Opinión

El nacionalismo como piedra angular

El nacionalismo se sitúa en el epicentro ideológico, es la base de la política, se asemeja con los cimientos de la casa con la cual vertebrar el progreso social, cultural, económico y político de una sociedad. Se trata de una ideología y un movimiento sociopolítico que se basa en el nivel de conciencia e identificación con la realidad y la historia de una nación. Todo individuo social lleva un nacionalista dentro, todos quieren lo mejor para el lugar donde viven, donde han nacido y donde se van a desarrollar como seres sociales y políticos. Blas Infante, pensador andaluz, decía:   

"Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano. Yo quiero trabajar por la causa del espíritu en Andalucía porque en ella nací. Si en otra parte me encontrase, me esforzaría por esta causa con igual fervor."

El nacionalismo como toda corriente tiene su inicio, y su evolución. Siendo el sentimiento identitario de pertenencia a un determinado lugar, la chispa para politizar en una ideología tangible. La historia propia, la lengua y la cultura junto con el deporte y los aspectos musicales es la mecha que da paso a que el individuo sienta la necesidad imperiosa de preocuparse y defender su pueblo. 

Se tiende a demonizar una ideología, que es a bien seguro el detonante de la política, la que marca el devenir del espectro izquierda-derecha (cleavage más complejo). Un sistema que hace elegir, situarse y declararse, pero a la vez, un sistema que tiende al engaño, a lo abstracto. El ser social, es pre-políticamente nacionalista, en cambio, el conjunto social pierde ese carácter individual a causa de la politización del sistema. El ruido mediático, marcado hoy día por las presiones políticas y lobbies empresariales que aprietan para satisfacer otros intereses, termina por contaminar a la masa social.

 

Todos tenemos una procedencia con la que nos sentimos nuestros, iguales,  y eso nos permite establecer diferencias. Pero hay formaciones que se creen en dueños de esa propiedad. El antinacionalismo es una forma peculiar de ser nacionalista y es una postura que ha crecido bastante en el Estado Español. La gran paradoja de no ser nacionalista de pueblo para ser una nacionalista de país, un patriota con tintes sectarios. No creo en el nacionalismo que se vive de forma enfática e insistente. Creo en el nacionalismo en el que el poder no equivale a la soberanía negativa de estar desligado de otro, sino a compartir un destino, a vivir en una comunidad vecinal en igualdad de condiciones.

Por David Toledo Niz