El lanzaroteño Enrique Martín tuvo un accidente laboral hace 12 años que lo sumió en una profunda depresión. Un día recordó su primer momento de felicidad, cuando tenía 5 años y hacía pasteles con su madre. Aquello puso en marcha una palanca que lo motivó para formarse en repostería, primero como una afición, y finalmente con la apertura de una de las bombonerías más exitosas de la isla.
En una entrevista en el espacio radiofónico Más de Uno Gourmet, de Radio Lanzarote, Martín narra su evolución y cómo descubrió los muchísimos tipos de chocolate que existen.
- ¿Cómo se te ocurrió hacer bombones en una isla donde la temperatura no baja de 20 grados?
Es una locura maravillosa. Llevamos cuatro años con el proyecto. Todo empezó porque tuve un accidente laboral hace 12 años y pensaba que mi vida se había acabado y que no iba tener ilusión por el futuro.
- ¿A qué te dedicabas antes?
Trabajaba en atención al cliente en un recinto deportivo de Arrecife. Tuve el accidente y estuve un año entero en rehabilitación.
Entonces descubrí que había un niño pequeño de cinco años dentro de mí, que había tenido a esa edad su primer momento de felicidad, haciendo repostería en casa con su madre.
- Eres muy valiente en compartir el problema de salud mental que tuviste y cómo la repostería te ayudó a salir…
La repostería me sacó de la depresión. Encontré ese motorcito que te enciende por las mañanas, que te dice levántate y empieza a hacer cosas, lo que transforma un momento duro de nuestra vida en un momento maravilloso, como en el que estoy ahora inmerso.
- ¿Qué fue lo primero que horneaste?
Primero hice un bizcochón, de los más sencillos que hay, el que todo el mundo conoce. Con un vaso de yogur, y usando ese mismo vaso para una porción de aceite, dos de azúcar, tres de harina, con dos huevos por yogur y un pizco de levadura.
Lo hice, me gustó la actividad y empecé a indagar sobre las distintas elaboraciones que se pueden hacer en pastelería.
- ¿Cómo te formaste?
Después de un año formándome de manera autodidacta, tuve la suerte de que Ludovic Lamontagne, un pastelero muy reconocido, afincado en Lanzarote, me cogió como ayudante a la edad tardía de 36 años y estuve 20 meses trabajando con él.
Así, me formé en la pastelería más creativa que hemos tenido a lo largo de la historia, la repostería francesa, además de algunos platos de la pastelería española e italiana.
- ¿Surge ahí tu pasión por el chocolate?
Cuando empecé a trabajar con Ludovic me enamoré del chocolate, no el que venden en los supermercados, sino el de verdad. A todos nos han contado que hay tres chocolates negro, blanco y con leche, los dos últimos invenciones de la empresa nestlé, pero en realidad no es así.
Ya desde los años 80 hubo un boom de chocolates técnicos, que se elaboran a partir de manteca de cacao con ingredientes liofilizados o ingredientes en seco. También aparecen los chocolates grand cru, que a la manera del vino, cosechan regiones concretas, con alma, con características específicas.
- ¿Cómo decidiste abrir la bombonería?
En ningún momento pensé en abrir un negocio, quería adquirir conocimientos porque me gustaba, lo consideraba un hobby.
Pero en enero de 2019 empecé a atemperar. Primero regalaba cajas de bombones a familiares y amigos, pero en la tercera semana de enero me llegó mi primer encargo y a finales de febrero recibí una llamada para maridar vino con bombones para un evento del Consejo Regulador.
En principio se iba a hacer en petit comité en una bodega, pero finalmente se celebró con mucha visibilidad en el Castillo de San José. Así que me tuve que hacer autónomo, registrarme en la Seguridad Social, buscar un obrador… y a partir de ahí nace Bombonería La Corona.
- ¿Dónde está y qué horario tiene?
La bombonería está en Marina Lanzarote y abre de lunes a sábado de 10.00h a 14.00h.