Opinión

Año de nostalgia

El comienzo del nuevo año ha sido un poco más negro en Lanzarote, ya que además de enfrentarse a los fantasmas de la crisis económica, que casi todos los expertos señalan que se endurecerá en los próximos meses, la isla ha ...


El comienzo del nuevo año ha sido un poco más negro en Lanzarote, ya que además de enfrentarse a los fantasmas de la crisis económica, que casi todos los expertos señalan que se endurecerá en los próximos meses, la isla ha ...

El comienzo del nuevo año ha sido un poco más negro en Lanzarote, ya que además de enfrentarse a los fantasmas de la crisis económica, que casi todos los expertos señalan que se endurecerá en los próximos meses, la isla ha empezado 2009 despidiendo a personas tan significativas como Nicolás de Páiz. El que fuera presidente del Cabildo fallecía esta semana dejando una huella de dolor no sólo en su familia, sino en buena parte de la isla.

Ante la muerte de alguien, es habitual que se le dediquen las mejores palabras y que casi todos se olviden de lo que les disgustaba y se queden con lo mejor del difunto. Pero en el caso de Nicolás de Páiz, lo cierto es que ya en vida, era difícil encontrar a alguien que tuviera una mala palabra para referirse a él.

Tanto sus compañeros como los que en su día fueron rivales políticos se deshacen en elogios hacia este hombre, del que la mayoría destaca su honradez y su capacidad de buscar acuerdos y consenso. Un político "de los de antes", que sin duda logró hacer cosas importantes cuando estuvo al frente del Cabildo, pese a que en aquellos años la realidad económica de la Corporación y de la isla era muy distinta a la que se vivió después.

Por eso, después de ver cómo han ido pasando legislaturas posteriores de inactividad y falta de concreción de proyectos, cobra aún más valor la etapa en la que De Páiz tuvo en sus manos las riendas de la principal institución de la isla.

Pero su muerte no ha sido la única. La enfermedad y la carretera también se han llevado a otras personas queridas de la isla en las últimas semanas, como dos conocidos empresarios. Son vacíos que están llegando a Lanzarote, abriendo puertas a la nostalgia. Nostalgia de los que se van, pero también de los tiempos que representan. De épocas en las que si no todo, por lo menos muchas cosas sí parecían mejores. Épocas en las que el trabajo duro, las ganas y la imaginación podían bastar para labrarse un futuro próspero. Épocas en las que la transición democrática hacía aflorar a políticos más marcados por los ideales que por el amor a un sillón. Épocas en las que, al menos en Lanzarote, una Noche Vieja no terminaba con la intervención de la policía antidisturbios a las puertas de una discoteca.

Por si fuera poco, el 2009 también va a servir para despedir a un colegio mítico, tal como reflejan esta semana las páginas de La Voz de Lanzarote. Las Dominicas se van de la isla, dejando paso a otras religiosas, y poniendo fin a décadas marcadas por la presencia de este centro educativo, que ha formado a varias generaciones de mujeres lanzaroteñas. Desde cantantes como Rosana, poco dada a dejarse ver por su isla, hasta políticas como la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, empresarias o profesoras universitarias, que recuerdan con cariño aquella etapa.

Sin duda, el 2009 arranca con nostalgia. Y por supuesto, con melancolía también de hace sólo unos meses atrás, quizá poco más de un año, cuando los bolsillos tenían otra alegría. Cuando cobrar la nómina a principio de mes no era un acontecimiento. Cuando uno no se acostaba pensando si lograría conservar el empleo o si la empresa que fundó con tanto esmero sobreviviría a la crisis.

Por eso, quizá ahora es momento de recordar a los que ya no están. A los que en otra realidad económica, cuando Lanzarote aún no había atravesado su despegue, lograron hacer cosas importantes. Ahora es el momento de demostrar que los ciudadanos, además de dejarse llevar por la inercia de una situación económica favorable, también saben nadar a contracorriente y forjar sus propios buenos tiempos, para llevar la contraria a los pesimistas augurios para este 2009 que, después de todo, quizá no vaya a ser tan malo.