Hace pocas semanas tuve ocasión de acudir a un acto organizado por la Asociación de Familias Adoptantes de Lanzarote, en homenaje al Premio Nobel de Literatura residente en nuestra isla, José Saramago. Fue una reunión entrañable, muy afectiva y agradable, que me permitió descubrir a un grupo de personas comprometidas en una iniciativa emocionante y concienciadas en la realización de una labor no lo suficientemente reconocida por nuestra sociedad. Supuso para mí todo un descubrimiento, pues conocía su existencia a través de otras personas y de los propios medios de comunicación, pero nunca imaginé que estas familias alcanzaran tal grado de compromiso y fueran capaces de transmitir tanto afecto, tanta comprensión y tanta energía positiva en una tarea cuyo objetivo principal no es otro que proporcionar un hogar a los niños que no lo tienen.
Las administraciones públicas, tanto de nuestro país como de los lugares donde se formaliza la adopción internacional, colocan un número casi insalvable de obstáculos incomprensibles a las familias que han tomado la decisión de adoptar un niño o una niña, ya sea en España o en un país extranjero. Las diputadas socialistas Olivia Cedrés y Manuela Armas trabajan con intensidad para simplificar estos procesos. El cúmulo de trámites burocráticos a llevar a cabo, la espera desmoralizante sin noticias, los escasos escrúpulos de ciertas agencias de adopción, la estancia en un país lejano y desconocido...; sin duda, un camino lleno de incertidumbre que en ocasiones disuade a muchas familias de iniciar los trámites, pero que también refuerza el deseo de los futuros padres para proporcionar un hogar a un niño o una niña que carecen del calor de una familia.
Porque ésa es una de las sensaciones más emocionantes que tuve ocasión de descubrir en la reunión de las familias adoptantes lanzaroteñas. Cierto es que los futuros padres desean un hijo o una hija, pero no lo es menos el sentimiento que prevalece en todos ellos, y que antepone la necesidad de los niños a tener una familia. Todos creen que en algún lugar de este ancho mundo existe una personita que necesita un padre y una madre, y por eso se han lanzado a una compleja carrera de obstáculos cuyo final invariablemente debe ser la creación o la ampliación de una familia. Es una actitud loable, digna del mayor de los elogios y ante la cual sólo cabe el apoyo y la ayuda de las instituciones públicas. La mía ya la tienen.
Manuel Fajardo Palarea
• Secretario General del PSC de Lanzarote
• Vicepresidente del Cabildo de Lanzarote