cantinero, ra 1.m. y f. Dueño o encargado de una cantina. 2.Persona que en las guerras acompañaba y servía bebidas a la tropa. El cantinero era la persona encargada de la cantina. El que servía bebidas a ...
cantinero, ra
1.m. y f. Dueño o encargado de una cantina.
2.Persona que en las guerras acompañaba y servía bebidas a la tropa.
El cantinero era la persona encargada de la cantina. El que servía bebidas a la tropa en tiempo de guerra.
También es sabido que el cantinero no tenía porqué ser necesariamente el dueño de la cantina. La cantina solía pertenecer a un tercero, una persona anónima, muchas veces oculta, que se limitaba a recoger el beneficio del trabajo realizado por el cantinero día y noche. No estaban los dueños para las peleas de machitos en el bar, ni para oír las quejas de la clientela, ni siquiera para responder del exceso de su negocio; de esas nimiedades se encargaba el cantinero, limitándose el dueño de la cantina a mantener el ánimo del cantinero bien alto, gracias a un salario digno y a la aceptación servil de un trato cercano a la esclavitud.
Era muy dura la profesión de cantinero, ya se sabe, tenían que oír todas las quejas y peticiones de los plebeyos, de los señores y de sus dueños, los cuales, borrachos de exceso, pedían y pedían hasta destrozarse el hígado. También debían aceptar los excesos de megalomanía, los cabreos desmesurados, los arrebatos de impotencia, las lloronas por fracasos de amor o por los reveses de la fortuna, y, en fin, lo peor de cada casa.
Las cantinas podían ser lugares de poder, donde el cantinero desarrollaba a sus anchas sus dotes y buenas artes. Seductores y parlanchines, entretenían a la plebe con relatos, recuerdos e inventos. Buen cantinero es el que anima al vicio en su plaza. Pero pasada la tercera copa, las cantinas se podían convertir en lúgubres tabernas, donde el exceso podía dar lugar a peleas de consecuencias inimaginables.
Un cantinero, por agradar a su señor, podía pasar a ostentar también el cargo de palanganero, persona que pasa la palangana después de los servicios a las muy respetables putas, y recoge y limpia los restos de tan digno oficio.
Las razones por las que un cantinero realizaba tan necesario y discreto oficio para su dueño y señor, podían ser de diferente índole, bien sea porque algunos señores tenían una confianza ciega en su subordinado, o bien porque el cantinero servía la palangana a gusto del señor.
El caso es, señores, que se puede ser cantinero y palanganero a la vez.