“…Lo importante es apreciar que estamos replicando un modelo que es por definición insostenible. Y eso no se quiere ver. Lo peor es que no se detecta una corriente lúcida que indique el camino… “. (Conversaciones extremas con el Maestro).
Que Lanzarote es una isla que sufre de éxito, hablando en términos de afluencia turística, es una obviedad. No creo que nadie pueda cuestionar esto apelando simplemente a las matemáticas (ahí están los balances estadísticos periódicos para evaluar los impactos económicos). La capacidad territorial frente a la afluencia turística te lleva, una y otra vez, al mismo resultado: el sector turístico ha adquirido una notable relevancia en la generación de ingresos y empleos, mostrando a la vez, perversos y sangrantes efectos secundarios, en términos energéticos, generación de residuos, transformación de los ecosistemas, protección social, etc. Y la verdad, sobran informes, estudios o evaluaciones de expertos; sobra la interesada conciencia de referentes custodios de los entornos naturales; sobran las consignas ideológicas de una "parte y de la otra";. Con dar una vuelta por "Zarote" se aprecia el exceso, este desproporcionado crecimiento...
Para algunos resulta tan rentable, políticamente hablando, refugiarse en datos, estadísticas y diagnósticos, para reclamar acciones y denunciar la impunidad externa...
El problema es que se quedan en la proclamación de la denuncia, en fuegos artificiales que se amparan en titulares y operaciones de marketing. Se han especializado en la externalización de las dificultades, mostrando gran capacidad para la abstracción de sus responsabilidades. Acuñan términos intrépidos en propiedad (saturación, justicia social, sostenibilidad) para llegar al mismo espacio: nada que reacciona ante el vacío de sustancia. No parece un planteamiento fiable para modificar el problema.
Por su parte, los otros se atrincheran en la falta de coherencia de los primeros, apelan a su eterna negligencia demagógica y en constante disidencia. Plantean la necesidad de reformular el modelo económico desde una mejora a niveles organizativos.
Siendo interesante esta perspectiva basada en replantear primarias premisas en la gestión pública, han caído en la sempiterna trampa de negar la mayor, es decir, el despropósito del crecimiento desorbitado de la carga turística frente a las limitaciones del territorio insular. Deben entender que no todo se puede abordar desde un cambio de gestión, necesario por supuesto, pero insuficiente. Se deben adoptar medidas especiales y contundentes en cuestiones tales como los residuos, el transporte-movilidad, el incontrolable y fuerte consumo de agua y energía, la contaminación de territorios vulnerables, etc. Por ello, se demanda una profundidad estructural de las administraciones, afectar significativamente su voluntad por planificar con eficacia y sencillez actuaciones con el propósito de propiciar un cambio de rumbo en el modelo que no solo busque la rentabilidad económica y el crecimiento.
Ya lo he dicho en otras ocasiones y me repito... La saturación no se limita al binomio territorio/turismo. La verdadera saturación viene dada en el plano político. Se echa de menos la toma de decisiones con valentía que permitan proteger los intereses sociales, así como los entornos naturales sin conflictos, sin externalizar culpas ni generar fobias. Si no es así, el mito de la Isla de Pascua se cumplirá en Lanzarote. Muy pronto lo sabremos…