentes formaciones políticas.
Se repiten sin cesar, una y otra vez... En algunos casos porque no han sabido hacer; en otros, los inconvenientes burocráticos o la ausencia de una adecuada orientación experta han frenado su desarrollo. En los casos más sangrantes, sólo cabe decir que no les ha dado la gana hacer nada….
Un programa electoral mide la capacidad que tiene el/la candidato/a de realizar un diagnóstico certero de los problemas y como enfrentarlos. Podíamos señalar que se trata de un contrato político entre los ciudadanos y el partido que lo presenta. Pese a su reiterado incumpliendo, los ciudadanos no reclamamos los términos del mismo.
Nos instalarnos en la queja, volviendo a reincidir en el "voto de la rutina", incapaces de despojarnos de esa fidelidad inquebrantable hacia el partido de turno. Da igual si todo está podrido por dentro, si no han aplicado lo que proclamaban como dogma, si han cruzado las líneas rojas que ellos mismos trazaron... Nos guiamos por las emociones, por la sensación que produce el desamparado de la ausencia de marcos o referencias ideológicos afines.
Que los políticos no cumplan con sus compromisos está vinculado directamente con los ciudadanos a los que se enfrentan. Una ciudadanía exigente desanima con eficacia los intentos de propaganda política vacía e interesada. Obviamente sin responsabilidad vecinal ni educación social se coarta gravemente la posibilidad de precipitar mejoras en la vida de la comunidad.
Pues eso.... No pasa el tiempo por los programas electorales. Muy pocas novedades, nada realmente interesante para el ciudadano de a pie. Promesas que se quedan en la conciencia colectiva, que empobrecen los umbrales políticos y tiñen de descrédito los discursos elaborados con esmero
Sin embargo, no me resisto a la sorpresa, a escuchar con atención otras formas de intervención. Estoy seguro de que, si lo intentan, si aspiran con firmeza a mejorar esta isla, si despiertan de las batallas eternas de egos y se despojan de los reproches recíprocos... pues tendrán cosas que contarnos sin pantomimas, sin estrategias orquestadas para la destrucción del adversario ideológico. No sé si será pedirles mucho. No sé si la madurez es un propósito por implantar en la gestión pública... ¡No sé si quieren o, mejor dicho, no sé si los que están pueden hacerlo!...
A pesar de esta flaqueza de confianza en los políticos insulares, a pesar de este desastre colectivo que hemos engendrado (nuestra paciencia y pasividad asustan), a pesar de observar los mismos desapegos, las mismas tibiezas, los mismos nubarrones, las mismas misiones imposibles... A pesar de todo, si quieren, pueden plantearse variar el rumbo…
Trabajador Social