Opinión

Astrid

Ella, Astrid, llegó a la presidencia del PP conejero a finales de 2008, donde ganó las elecciones insulares a la entonces candidata de la dirección regional dirigida por JM Soria, y en su primer discurso, Astrid, decía que llegaba para trabajar y conseguir que el PP fuera la primera fuerza política en Lanzarote y no la cuarta como en aquel momento.

Hasta entonces el Partido Popular de Lanzarote era definido, jocosamente, como el partido del taxi, porque según decían, sus afiliados cabían en uno sólo de ellos. Hasta ese momento se habían cometido, años atrás, errores imperdonables como salir del Cabildo ante un engaño, dijeron, provocado por unos y por otros. Para qué liarnos en detallar lo que era un partido que transitaba por la vida política conejera como pollo sin cabeza.

Pero hete aquí que, en ese 2008, aparece Astrid. Ella, ya portaba algo de experiencia en cargos orgánicos y alguno que otro público, y parece que esas palabras que yo citaba de su discurso, al principio, cuando fue elegida Presidenta por los afiliados de su partido iban a empezar a crecer en forma de realidades.

Durante el periodo de su presidencia insular nunca antes el PP de Lanzarote había ido acumulando tanto voto, tanta afiliación. Se ganaban senadores, aumentaban los cargos públicos en entidades locales, el partido Popular empezaba a crecer. Primero se dijo que era por las elecciones de 2011 ante la debacle de ZP. Años más tarde, cuando la marca del partido estaba de capa caída tanto a nivel nacional como regional, bajo la dirección de Astrid, el PP de Lanzarote vuelve a estar en los primeros puestos en votos a nivel insular. Ya no había dudas, era Astrid la que tiraba del carro.

Incluso en 2019, el PP de Lanzarote bajo la batuta de Astrid alcanza la alcaldía de Arrecife, la tercera capital canaria. Y lo hace pactando con el PSOE, su enemigo político, su bestia nacional. Aquella noche electoral, el suspiro inicial de consuelo exhalado por los nacionalistas, al ver que los números les daban para tocar sillones ya que estaban acostumbrados a haber tratado siempre al PP conejero como muleta para poder ellos gobernar, con pactos de chichinabo e imponer sus políticas, como digo, ese suspiro de alivio se convirtió en lloros y lamentos hasta el día de hoy.

Astrid no había decidido ir a la izquierda, lo que sí había decidido era que ya no se iba a tomar más el pelo al PP en Lanzarote, que este partido ya no iba a volver a estar en un gobierno sin poder ejercitar las propias políticas de la casa, que no se iba a repetir el estar a rebufo de nadie, que no iba a ser tan fácil echar al PP de pactos como agua sucia cuando les daba la gana. El PP había dejado de ser el patito feo de la política local. Quizás Astrid estaba logrando lo que años atrás se había propuesto cuando tomó las riendas del partido: que el PP de Lanzarote creciera.

Ahora, en pocos días, el PP de Lanzarote volverá a elegir a la persona que debe llevar el atraque del buque en el buen puerto al que lo dirigió Astrid. Comparecerán dos planchas, Astrid por un lado, y otra alternativa de afiliados que vivieron días de vino y rosas en política mientras ella era la presidenta insular del partido. Las dos optan a dirigir la maniobra en el muelle. Están en su derecho, gracias a la democracia y libertad que impera en el Partido Popular y que es lo más sano que puede existir dentro de grupos de opinión social. Pero debemos recordar que la desesperación y la soberbia de la rabia creada por la frustración muchas veces hunden al ser humano y no podemos olvidar que para grandes obras siempre hay que estar preparado, tanto a nivel humano como profesional. Todo tiene su momento, su tiempo, y, no todos valemos para todo.

A principios de abril, los afiliados del PP decidirán con su voto si se consolida el proyecto iniciado con Astrid o se vuelve al ninguneo al que el partido estaba acostumbrado. Es fácil la elección. Suerte para el PP de Lanzarote.

 

David Mayor, ex vicesecretario de Acción Política y Cargos Públicos del PP