James Schlesinger, ex secretario de energía con Jimmy Carter, comentaba en la VI Conferencia internacional de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas, que, ante los problemas, en particular los ...
James Schlesinger, ex secretario de energía con Jimmy Carter, comentaba en la VI Conferencia internacional de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas, que, ante los problemas, en particular los energéticos ? base de cualquier sociedad -,
parecieraque sólo podemosadoptardos actitudes: la complacencia o el pánico. No parecehabertérminomedioenlaespecie,yNateHagens,colaboradorde www.theoildrum.comloargumentabasándoseennuestrahistoriadeseres acostumbradosmucho másalaescasezquealaabundancia,loquehamoldeado patrones de comportamiento que valoran mucho la satisfacción inmediata frente a la incertidumbre de un futuro que nunca podemos adivinar completamente, e inasible por
tanto.
La inteligencia de la que hemos sido dotados, tras más de cuatro millones de años de evoluciónsegregadadeotrosprimates,nospermite,sinembargo,evaluar,hacer prospección, examinar escenarios más o menos certeros y, se supone, planificar ante las
adversidades. Sin embargo, pareciera también que se impone la pauta - quizás más arraigada en nuestro comportamiento como especie que logró sobrevivir a tantos cambios climáticos, de competencia con otras especies, etc. - de actuar sólo ante los fenómenos con una perspectiva inmediata, no ejercer la alerta sino cuando el peligro es inminente y, mientras tanto, contemplar los fenómenos con cierta displicencia, inventando escenarios
imposibles, pero gratificantes, tratando de neutralizar los nervios en la manada, como si supiéramos que levantar la liebre únicamente empeora las cosas.
Así, todos los que nos permitimos poder leer prensa asistimos a una crisis global de los recursos con la complacencia del homínido que tiene suficiente para comer, y que quiere mantener ese estatus: ahí cualquier movimiento fuera del redil es peligroso. Como se dice en política: el que se mueve no sale en la foto, y nadie quiere salirse de la foto de los beneficiados. Contemplamos cómo se deteriora lo que nos rodea pero que aún no nos alcanza, y hacemos votos admonitorios por su pronta solución, eso sí, sin movernos un ápice de nuestra posición. No soportamos la incertidumbre.
Cuando se acerca lo que otros ejemplares de la especie advirtieron en forma de análisis, etc. y las cosas se presentan preocupantes, o surgen las dudas de la estabilidad de nuestra situación, se despliegan las armas del pánico: se encienden las alarmas y todo
comienza a parecerse a una pesadilla alarmante de la que hay que escapar, acaparando paraelnúcleodelabandapropia,pasandodesoportaralpróximoaolerraziasy venganzas sobre el prójimo, etc.
No tenemos término medio, al parecer. Al principio, no hay que alarmar aunque sepamos, gracias a la inteligencia humana, que la perspectiva es alarmante. Cuando se acercan los signos, se desata el pánico, dejamos lo que tengamos que hacer, y si te he visto no me acuerdo, cada uno a lo suyo, ahora más que nunca. Complacencia ante el advenimiento de esta nueva situación de crisis global de los recursos y, una vez la tenemos aquí, pánico, que no deja de ser una fórmula antiquísima de resolver los entuertos de una forma genuinamente humana.