Un día más nuestros telediarios abren su edición con el anuncio macabro de otro asesinato machista.
Una nueva víctima que engrosará la abominable lista de las ya cerca de 900 contabilizadas desde el año 2003 (1), superando numéricamente los asesinatos de la banda terrorista ETA (2), que sí mereció la atención de nuestros políticos, horas de debates preelectorales, robustas partidas presupuestarias y la suscripción de un prolífico Pacto de Estado, que nunca llega cuando se trata de las mujeres.
Y con cada asesinato se reproducen los lamentos desde todos los ámbitos sociales y los minutos de silencio.Una sociedad bipolar, que sólo se escandaliza con cada crimen atroz, a pesar de que esta lacra se retroalimenta sobre una nutrida base de microviolencias cómodamente instaladas, normalizadas, y hasta promocionadas desde todas las formas pensables de influencia social.
Se da la circunstancia, además, que en el presente año, casi la mitad de víctimas habían denunciado a sus maltratadores, y en algunos casos, disponían de una frágil orden de protección incapaz de salvarles la vida, o, en el peor de los casos, les fue denegada toda protección judicial.
Por otro lado, los datos indican un estremecedor anclaje machista a tempranas edades, que ha incrementado el trabajo de los juzgados especializados de menores. A ello contribuye un plan educativo carente de perspectiva de género, a pesar del mandato contenido en la Ley de Igualdad (3), y unas nuevas tecnologías que son dúctiles canales de todas las tipologías de violencia sexista, hasta extremos inquietantes.
La oscura panorámica descrita sólo tiene una lectura: nuestro sistema de lucha frente a la violencia de género zozobra a través de sus numerosas brechas. Somos incapaces de frenar su avance y de dar protección a unas víctimas, cada vez más jóvenes.
Nos enfrentamos a una potente lacra histórica, endémica y polifacética, que se engendra desde una arraigada base social subestimada por todas las políticas ideadas para acabar con un machismo que sigue matando. Una base que se genera y regenera a través de cada anuncio sexista; de cada nueva edición de "gran hermano" y de hogares que perpetúan roles de género, a pesar de la integración de las mujeres en un mercado laboral, que también las discrimina.
Una base que se ceba en una violencia sexual globalizada y en unas herramientas educativas contaminadas con un lenguaje y una historia donde sólo habitan hombres.
No es fácil revertir un proceso, con siglos de experiencia y gran habilidad para adaptarse y reinventarse con cada nueva etapa histórica.
El abordaje, sin duda, debe ser multidisciplinar, desde todos los frentes en los que el machismo hunde sus raíces más profundas, pero la prioridad debe ser la prevención, a través de las escuelas, porque la educación es el arma más potente para cambiar una sociedad.
En la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) somos resolutivas no contemplativas, y actuamos directamente sobre la realidad para cambiarla. Por ello, hemos apostado por un ambicioso proyecto educativo que ya se está implementando en Lanzarote y se prolongará durante el presente curso escolar (2016/2017), con más de 1.000 jóvenes adscritos y 40 operadores judiciales (abogacía, judicatura, fiscalía, forensía, letrados/as de la administración de justicia y graduados/as sociales), que altruistamente forman parte de los cinco equipos de formadores/as que dirigen la ejecución del proyecto en la Isla de los volcanes.
Se llama "Educando en Justicia Igualitaria" y es un programa pionero que ha nacido con perspectiva de género, dirigido a familias, educadores/as y jóvenes de 9 a 18 años, con tres señas de identidad: igualdad, justicia y educación, donde colaboran Centros de Educación y todos los estamentos de la justicia.
Un programa de divulgación y conocimiento de lo que es la Justicia Igualitaria entre los más jóvenes para ayudarles a reconocer las discriminaciones y violencias de género, así como los estereotipos sexistas. Un programa que pretende el acercamiento de estudiantes al mundo judicial igualitario, a través de visitas guiadas a las instalaciones judiciales y asistencia a juicios públicos como una experiencia enriquecedora que les dará una información más certera sobre el funcionamiento de los juzgados españoles. Un programa que promueve la creatividad de adolescentes y el trabajo en equipo mediante la preparación y escenificación de un juicio con perspectiva de género.
Una formación temprana tiene un impacto mayor y más positivo, porque se es más dúctil y permeable a la adquisición de valores y buenos hábitos. Proyectos como éste son imprescindibles para combatir, desde su origen, toda forma de discriminación. Es más fácil educar a una niña fuerte y a un niño en la igualdad, que reparar a una mujer rota. En la educación está la solución.
Glòria Poyatos Matas, Magistrada Tribunal Superior de Justicia de Canarias, Presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE)
Artículo publicado en la revista Unionprofesional
(1)- En el año 2003 se empezaron a contabilizar los asesinatos de víctimas de violencia de género con vistas a la aprobación, un año más tarde, de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. La cifra de la vergüenza, a la fecha de cierre de este artículo, es de 350 mujeres asesinadas.
(2)- El Ministerio del Interior reconoce 829 vícitmas mortales de ETA, pero las asociaciones de víctimas del terrorismo elevan esa cifra hasta los 858.
http://www.20minutos.es/noticia/1195725/0/victimas-mortales/eta/cifra/#xtor=AD-15&xts=467263
(3)- El artículo 24 de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres dispone literalmente lo siguiente:
"Integración del principio de igualdad en la política de educación
1. Las Administraciones educativas garantizarán un igual derecho a la educación de mujeres y hombres a través de la integración activa, en los objetivos y en las actuaciones educativas, del principio de igualdad de trato, evitando que, por comportamientos sexistas o por los estereotipos sociales asociados, se produzcan desigualdades entre mujeres y hombres.
2. Las Administraciones educativas, en el ámbito de sus respectivas competencias, desarrollarán, con tal finalidad, las siguientes actuaciones:
a) La atención especial en los currículos y en todas las etapas educativas al principio de igualdad entre mujeres y hombres.
b) La eliminación y el rechazo de los comportamientos y contenidos sexistas y estereotipos que supongan discriminación entre mujeres y hombres, con especial consideración a ello en los libros de texto y materiales educativos.
c) La integración del estudio y aplicación del principio de igualdad en los cursos y programas para la formación inicial y permanente del profesorado.
d) La promoción de la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los órganos de control y de gobierno de los centros docentes.
e) La cooperación con el resto de las Administraciones educativas para el desarrollo de proyectos y programas dirigidos a fomentar el conocimiento y la difusión, entre las personas de la comunidad educativa, de los principios de coeducación y de igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
f) El establecimiento de medidas educativas destinadas al reconocimiento y enseñanza del papel de las mujeres en la Historia."