Opinión

¡Arrecife se muere!

Si me lo permiten, Arrecife se muere. Agoniza tras ser abandonada a la mano de alguien que no se preocupa por sus gritos de auxilio. Vendarse los ojos para eludir la realidad ha provocado que ya no sueñe con ser una capital como las ...


Si me lo permiten, Arrecife se muere. Agoniza tras ser abandonada a la mano de alguien que no se preocupa por sus gritos de auxilio. Vendarse los ojos para eludir la realidad ha provocado que ya no sueñe con ser una capital como las ...

Si me lo permiten, Arrecife se muere. Agoniza tras ser abandonada a la mano de alguien que no se preocupa por sus gritos de auxilio. Vendarse los ojos para eludir la realidad ha provocado que ya no sueñe con ser una capital como las demás; ha perdido toda esperanza de sonreír al futuro que le prometieron.

De saber que éste sería su destino, el que ella no pidió porque nunca quiso ser la más bonita ni ser la más visitada, hubiera querido morir antes para no vivir sus últimos días como hoy los vive; sucia, insegura, oscura. Ella, nuestra Ciudad, siente que se desprenden sus retoños que siempre ha intentado cuidar bajo su seno, y cómo poco a poco los alejan de su corazón para ser maltratados por los mismos por los que ella sufre su agonía.

Sus retoños aún inocentes pero con ganas de prosperar, sus barrios, desconocen las causas que los mantiene en una situación ruinosa y descuidada; aún así, no se conforman con sus presentes, miran adelante recordando cuando eran vírgenes e ilusionados piensan que algún día alguien paseará por sus calles limpias, iluminadas y seguras. Algunos, los mayores, ya se sienten incómodos al ver su mañana truncado por la historia política que aun hoy pesa sobre sus espaldas. Intentan, con ojos de jóvenes, vivir el hoy pensando que el mañana llegará pronto y que su madre volverá a vivir con ellos, como siempre quiso.

Es éste el triste panorama en el que Arrecife moribunda reclama su salvación alegando que ella no ha hecho más que existir en unos tiempos en los que sus responsables no han sabido darle lo que merece, ya no sólo por ser la capital, sino por ser quien alimentó la ilusión de muchos de los que venía a comer de ella cuando el hambre les apretaba. "¿Ya no se acuerdan? Fui yo quien les dio lo que necesitaban para sobrevivir en aquellos años en los que llegar a la capital era su aliento. Aquí tenían un mercado en el que vender lo que recogían por los pueblos y lo que pescaban de la mar; les propicié bienestar, y disculpen la falsa modestia, pero les salvé la vida". Eso dice ella, y yo le doy la razón.

Le encantaba la pulcritud con matices de verde esperanza. Soñaba con estar rodeada de árboles que la hicieran respirar aire puro y con tener fuentes que derrocharan vida en sus plazas, soñaba con poder sentarse mirando al mar y disfrutar de su marina histórica, soñaba con que su gente se viera reflejada en su vida y se sintieran orgullosos de ella, soñaba con ver crecer a sus retoños saludables y provistos de todo cuanto necesitaran. - "¡Que no pasen hambre, por Dios!" ?exclamaba.

Por momentos, es capaz de suspirar para pedir el auxilio de la juventud. Aún se puede hacer algo por ella, yo no pierdo la esperanza, los jóvenes tenemos que enfrentarnos a lo que deseamos, luchar para que viva de una forma sana, limpia y segura. Ya no queremos que paguen por el daño causado, sólo queabandonen el empeño de dejar morir a la que ha sido y será, estoy segura, la Capital que todos soñamos. Los jóvenes apostamos por su futuro, aquí estamos, haciendo frente a su historia sin olvidarnos de ella.